Para _____ fue un alivio hacerse cargo del trabajo de un asociado que había
tenido que ausentarse por motivos familiares. Así tendría poco tiempo para pensar en
sus problemas.
Al menos, eso era lo que se había dicho a sí misma.
Pero la realidad fue muy distinta. La imagen de Justin iba a su mente con tanta
frecuencia que tenía que hacer un esfuerzo para apartarla y concentrarse en lo que
estaba haciendo.
No podía cometer ningún error, por eso tuvo que repasarlo todo una y otra vez
para asegurarse de que todo estaba perfecto.
Justo cuando pensaba que había terminado, recibió una llamada de recepción.
—Hay un envío a tu nombre —lo informó Amanda
_____ miró la hora y comprobó que le quedaban cinco minutos antes de la
siguiente cita.
—Ahora mismo voy.
Estaba esperando un contrato que debía llegarle por mensajería y que ella debía
revisar antes de presentárselo a un asociado al día siguiente. Los temas legales solían
ser muy engorrosos y había que mirar cada cláusula con lupa antes de firmar.
Cuando llegó a la recepción, lo único que vio fue a un hombre vestido de
mensajero con un gran ramo de rosas rojas envuelta en papel celofán. El estómago le
dio un vuelco al pensar en quién se las había mandado.
— ¿Celebráis algo? —le preguntó Amanda.
_____ logró esbozar una sonrisa.
—Algo así.
—Voy a buscar un jarrón —le dijo la recepcionista
—Gracias.
Agarró el ramo y esperó a estar sola en su despacho para sacar la tarjeta.
Con amor. Justin
¿Amor? Aquello debía de ser una broma. ¿Acaso sabría él el significado
verdadero de aquella palabra? Obviamente, su interpretación del término no era la
misma que la de ella. Y si pensaba que con un ramo de rosas iba a hacerla cambiar de
opinión, estaba muy equivocado.
En la privacidad de su oficina se tomó unos segundos para admirar los pétalos
aterciopelados de los capullos e inhalar su aroma. Cerró los ojos y recordó otras
ocasiones en las que Justin le había regalado rosas.
«Ni se te ocurra», se advirtió a sí misma.
Escuchó un golpe en la puerta y sacudió la cabeza para recobrar la compostura.
—Un jarrón con agua —le dijo Amanda alegre mente—. ¿Quieres que te ayude?
Tu cliente está esperando en la recepción.
_____ le dedicó una sonrisa amable.
—Gracias. Dame un minuto y, después hazle pasar.
El mensajero le llevó el contrato que estaba esperando. Aprovechó para echarle
un vistazo a la hora de la comida mientras se tomaba un sandwich