Recuerdos del Diario

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7:35 am. Suena el despertador por tercera vez, y me doy cuenta de que me he dormido otra vez. Me preparo deprisa. Espero no llegar tarde. No encuentro mi movil, debe de estar en mi habitación. Cuando vuelvo a mirar el reloj dan las ocho menos diez. Si en esos diez minutos no llego a la estación, perderé el tren. Cojo mis cosas y me voy corriendo. Casi me caigo por las escaleras, pero por suerte consigo mantener el equilibrio evitar una catástrofe.
Al llegar a la estación miro por la ventana y veo que el tren acaba de llegar y se irá en menos de dos minutos. Cuando consigo el ticket después de una larga cola de gente, me dirijo hacia la puerta del penúltimo vagón del tren y a tres segundos de que se cierre logro entrar. Ha ido muy justo. Lo sé, me cuesta mucho levantarme por las mañanas, pero esa es mi única debilidad. Me siento en un asiento al lado de la ventana. Arranca el tren y mi mente solo desea que no vomite. Es la primera vez que voy en este medio de transporte. Un escalofrío recorre mi cuerpo y noto como el miedo se apodera de mí. Me pongo más nerviosa al darme cuenta de que no hay cinturón. Para distraerme un poco, me quedo observando las vistas a través de la ventana. El paisaje es costanero, es decir, se puede apreciar la inmensidad del mar en el amanecer. Parece que no tenga fin, ya que no se ve el horizonte en el cual acabar. Precioso. Es lo mas bonito que he visto hasta ahora. Ya estoy mas relajada y entro en una profunda calma, la cual me hace saber que ya no siento ningun tipo de miedo. La paz y serenidad de este paisaje hace que este mas cómoda y tranquila.
Primera parada del tren en una estación. Quedan cinco paradas mas hasta llegar a mi destino. Ya no hay paisajes, solo veo la estación. Hay mucha gente. Algunos van corriendo pensando que perderán el tren (me recuerdan a alguien...). Otros al bajar se reencuentran con su familia o amigos y se ven abrazos por todos lados. Los hay incluso que van caminando tranquilamente y sin prisas. Pero mi atención se desvia hacia una pareja que hay justo enfrente de mi ventana. La chica esta a punto de llorar y el chico le dice que no se preocupe, que pronto se volverán a ver. Se dan un abrazo largo y con mucho cariño y amor, antes de que ella suba al tren. Una vez ella ha marchado y sube al vagón de delante mio, el chico se queda mirándola con cara de tristeza. Él, al ver que ella ya no lo ve, deja caer por sus mejillas dos lágrimas. En ese momento me entra una pena inmensa y noto que mi cara esta húmeda. He luchado por no llorar, pero no puedo mas. Me he acordado de mi vida. De mi todo. De mi amor. La razón por la cual vivo. Dani. Le hecho muchísimo de menos. Nunca habia estado más de dos días seguidos separada de el. es el único motivo por el cual sonrió cada mañana, por el que miro el movil cada dos por tres, por el que soy feliz. El es único. Y, desde que no lo veo, no hago mas que ver parejas felices por las calles. Me siento bien conmigo misma, porque se que tome una buena decisión al irme, pero me siento mal porque se que no lo veré en semanas. Mis ojos estan llenos de lágrimas. De repente, un chico se sienta a mi lado y me dice: “¿Estas bien? Si necesitas algo, pídemelo.” Me lo quedo mirando y le doy las gracias. Es muy amable. Me alegra que hayan personas asi por el mundo, y no solo gente idiota. Enseguida logro calmarme y sigo disfrutando de las bellas vistas hacia el mar. Al cabo de un rato me acuerdo de que tengo una camara de fotos que me regalaron por mi cumpleaños, asi que me dedico a hacer fotos del paisaje a través de la ventana. Esa camara ha guardado muchas fotos de recuerdos, la mayoría buenos. Despues de hacer fotos un rato, me coloco los auriculares y busco en mi movil canciones. He de admitir que aunque tenga mas de quinientas canciones, siempre que enciendo el movil pongo las mismas (que son dos o tres). Y depende para que momentos pongo unas u otras. Ahora mismo las que mas me apetecen son “My heart will go on” o “All of me”. No es bueno comerse mucho la cabeza con los problemas, asi que no podre rap ni ninguna canción con letra para pensar. Viene bien de vez en cuando alejarse de la realidad por unos minutos para no pensar en nada. Y yo, cuando entro en mi mundo, no atiendo a los demás.
El tren se detiene de golpe. Hay mucho humo y esta todo oscuro. Apenas veo nada y me cuesta mucho respirar. Me tiro al suelo y escucho gritos de socorro y llantos. No se que ocurre. Me estoy asustando mucho. Alguien me coge del brazo y me lleva a fuera del tren, o, al menos, lo que queda de él. Al salir miro como se ha estrellado mi tren con otro que iba en dirección contraria. Comienzo a llorar y agradezco mi suerte. Menos mal que me subí al penúltimo vagón. Todos los demás vagones estaban con las salidas bloqueadas y tenían que romper las ventanas para poder huir. Si los pasajeros no salían pronto el tren hecharia a arder con ellos dentro. Mire el vagón de enfrente mio y vi en la ventana a la chica que se despidió en la estación de aquel chico. Un miedo terrible y me bloquea y no puedo moverme. Mi cerebro esta mandando ordenes de que vaya corriendo hacia esa ventana y ayudarla a salir, pero no me puedo mover. Estoy paralizada. Solo necesito un pequeño movimiento para salir en su búsqueda a toda velocidad. Solo uno... De repente alguien me empuja hacia atrás y veo como empiezan a salir chispas advirtiendo de que va a arder en cuestión de minutos. No se como ni porque, pero estoy yendo a toda velocidad e intentando esquivar las chipas hacia la ventana donde se encuentra la chica. Es la única que no logra romper el cristal y me niego a ver como muere entre llamas. Esta llorando y apenas tiene fuerza para romper la ventanilla.
Hay piedras en las vías del tren. Cojo una y asi una tras otra comienzo a tirarlas hacia esa ventana. Otra vez me viene a la mente Dani. ¿Se ha apoderado de mi su pensamiento o que? Me da rabia no poder verle en tiempo, y noto como si una fuerza interna en mi saliera hacia afuera. Con una piedra en una mano y la rabia que tenia acumulada dentro de mi, le digo a la chica que se aparte y la piedra sale disparada hacia el centro del cristal a una velocidad asombrosa. El cristal se hizo añicos en cuestión de segundos. Cada vez habían mas chispas, asi que ayude a salir a esa chica y nos fuimos corriendo hacia la parte segura donde estaba todo el mundo. Los demás pasajeros ya habían salido hacia rato. Al salir de las vías, el tren hizo unos ruidos raros y hubo una gran explosión. De inmediato comenzó a arder. Solo veo llamas y humo. Mucho humo. Veo todo como si estuviera borroso. Las piernas me fallan y noto como caigo hacia el suelo y mi cabeza en fuertemente golpeada.
18:24 pm. Escucho murmullos de gente hablando. Me duele todo el cuerpo. Al abrir los ojos veo todo blanco. Una chica se acerca a mi, junto a dos personas mas. No se quienes son. Estan medio llorando y me abrazan con mucha fuerza. No entiendo que pasa. ¿Que ha pasado? ¿Donde estoy? Despues viene un señor y me pregunta como estoy. No respondo. No se quien es y tengo miedo...
- ¡Layla! ¡Gracias a Dios que estas viva! - dice desesperada una señora que se acerca a mi.
- ¿Quien es Layla? - le pregunto intrigada.
La cara de susto de esa señora es increible. Enseguida me empieza a reñir de que no haga bromas o algo asi, pero no entendí a que se refiere. No la conozco y ya se ha cabreado conmigo. Enseguida se aparta para dar paso al señor que estaba al principio delante mio. ¡Casi me deja ciega cuando me pone una luz en los ojos con una linterna! Comienzo a gritar que me dejen en paz. Luego me hace una pregunta con la que me quedo paralizada: “¿Sabrías decirme como te llamas y en que año naciste?” No sé que responder. No sé ni como me llamo, ni de donde soy, ni si quiera la fecha de mi nacimiento. Tengo miedo, estoy muy nerviosa y no sé que hacer o decir. Le respondo un simple “No sé” y me pongo a llorar. Siento que estoy sola en el mundo, no conozco a nadie. Esa señora me dice que es mi madre, una de las chicas me dice algo de que la he salvado de un tren incendiado, la otra chica dice que es mi mejor amiga Jessica, y el señor al parecer es un medico. Estoy en un hospital. Nunca he estado en uno, aunque como no me acuerdo de nada, no sé si es verdad. De repente entra por la puerta un chico, no muy alto, de pelo castaño y ojos azul claro. Viene corriendo hacia mi y me da un fuerte abrazo. Se separa y me besa como cinco veces. ¿¡Pero que hace!? ¿¡Se puede saber quien es y porque me besa todo el rato!? Lo aparto bruscamente. Miro como por unos segundos su cara es de tristeza total, hasta que el supuesto medico se acerca a el y le susurra algo al oído. Enseguida cambia de humor y se le llenan los ojos de lágrimas. No entiendo porque llora. Me siento mal por el. El medico se acerca a mi y me explica durante una media hora mi vida. Me dice que me llamo Layla, que tengo 19 años y que estaba en un tren viajando hacia Toulouse desde mi ciudad natal Lille cuando hubo un accidente en el tren y se incendio. Lo que mas me asombro fue que dijo que antes de que el tren comenzara a arder salve a una de las chicas que habia en un vagón (es la que esta sentada a mi lado en una silla en el hospital) y que despues de salvarla me di un golpe en la cabeza y me llevaron a ese hospital. Vamos, que ahora mismo estoy en mitad del camino de mi supuesta casa y de a donde me dirigia. Lo que no se es el porque viajaba yo sola hacia Toulouse. Lo pregunto pero nadie me responde. A los minutos se levanta el chico que se puso a llorar. Antes me dijo que se llamaba Dani y que era mi novio. Se sienta a mi lado. Queriendo responder a la pregunta que he hecho, me explica una larga historia. Escucho atentamente lo que me dice y me quedo anonadada.
- Layla, probablemente no recuerdes nada, ni quien eres, ni quien soy, ni nuestra historia. Antes te dedicabas a escribir en un diario todas las noches y de dia en una agenda de color lila con flores de color negro. Un dia dejaste de escribir y me dijiste que guardara yo el diario, porque confiabas en que no lo leería y en mis manos estaria a salvo. Yo creo que me lo diste mas que nada porque eres un desastre y si lo perdías o le pasaba algo te matarías del disgusto, y llevabas razón, porque en ese diario tenias descritos dia a dia dos años de tu vida. Y aunque te prometi que no habriria el diario nunca, un dia no pude resistir mas y solo busque una fecha. El dia en que me conociste. No se cuantas veces lo habré leído, y cada vez que lo leo me enamoro mas de ti. Las paginas que describiste aquel dia, las fotocopie y siempre las llevo encima. Da igual a donde vaya o qué esté haciendo, pero nunca se han separado de mi.- Se levanta y de la cartera que tiene en un bolsillo del pantalón saca tres hojas de papel dobladas.- Puede que no me reconozcas, pero espero que al leer esto recuerdes lo que has sido.-dice sonriendo, y se aparta un poco dejándome espacio para leer el texto. Es de un diario que pone: “Propiedad de Layla J”. Comienzo a leer.
<< 7:30 am. Suena el despertador. Abro los ojos, lo apago y me quedo pensando un rato más en la cama. Noto que hace mucho frío. Cuanto me gustaría que hubiera alguien que al levantarme, me abrazara y me quitara ese frío que noto en los días de invierno. Me levanto, cojo mis gafas, me pongo mi bata calentita roja y mis zapatillas en forma de conejo blancas. Me dirijo hacia la cocina medio dormida aún. Cojo la leche de la nevera y la hecho en mi taza de Hello Kitty que llevo utilizando desde que tenía cinco años. Al abrir el armario para coger el Colacao, se me caen encima un montón de paquetes de galletitas pequeñas y dos bolsitas de azúcar que me dieron hace tiempo. Me maldigo a mi misma por no quitarlas de ahí, miro al suelo y veo que tardaré un ratito en recogerlas todas. Cuando por fin consigo ponerlas todas otra vez en el armario, cojo la taza de leche del microondas y le echo el Colacao. Durante diez minutos, me quedo mirando a la nada y cogiendo la taza con las dos manos para entrar en calor, ya que en invierno mis manos son como la nieve. Pero mi torpeza llega a límites extremos, y tras los dos primeros sorbos se me desliza por las manos la taza y cae al suelo. No sé si es porque tengo mala suerte o que será, pero ahora estoy mirando al suelo con los ojos a punto de llorar, y viendo como la taza que tengo desde los cinco años ahora esta en el suelo rota en mil pedacitos. Las lágrimas caen rodando por mis mejillas y no puedo evitar caer en un llanto. Todo me va mal desde hace un tiempo. Antes era más fácil levantarse por las mañanas y ver que la vida era maravillosa. Nunca he sentido lo que se dice que es amor, mi familia se rompió desde hace tiempo y la verdad es que lo único que me va bien son los estudios. Pero de que me sirve sacar excelentes si mi vida esta rota? Esta tan rota como la taza que esta en el suelo y que tendré que recoger. Aún a riesgo de cortarme, recogí los pedazos de la taza del suelo y los tiro a la basura.
Voy hacia mi habitación de nuevo y me pongo enfrente del armario. Siempre me pongo sudaderas y vaqueros con botas. No soy de jerseis ni faldas, y mucho menos vestidos. No me quedan bien además de que los odio. Hoy tengo que ir al instituto. Voy a cuarto de ESO, por si no lo había dicho aún. Parezco más mayor, pero es porque la vida me ha tratado de tal modo que he madurado rápido. Mi instituto es lo que se dice normal, hay profesores que son muy aburridos y otros en cambio son los mejores tanto explicando como relacionándose con los alumnos. Se esta a gusto.
7.55am
Salgo como siempre corriendo de casa hacia la parada del autobús escolar. Siempre se para otro autobús delante del que tengo que coger yo, pero no sé de donde es ni a donde se dirige. Supongo que será de otro instituto. Durante los cinco minutos que tarda en venir mi autobús, me quedo quieta observando desde un banco de lejos a los demás chicos y chicas que hay por allí. Hay una pareja despidiéndose con un beso tierno y corto hasta que el chico se sube al autobús. La chica se queda allí mirando como el se va, y luego coge el movil y sonríe poniendo en su cara la sonrisa más encantadora que puede. Seguramente le habrá enviado algun mensaje. Luego, giro la mirada y observo que hay tres chicas abrazándose felices, como si fueran inseparables. La demás gente estan con sus móviles sumergidos en el mundo digital llamado internet. Pero hay un chico que me llama la atención. En sus manos tiene una cámara y esta fotografiando el amanecer y a algunas personas. De repente se gira y me hace una foto. La verdad no sé que hacer, si ir corriendo y gritarle que la borre, o pasar de él y dejarlo que haga lo que quiera. Opto por la segunda opción, y miro como se pone a mirar las fotos que ha hecho. Pero en vez de borrar la mía se queda mirándola, sonríe y sale corriendo hacia el autobús que esta a punto de irse. Me quedo pensando en esa sonrisa que le ha dedicado a mi foto. En que habrá pensado? Seguramente en que la borrará porque soy fea.
Me subo a mi autobús, y como hago de costumbre, me pongo los auriculares y me sumerjo en mi mundo. Muchas cosas pasan por mi cabeza, pero no se me va la imagen de ese chico. Me pregunto como se llamará.
El autobús se para en seco. He llegado al instituto. Se me ha hecho tan corto el viaje que ni siquiera me ha dado tiempo a guardar mis auriculares y apagar el móvil. Una vez he salido del autobús, camino entre la gente y llego a mi clase. Dejo la mochila en la mesa y me siento en la silla. Se me va a hacer el día eterno, como siempre. Una vez ha llegado el profesor de historia a clase, voy a sacar el libro y me doy cuenta de que no esta. “¡Mierda!”, pienso. Ayer con el sueño se me olvidó preparar la mochila y ahora no tengo ningún libro que coincida con las asignaturas de hoy. Otra vez más, fracaso en la vida. A veces pienso que no tengo remedio. En cuanto le dije al profesor que no tenía el libro me hizo sentar con una de mis compañeras de clase. No me cae bien, más que nada porque es falsa y parece que se hace la tonta aposta. No la soporto y va y me pone a su lado. Casi vomito cuando me he sentado y me ha mirado con la sonrisa más falsa y encantadora que existe, diciendome: “Hola Layla, que tal te va?”. Si no me llego a contener las ganas, le hubiera estampado el maldito libro de historia en la cabeza.
El día ha sido completito. Lo normal, en el almuerzo se me ha caído el bocadillo al suelo, el zumo me lo he vertido encima, más de dos veces me he tenido que sentar con esa chica repelente, y para acabar ya el día, ahora que voy a salir del instituto por fin, se pone a llover. Pero no de esa lluvia fina que dura dos minutos y luego sale el sol y el arcoiris, no. De ese tipo de lluvia que cae a caudales y el cielo esta todo oscuro, nublado y con algún que otro rayo. No llevo ni paraguas, ni impermeable, ni mierdas. Lo único que me podría haber salvado un poco era la capucha de alguna de mis sudaderas, pero no, la señorita hoy tenía que ponerse justamente una sudadera sin capucha. No creo en las casualidades, pero si en el destino. Y si esta destinado que me moje, pues allá voy. Cuando llego a la parada del bus, parezco una rata mojada y temblorosa. Menos mal que dentro del autobús no llueve. La mochila esta empapada y los libros, húmedos. Los auriculares y el móvil los llevaba en el bolsillo, así que por suerte son la única cosa que no esta mojada. No los sacaré, ya que hay poco tiempo y no me apetece escuchar música en estos momentos. Lo peor de todo es que de la parada de autobús a mi casa hay más de un quilómetro de distancia. Moriré de frío y por culpa del agua. Estupendo, ya no hay nada más que me pueda pasar hoy que me saque aún más de quicio. Ni tampoco que me ponga por casualidad de buen humor, no bastaría ni que dejara de llover o que me dieran un diez en educación física.
El autobús se detiene en la parada y me bajo rápido hasta estar debajo del mini tejado de plástico. Todo el mundo se marcha en coche, y yo me quedo allí, sola sin saber que hacer ahora. Escucho detrás mío unos pasos corriendo hacia mí, y veo que un chico medio mojado se pone a mi lado y descansa después de correr debajo de la lluvia. Vale, ahora sí que creo en las casualidades; es el mismo chico de la cámara de esta mañana. En un segundo se gira y me mira. Su mirada me paraliza y noto como me da un escalofrío por todo mi cuerpo. Sus ojos son azules como el cielo más clarito y su pelo castaño (ahora mojado) es como el chocolate más intenso. Durante unos segundos nos miramos, y acto seguido me sonríe y me da su paraguas en la mano. Me dice: “Para días grises, paraguas de colores”, me guiña el ojo y se va otra vez corriendo. La verdad, sigo flipando. ¿Enserio me ha dado su paraguas solo para que no me moje? ¡¿Y se ha ido corriendo bajo la tormenta que esta cayendo!? Alucino. Esto no me había pasado nunca, y no creía que me pasara en la vida. Y esa sonrisa tierna y agradable que ha puesto cuando se ha ido, jamás la olvidaré. Dejándome de pensamientos, me pongo a caminar hacia mi casa. Y gracias a ese chico, que por cierto sigo sin saber como se llama, llego seca y feliz. Si, feliz. Y yo que creía que no había nada en el mundo que pudiera hacer que hoy me fuera mejor el día y llegar a decir que estoy feliz, va y aparece este chico con un paraguas de colores y una sonrisa que iluminaría hasta la noche más oscura. Pero mi felicidad dura poco tiempo, porque enseguida entra mi madre por la puerta de casa hecha una furia y tirando las cosas al suelo.
-¿Qué te pasa ahora a ti?
-Nada que te importe, tu a lo tuyo.
Os estaréis preguntando porque ese mal humor entre madre e hija, pero es que ni eso se merece que la llame. Mi “madre” es alcohólica y más de una vez me ha dicho que yo fui un error que cometió. No sé dónde esta mi padre ni me importa, si en casi dieciséis años no se ha preocupado de buscarme, no creo que lo haga ya en la vida. Mi madre se acosto con un tio en un motel, y sin querer salí yo. Ya tengo asumido que soy un error, y no me importa que me lo diga porque es malgastar tiempo hablando. Ahora entendéis porque por las mañanas me levanto sola, hago las tareas de casa yo sola, y porque mi vida es una mierda. Mi madre pasa de mí, no tengo padre ni hermanos, y no tengo novio. Tampoco es que me importe, nunca he abrazado o besado a ningún chico. Lo más cerca que he estado de hablar más de cinco minutos con un chico ha sido para discutir sobre que los deberes se hacen en casa y no se los pensaba dejar.
Me he encerrado en mi habitación como de costumbre, he puesto la música a tope en los altavoces, y me he puesto a dar saltos como una loca de remate. No es de felicidad o algo parecido, es simplemente para desahogarme. Yo, en vez de llorar y quedarme quieta, salto y bailo como una loca hasta que ya no me puedo ni mover del cansancio. La verdad es que sienta realmente bien. Hoy no tengo deberes que hacer ni nada en especial, así que después de hacer el idiota un rato, llamaré a mi mejor y única amiga Jessica. Ha estado conmigo desde los tres años y nunca me separaré de ella. No va al mismo instituto que yo, pero siempre estamos juntas y quedamos todas las tardes para ir a nuestro parque. En ese parque estan los mejores columpios de toda la ciudad y nos pasamos horas columpiandonos hasta que se hace de noche, riéndonos a carcajadas y haciendo tonterías. Pero hoy no puede quedar porque se ha roto un pie y tiene una escayola en el tobillo. ¡Que mala suerte! En fin, supongo que me quedaré aquí encerrada toda la tarde. Un momento, ahora que lo pienso puedo ir a pasear hasta la cafetería de la esquina del paseo y tomarme un Cappuccino calentito de chocolate con nata por encima. No me lo pienso dos veces, cojo mi chaqueta y el libro que me estoy leyendo, y me voy. Solo hace falta que grite un “¡Me voy!” para que mi madre se entere de que no estoy en casa y listo. En la calle sigue lloviendo, pero con mi paraguas no me mojo nada. Es grande y de color negro con trozos rosas y rojos. Mientras camino por el paseo, miro a la gente que anda paseando por allí. Hay gente mayor sentada en los bancos contándose sus vidas, niños pequeños corriendo bajo la lluvia felices y riendo, parejas que van paseando cogidos de la mano, amigas con paraguas iguales, adultos en coche estresados, y personas sacando a sus perros de casa. Abro la puerta de la cafetería “Estrella & David”. Todos los veranos cuando tengo tiempo libre voy allí a tomar un café y a leer libros. Me encanta el ambiente que se respira, la tranquilidad con la que se lee, y la amabilidad con la que te trata el servicio.
-¡Hola Layla! ¿Lo de siempre? -Grita desde lejos Mónica, una de las camareras.
Después de decir que sí, me siento en el sillón que esta al lado de la ventana, cojo mi libro y, mientras tomo sorbos del café, voy devorando las páginas de esa novela que tengo en mis manos. Una vez me canso de leer, cierro el libro, me apoyo en la ventana y miro como van cayendo las gotas de lluvia por el cristal formando pequeñas carreras hacia el marco de la ventana. A veces los momentos más grandes son en realidad pequeños instantes que pasan y ni te das cuenta. Mis pensamientos se ven interrumpidos cuando, de forma inesperada, entra un chico por la puerta de la cafetería y pide lo mismo que yo y algo más, que creo que es chocolate caliente con nubes de algodón. Me ve, sonríe, se acerca y me dice:
-¿Te apetece tomar otro Cappuccino conmigo?
-Claro que no, pero antes dime como te llamas.
-Mi nombre es Daniel. Y tu debes tener también uno no?
-Me llamo Layla. Encantada.
Le extendí la mano para un saludo normal, pero cogió mi mano y le dió un suave beso encima. Ni todos los incendios del mundo podían estar más rojos que yo en ese momento. Se sento en el mini sillón de al lado y se quedó observando mi libro.
-¿El códice maya eh? Es mi segundo libro favorito.
-Si. ¿Y cual es el primero?
-La mano del diablo.
-Veo que te gusta Douglas Preston. Es mi autor preferido.
-Si me gusta, pero en mi opinión no es de los mejores. Yo soy más de Charles Dickens.
-Se nota que tienes buen gusto. -dije con voz sarcástica. Obviamente era mejor Douglas Preston, aunque el otro autor también esta bien. Me agrada que no sea de esos chicos de hoy en día que van de listos y luego son unos incultos. Me ha sorprendido bastante que sacara ese tema, y gracias a eso he podido saber algo más sobre él.
Durante dos minutos o más, se queda quieto, callado y bebiendo a pequeños sorbos su chocolate caliente. Yo me tomo mi Cappuccino y cuando voy por la mitad escucho un grito detrás de mi oreja y me sobresalto. Si llega a pillarme bebiendo, se me hubiera caído encima toda la taza. Me giro dispuesta a darle una bofetada a quien se le haya ocurrido gritar así, pero antes de alzar la mano veo que es una chica pelirroja que se acerca furiosa hacia mí.
-¿Qué haces tú con mi novio puta!?
-Tranquilízate Diana, solo es una amiga. -le gritó rápidamente Daniel.
-¿Y a ti que te importa? ¡Ves a insultar a tu madre maleducada! -exclamé furiosa contra la pelirroja.
Parecía que echaba humo por las orejas, y ahora que le había gritado aún más. Menos mal que Daniel la cogió por la cintura y la sacó fuera de la cafetería, no sin antes disculparse y despedirse, porque sino se queda calva y con moratones. ¿Quién se cree que es para poder ir insultando a la gente que ni siquiera conoce? Las personas así me dan asco. No podría soportar verla ni un solo minuto más. Un momento, ¿novio? ¿Enserio ese chico esta con esa malcriada? No sé como podrá soportarla. Y por la cara que llevaba Daniel no creo que lo dijera en broma. En fin, hay personas para cada mundo.
Mientras la lleva a la calle y se escucha como gritan y ella casi le pega, yo sigo ahí dentro sentada en la silla sin saber que hacer. No sé si seguir bebiendo el café o irme a casa y seguir escuchando música. Ha parado de llover y, ahora que lo pienso, hace buen tiempo para ir a correr. No hace mucho frío, pero tampoco hace un calor abrasador. Supongo que me irá bien desconectar un poco y así de paso pierdo peso, que me hace un poco de falta.
Al salir de la cafetería miro hacía el paseo y me doy cuenta de que Daniel se ha quedado solo en un rincón y la chica esa ha desaparecido. La verdad, me apetece ir a preguntarle que ha pasado, pero eso sería un poco de persona cotilla. Asi que sigo caminando deprisa hacia delante.
Los auriculares tienen una particular manía, y es que cada vez que los saco del bolsillo siempre estan de tal forma que estoy más de cinco minutos intentando desenredarlos. Cuando por fin he conseguido desenredarlos y me los he puesto, la música entra en mis oídos y puedo decir que me encuentro inmensamente feliz. Claro que solo dura diez minutos. En un instante noto como si alguien me gritara detrás mío (otra vez) y me ordenara pararme. Yo, ya dispuesta a enfrentarme otra vez a esa niñata pelirroja llamada Diana, me giro cabreadísima hacia detrás. Pero no es quien me esperaba justamente... La cara de susto de Daniel me hace reírme a carcajadas durante un rato.
-Lo siento, pensaba que eras Diana o como se diga.
-No pasa nada. Y si, esa de antes era mi “exnovia”, que se cree que por acompañarme un día a mi casa para hacer deberes ya es mi “novia”. Esta loca y a veces me da mucha rabia que con cada chica que hablo le grite e insulte de esa manera. -se detiene un momento para descansar después de correr como un loco hacía mí- Ah, y que sepas que tu cara de enfado es muy mona. -me guiña el ojo, y se pone a caminar delante mío.
-Bueno, puede que sea “mona”, pero que sepas que mis puñetazos llegan a romper paredes, te lo digo por experiencia. -después de esa contestación me mira riéndose en plan “esta que va a romper una pared si no podrá ni romper un papel”.
Nos ponemos a caminar juntos, y después de casi media hora de paseo, yo llego a mi casa y él supongo que se tiene que ir por otro camino. Así que nos despedimos y entro en mi casa. No hay ningún ruido. Supongo que mi madre se habrá ido a algún lado. No me importa. Subo a mi habitación, y me cambio de ropa para ir a correr un rato. Cuando ya estoy lista para salir por la puerta, me quedo observando desde la ventana como el vecino de enfrente (debe de tener unos 7 años) se sube a un coche que nunca ha pasado por aquí y acto seguido el coche corre a toda velocidad y desaparece entre una nube de niebla causada por el humo del tubo de escape. “Que raro” pienso, pero no le doy mucha importancia y bajo las escaleras para irme a la calle. La brisa no es muy fría, por lo que se puede soportar. No llueve y no hace sol. Perfecto. Solo con darle al botón de reproducir la lista de música especial para motivar mientras hago deporte noto como mis pies se aceleran y comienzo a correr por la calle. No hay mucha gente ni animales paseando, pero no es tan extraño como normalmente pensaría. Es un día entre semana y la gente está trabajando. Por lo tanto es muy normal que la calle este desierta. Siento como el poco viento que hay choca contra mi pelo, y como mis piernas cada vez estan mas cansadas. Es una sensación única, pero aun estando agotada y casi sudando, no me detengo. Me encanta notar como aun estando cansada puedo resistir mucho tiempo corriendo libre por las calles. Durante media hora seguida no me pararé.
Llego a casa cansadísima, pero satisfecha. Hoy he hecho un tramo más en el mismo tiempo. Lo cual significa que he aumentado de velocidad y resistencia. Sudando como estoy, voy al baño a darme una ducha con agua caliente y como hacen todas las personas a pensar. Me agrada mucho la sensación del agua cayendo sobre mi cabeza y el vapor del agua por el aire. Me pongo a pensar en lo que ha pasado hoy. Quizás ha sido casualidad que haya conocido a ese chico llamado Daniel y a su exnovia psicópata. ¡Ostras! Ahora que me acuerdo, ¡no le pregunte que hizo con la foto ni porqué la hizo! Mañana si lo veo se lo preguntaré. También me viene a la memoria mi taza. Sí, ¿algun problema? Me dió mucha pena cuando se cayó y se rompió en mil pedacitos. Esa taza estaba conmigo desde... bueno, da igual. El caso es que me tengo que comprar otra parecida. Y de paso algo de ropa de invierno. Como mañana por la tarde no tengo que hacer nada, iré de compras sola, pero me compraré cosas muy bonitas. Mientras pienso todo eso, ya he salido de la ducha, me he puesto el pijama y ahora estoy en la cocina para hacerme la cena. Tengo un hambre feroz. Y hoy toca mi cena favorita: sandwich con jamón york, queso en lonchas y mayonesa para untar. La mezcla de esos sabores en mi boca es exquisita. Casi me da algo cuando derrepente escucho la puerta de casa abrirse y cerrarse de golpe en cuestión de segundos. Pero esta vez no es mi madre, sino que es algun extraño. Menos mal que estoy en la cocina y me da tiempo a coger un cuchillo del armario. Me da miedo ir al comedor, pero más miedo me da el saber que nos pueden robar algo. Me armo de valor y voy al comedor. Pero no hay nadie. Después de casi una hora revisando toda la casa puerta por puerta y armario por armario, me doy cuenta de que no hay nadie. Pero lo que más me sorprende es que la puerta se abriera y cerrara sola. Ni el aire puede hacer eso. El miedo recorre mis venas de punta a punta y cada vez tiemblo más. No hay nadie en la casa. Solo estoy yo y mi miedo. Por un momento llego a pensar que solo ha sido una alucinación o algo parecido, pero es imposible. No he bebido, ni he fumado, ni nada. Es más, estoy escuchando música y aun así lo he escuchado. Aunque no lo he visto, se que se ha abierto y se ha cerrado la puerta de la calle. No sé en que momento me da por mirar al suelo y veo una nota casi debajo de la alfombra. No la había visto antes. Me agacho y la cojo del suelo con curiosidad extrema. Leo la nota y me paralizo. En cuestión de segundos me pongo pálida como la nieve y hasta se me paralizan las manos. Lo que pone en la nota: “Ándate con cuidado, que te estan vigilando y cualquier día te pasará algo.” ¿Quién habrá sido? No entiendo nada, y me doy cuenta de que el pan de la tostadora se ha quedado de color negro. Estupendo ahora tengo un mierda sandwich y encima estoy cagada de miedo. Pues no, fíjate que aun había algo más malo en el día de hoy. Poco a poco se me quita el miedo y me da por pensar que es una broma de mal gusto que me han hecho. Puede que hayan puesto un altavoz con el ruido de que se abría la puerta y hayan metido esa nota por debajo de la puerta. Siempre me gastan bromas, no tan serias como esta, pero supongo que si no tienes cerebro es fácil pensar que no pasa nada por gastar este tipo de bromas. Sí, debe de ser eso. Al cabo de media hora de estar en el sofá, con hambre y aun un poco de miedo, y mirando la tele, se abre la puerta y aparece mi madre. Poco más y le tiro una zapatilla a la cabeza pensando que no era ella. Después de gritos y una gran discusión sobre tener la puerta de la calle fechada con llave, se va a su cuarto cabreada y yo me quedo en el sofá comiendo helado y viendo un programa basura en la tele. Hoy ha sido un día bastante cansado y estoy agotada. Mañana será un nuevo día. >>
Al acabar de leer esa parte del diario que supuestamente escribí, mi cabeza me empieza a doler mucho y me vienen recuerdos puntuales de ese dia. Poco a poco voy recordando que me ha pasado y quien soy. Antes de decir que estoy recordando algo, Dani me interrumpe y comienza a hablar.
- Nos conocimos en una parada de autobús un dia que llovía. Yo estaba con mi camara de fotos que me regalo mi padre antes de morir, y estaba probando si funcionaba. Me topé con tu cara tan bella y hermosa y no pude resistirme a hacerte una foto. Aunque parezca imposible, y te sorprenderás, aun la sigo guardando... - se levanta un poco y de su bolsillo saca la cartera que antes habia sacado y que guardó otra vez.
De un pequeño bolsillo saca un papel bien doblado y muy bien conservado. Lo desdobla y alli me veo sentada en un rincón de una parada de autobuses y con una sonrisa preciosa dibujando mi rostro. Me dice que esa era yo, y lo recuerdo aun mas bien. Despues de eso, sigue con la historia.
- Aun recuerdo como, despues del instituto, empezó a llover y te quedaste sola en la parada del bus sin saber que hacer. No sabia a que distancia estarías de tu casa, pero tenia pinta de que estaba lejos si no te habias ido ya. Me dio pena que te quedaras alli, y como a mi me daba igual mojarme o no, fui corriendo hacia donde estabas y te presté mi paraguas. Me senti muy bien al sabe que no te mojarias y conseguiste sacarme una sonrisa aunque el dia me habia ido un poco mal... Ese mismo dia me encontre contigo por la tarde en una cafeteria. Yo me acababa de mudar a la ciudad y me pareció un sitio apetecible donde tomar un chocolate caliente. Cuando entre por la puerta te vi alli, sentada mirando por la ventana, y en ese momento me enamore de ti. Tu forma de mirar a la nada, hacia que todos mis pensamientos se dirijieran a ti. Para poder tener una excusa para sentarme contigo, me fije que te habias acabado tu Cappuccino, asi que le dije a una de las camareras que me diera otro igual a ese y un chocolate caliente con nubes de algodón para mí. Me acerque a ti y notaba como el corazón me iba a mil por hora. Alli fue cuando empezó todo. Nuestra primera conversación y tu parecía que te sentías a gusto. Todo iba bien hasta que apareció la idiota de Diana por la puerta para arruinarlo todo. Despues de una fuerte discusión a fuera de la cafeteria, le dije que me dejara en paz. Vi como te ibas caminando deprisa, asi que fui en tu búsqueda corriendo. Me encanto cuando te giraste toda hecha una furia y casi me pegas pensando que era Diana. Me enamore aun mas al ver tu cara de enfado, esa tan mona que es para darte de besos. Me gusto mucho el paseo hasta tu casa, y me sorprendió que vivieras enfrente de un amigo mio.Era tu vecino, y justo esa misma tarde en la que te conocí, lo secuestraron y no se volvió a saber nada de el. Lo eché mucho de menos durante meses, hasta que dieron la mala noticia que ya era inminente: estaba muerto. Lo encontraron en una casa abandonada y dedujeron que estuvo alli sin comida ni agua hasta que murió desnutrido, deshidratado y, solo. Por la noche fui a pasear un rato para mirar las estrellas y pensar un poco en todo, y vi que unos chicos se acercaron a tu casa y hicieron algo en la puerta. No se que hicieron, pero me asome por la ventana y vi que tenias un cuchillo en la mano y estabas asustada. No quería preocuparte porque vi que solo hacían un ruido de abrir y cerrar una puerta, pero escribí en una nota de papel que tuvieras cuidado porque te estaban vigilando. Tenia miedo de que te pasara algo y no me di cuenta de que al escribir ese papel, parecía una especie de amenaza y al dia siguiente tu estabas muy nerviosa y mirabas a todo el mundo. No lo pude aguantar y te lo dije al cabo de tres días cuando vi que seguías con miedo. Aunque por poco no me matas, mereció la pena el abrazo tierno que me diste dándome las gracias. Y asi, poco a poco, viéndonos todos los días, nos enamoramos. Empezamos a salir al cabo de dos meses de conocernos y fíjate tu, aun seguimos juntos. Vivimos en un piso en la ciudad de Lille, y hace apenas tres días te pedí matrimonio. La razón por la cual ibas a Toulouse en tren era porque para casarnos tu padre tenia que firmar un papel conforme tu estabas capacitada para poderte casar o algo asi. Aun no entiendo muy bien las normas de este país, pero he de decir que son muy raras. Despues de sacarle la información de donde se encontraba tu padre a tu madre, te despediste de mi y te fuiste en el tren. Hace unas horas me llamaron y me dijeron que habias tenido un accidente y vine lo antes posible aquí. Puede que no recuerdes aun nada y que esto te parezca un cuento chino, pero de lo que tienes que estar segura es de que te amo mas que a mi propia vida y eso no cambiara nunca.
Ha acabado de contarme la historia y mis ojos comienzan a soltar lágrimas. Estoy llorando, y como puedo le hablo a Dani.
- Dani, lo recuerdo. Como te conocí, como fue nuestra primera charla, como poco a poco te convertiste en lo mas importante para mi, todo. No se como ni porque, pero lo recuerdo.
11:03 am. Luego de hablar horas y horas en el hospital con ellos asegurándose de que recordara toda mi vida, me dieron el alta y me fui a casa. Estoy feliz de estar en mi piso en Lille, junto a mi amor Dani, y sana y salva. Lo he pasado muy mal, ya que no es fácil recordar que tu vida casi siempre ha sido una mierda y que casi mueres en un accidente de tren al montar por primera vez en uno. A partir de hoy tendre mas cuidado con lo que hago. Ah, y la chica a la que salve me dio las gracias un millón de veces y me invito a ir con ella y su novio (el chico de la estación) de vacaciones los cuatro algun dia. Me siento realmente bien de estar a salvo junto a quien quiero. Al final va a ser verdad lo que dicen de que el amor todo lo cura.

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⏰ Última actualización: Jul 01, 2017 ⏰

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