aprender a apreciar (de manera correcta)

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La gente dice que todas las personas con sobrepeso tienen un corazón sensible, Minseok no sabía por otras personas, pero sí por él mismo. Con apenas diecisiete años de edad, Minseok medía alrededor de su metro sesenta y cinco; poca estatura para un chico de su edad; pero su peso ya pasaba de los ciento diez kilos.

Minseok rezaba todos los días para que Dios se llevara a todas las personas delgadas de la Tierra para algún otro planeta y que en este solo se quedaran los que eran como él; los obesos, así ellos vivirían en paz y armonía y se amarían entre ellos. Cada vez que Minseok pensaba de esa manera sus «amigos» le decían que soñar era gratis, pero que si utilizaba ese tiempo en el que se la pasaba pensando en cosas imposibles, en hacer ejercicio para adelgazar, desde hace un tiempo podría haberse despedido de esos cuarenta a cincuenta kilos que le sobraban.

Cada que escuchaba esas palabras Minseok sabía que sus amigos estaban en lo correcto, pero no todo era tan fácil como lo decían, Minseok había probado múltiples maneras para poder perder peso, como por ejemplo, no comer, cosa que al principio le iba muy bien pero en tres días fallaba, ya que en su tercer día Minseok estaba delante de la nevera, comiendo casi todo lo que había en ella, de esta manera, en su tercer día ya había recuperado los kilos perdidos o incluso, más de lo que perdió.

Pero, como solía decir Minseok, siendo un «gordo» tiene sus ventajas también, por ejemplo, Minseok tenía muchos amigos y a estos les gustaba pasar el tiempo con él, o eso era lo que Minseok pensaba. De vez en cuando ellos se reían de su sobrepeso y aunque eso en un principio dañaba a Minseok, poco a poco se fue acostumbrando, la razón de su acostumbrar fue porque Minseok por fin sentía que servía de algo en esa vida, si sus amigos podían llegar a estar felices y sonreír gracias a él, Minseok estaría contento por ello. Pero en verdad, para los supuestos amigos de Minseok, él solo era un gordinflón del que se burlaban. Como por ejemplo, en su último año antes de la universidad.

Minseok junto a sus amigos estaban sentados en la cafetería del instituto, jugando a verdad o reto; Minseok llevaba perdiendo diez partidas seguidas y en su décima derrota eligió reto.

Todos los que estaban en la mesa sonrieron con malicia y uno de ellos señaló a una mesa que estaba cerca de la entrada, esta misma estaba ocupada por cuatro chicos.

—¿Ves al más guapo? Se llama Chanyeol, es de la clase de al lado y se rumorea de que es bisexual, venga, vete y dile que te gusta.

Minseok negó múltiples veces con su cabeza y se encogió en su asiento, pero segundos después su compañero tiró de su brazo y dijo un «si no vas, cortamos relaciones», todos los demás dijeron lo mismo mientras alguno soltaba una que otra risa. Minseok no tuvo más remedio. Olvidó con qué valentía caminó hasta la mesa en la que se sentaba aquel chico llamado Chanyeol, cuando llegó a la mesa y dijo un «me gustas» mientras miraba a Chanyeol solo quería morirse. Pasaron tres segundos angustiosos para Minseok antes de que todos los chicos sentados en aquella mesa soltaran una ruidosa carcajada. Chanyeol miró a Minseok con una sonrisa, no de las burlonas, era ese tipo de sonrisa casi nunca nadie le dirigía a Minseok, eran de esas amables y tranquilizadoras; Minseok había sido víctima con aquel gentil gesto; después, aún con esa sonrisa en el rostro, Chanyeol por fin habló.

—Aléjate, gordo de mierda.

Desde ese día hasta los tres siguientes, Minseok no durmió bien, soñaba con Chanyeol y con sus palabras, esas palabras de verdad le habían hecho daño.

Cuando Minseok aún no sabía como explicarle a Chanyeol que todo eso había sido una broma, todos sus amigos ya habían hecho correr el rumor de que «a Minseok le gusta Chanyeol» por todo el recinto. En los momentos más problemáticos y vergonzosos de Minseok, cuando no sabía qué hacer para desenlazar aquel mal entendido, una invitación de cumpleaños de parte de Chanyeol llegó a él.

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