Cap.12

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El Lunes, un mensajero le llevó una rosa roja al trabajo, y el martes, otra.

_____ ponía cada día la rosa en el jarrón donde estaban las demás, consciente de

que alguien, probablemente la encargada de la limpieza, les cambiaba el agua y

retiraba las que ya estaban marchitas.

Esa noche tenía que asistir a la subasta. Dudó un rato qué ponerse y, al final, se

decidió por una falda larga negra y un corpiño ajustado con bordados de hilos de plata.

A juego con el conjunto se puso un chal con varias tonalidades de plateado, gris y

negro. Para completar el atuendo, se calzó unos zapatos de salón negros con tacón de

aguja y el pelo se lo recogió en un moño desenfadado.

Justin llamó al telefonillo a la hora exacta.

—Ya bajo.

El aspecto de él era sensacional con aquel esmoquin negro, una camisa blanca

impoluta y una pajarita negra al cuello. Desde luego, estaba que cortaba el hipo,

concedió ella al acercarse para saludarlo.

El brillo cálido de aquellos ojos oscuros la hizo estremecerse.

— ¿Si te digo que estás preciosa me lo negarías?

— ¿Por qué iba a hacer algo así?

Justin le abrió la puerta del coche, y después dio la vuelta para sentarse al

volante. Cuando llegaron al hotel, le dejaron las llaves al aparcacoches y ellos entraron

en el vestíbulo. Después, subieron en el ascensor a una sala donde los invitados

estaban reunidos tomando champaña.

Un grupo bastante heterogéneo, pensó _____ mientras Justin le ofrecía un zumo

de naranja y agarraba una copa de champaña para él.

A las siete y media, se abrieron las puertas de la sala donde estaban expuestos

los diferentes objetos de la subasta.

Justin permaneció a su lado mientras ella se acercaba a los objetos de porcelana.

Verdaderas delicadezas pintadas a mano. A algunas de ellas podía reconocerlas, pero

tenía que recurrir al catálogo para ver la procedencia de otras.

— ¿Ves algo que te guste?

—Quizá sería más fácil decirte lo que no me gusta —le contestó _____—. ¿Hay

algo que te gustaría ver?

A él le gustaba mucho el arte y ya había marcado en el catálogo las piezas que le

gustaban.

En la sala también estaban los Haight-Smythes. Cuando se encontraron,

intercambiaron unos saludos y siguieron viendo los objetos; ya tendrían tiempo

después de la subasta de charlar un rato.

—Justin, pensé que vendrías esta noche.

_____ se volvió lentamente y se encontró con Soleil y su padre. Consiguió dibujar

una sonrisa amable en el rostro y saludarlos con cortesía.

—Ya nos veremos más tarde, mi padre quiere ver las joyas.

Una Boda Por AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora