El Lunes, un mensajero le llevó una rosa roja al trabajo, y el martes, otra.
_____ ponía cada día la rosa en el jarrón donde estaban las demás, consciente de
que alguien, probablemente la encargada de la limpieza, les cambiaba el agua y
retiraba las que ya estaban marchitas.
Esa noche tenía que asistir a la subasta. Dudó un rato qué ponerse y, al final, se
decidió por una falda larga negra y un corpiño ajustado con bordados de hilos de plata.
A juego con el conjunto se puso un chal con varias tonalidades de plateado, gris y
negro. Para completar el atuendo, se calzó unos zapatos de salón negros con tacón de
aguja y el pelo se lo recogió en un moño desenfadado.
Justin llamó al telefonillo a la hora exacta.
—Ya bajo.
El aspecto de él era sensacional con aquel esmoquin negro, una camisa blanca
impoluta y una pajarita negra al cuello. Desde luego, estaba que cortaba el hipo,
concedió ella al acercarse para saludarlo.
El brillo cálido de aquellos ojos oscuros la hizo estremecerse.
— ¿Si te digo que estás preciosa me lo negarías?
— ¿Por qué iba a hacer algo así?
Justin le abrió la puerta del coche, y después dio la vuelta para sentarse al
volante. Cuando llegaron al hotel, le dejaron las llaves al aparcacoches y ellos entraron
en el vestíbulo. Después, subieron en el ascensor a una sala donde los invitados
estaban reunidos tomando champaña.
Un grupo bastante heterogéneo, pensó _____ mientras Justin le ofrecía un zumo
de naranja y agarraba una copa de champaña para él.
A las siete y media, se abrieron las puertas de la sala donde estaban expuestos
los diferentes objetos de la subasta.
Justin permaneció a su lado mientras ella se acercaba a los objetos de porcelana.
Verdaderas delicadezas pintadas a mano. A algunas de ellas podía reconocerlas, pero
tenía que recurrir al catálogo para ver la procedencia de otras.
— ¿Ves algo que te guste?
—Quizá sería más fácil decirte lo que no me gusta —le contestó _____—. ¿Hay
algo que te gustaría ver?
A él le gustaba mucho el arte y ya había marcado en el catálogo las piezas que le
gustaban.
En la sala también estaban los Haight-Smythes. Cuando se encontraron,
intercambiaron unos saludos y siguieron viendo los objetos; ya tendrían tiempo
después de la subasta de charlar un rato.
—Justin, pensé que vendrías esta noche.
_____ se volvió lentamente y se encontró con Soleil y su padre. Consiguió dibujar
una sonrisa amable en el rostro y saludarlos con cortesía.
—Ya nos veremos más tarde, mi padre quiere ver las joyas.