Justin se fue muy temprano por la mañana.
Prefería trabajar en su despacho cuando nadie había llegado porque necesitaba
mucha concentración para repasar los testimonios y preparar sus alegaciones.
A _____ le dejó una nota pegada a la tostadora.
El juicio en el que estaba trabajando estaba resultando arduo, con muchos
testigos y con un abogado de la acusación al que le encantaba alardear con el jurado.
Era un hombre de pocos escrúpulos que llevaba la ley al límite.
En la sesión del día anterior, había notado una contradicción. Quizá algo
insignificante; pero quería repasar cada detalle.
El centro estaba vacío a esas horas y el tráfico era casi inexistente. Ya estaba
comenzando a clarear y el aire fresco prometía otro día agradable de principios de
verano. El río parecía un espejo en el que se reflejaban los rascacielos de acero y
cristal.
Casi todos los semáforos parecían estar de su lado, por lo que tardó incluso
menos de lo que había previsto. Metió el coche en el garaje del sótano del edificio
donde trabajaba, insertó su tarjeta en la ranura para abrir y, finalmente, dejó el
coche en su reservado.
Todavía tenía tres horas para preparar la sesión antes de que comenzara el
juicio.
El ascensor lo llevó rápidamente a la planta donde estaban las oficinas de su
despacho. Cuando llegó, todavía no había nadie, ni una secretaria. Saboreó el silencio y
la soledad mientras se dirigía a su oficina y abría la puerta.
Desde aquel momento, se metió de lleno en el caso. Repasó todos los testimonios,
sus detalles y los defectos. Pensó en cómo habrían afectado al jurado y cómo podía él
dirigir sus preguntas para obtener el máximo efecto.
Dejó a un lado cualquier pensamiento relacionado con su vida privada. Y eso
incluía a _____.
Esa noche, se concentraría en todos sus asuntos personales. Además, todavía
tenía el fin de semana para convencer a _____ de que se quedara con él. Tenía que
conseguirlo.
Mientras tanto, el asunto que tenía entre manos y su aparición ante el jurado
tenían prioridad absoluta.
_____ desconectó el teléfono móvil, tachó otra línea de la lista y salió a recibir a
su cita de las once y media.
Una hora más tarde, hizo la tercera llamada, firmó unos documentos, tomó un
sándwich para comer y continuó con las llamadas.
Esa tarde, se marchó de la oficina temprano y llegó a su nuevo apartamento unos
minutos antes que el camión del almacén. En poco tiempo, los encargados bajaron
todos los muebles y algunas cajas y las colocaron donde ella les iba diciendo.
Lo primero que hizo fue conectas el frigorífico y sacar ropa de cama para