Mia.
- Y justo cuando estaban a punto de salir tuvimos que irnos al hospital por mi hermano. -Terminé de contar a mi amiga.
- Bien, querida Mia, eso sí es mala suerte. -Soltó una risita.- Estabas a punto de conocer a tus ídolos y tu hermano se desmalla. -Palmeó mi espalda soltando risas.
- Y que lo digas, ya van varias veces que estuve a nada de conocerlos y algo pasa. Necesito hacerme una limpia.
Ambas reímos.
- ¿Cuantas veces ya van con esta? -Preguntó mi amiga aguantando una carcajada.
- Uhm, siete.
- ¿Es en serio?
- Sip. -Dije remarcando la "p" al final.- Siete intentos fallidos de conocer a CD9 en los que no he logrado nada. -Bajé la mirada, triste.
- Venga, amiga no estés triste. -Levantó mi mirada.- Puedes intentar con otras cosas.
- ¿Otras cosas? -¿A qué se refería mi amiga con eso?
- Pide un deseo.
¿Es en serio? ¿Se está burlando de mí?
- Ajá, como si funcionarán.
- Claro que funcionan.
- ¿Has pedido alguno?
- No, pero creo en ellos. -Sonrió
- Bien, ¿Cómo lo pido?
- Pide conocerlos y ya.
- Eso lo sé pero con que lo hago, una estrella fugaz no pasará justo hoy.
- Te mostraré.
Sacó su teléfono y se metió en él buscador, dio clic a la barra y tecleó 11:11.
En la pantalla de su teléfono aparecieron infinidad de cosas hablando sobre deseos del alma y quién sabe que cosas.
- Mira, cuando en tu teléfono aparezca por casualidad estos números. -Dijo señalando la imagen de 11:11.- Debes pedir un deseo, en voz alta, pero sola, debe ser un deseo del alma.
- ¿Y ya?
- Sí, sólo no debes estar esperando la hora, debe ser casual. Si tienes suerte lo lograrás.
¿Si tengo suerte? Suerte es lo único que falta.
- Lisa, la suerte y yo no vamos, es odio mutuo.
- Pues empieza a amarla y quizás logres algo.
- Quizás.
Lisa y yo nos quedamos platicando un rato hasta que su mamá llegó por ella a mi casa, se despidió de mí y se fue, dejándome sola con mis pensamientos.
Quizás eso de 11:11 no era tan descabellado, es decir, me ha pasado de todo cuando estoy a nada de conocer a CD9, ¿Y dudo de los deseos?
Ahora sólo faltaba esperar a que la suerte no me odiara como las anteriores veces y lograra pedir mi deseo.
Según dijo Lisa, no puedo estar esperando la hora si no debe ser casual, ¿Qué hago ahora?
Me decidí a escuchar música un rato, CD9 era lo único que sonaba en mi habitación además de mi horrible voz cantando.
Pasó el tiempo y encendí mi teléfono para mirar la hora, valla suerte.
11:12 mi teléfono marcaba las 11:12 eso, eso señoras y señores se llama mala suerte.
Ni qué decir, pasó la hora por un maldito minuto, y también mi hora de dormir.
Me preparé para ir a la cama, me coloqué mi pijama de unicornios y salté a la cama para arroparme con las cobijas.
- Valla suerte. -Susurré para mí misma y caí en un profundo sueño.
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¡Hola! Bienvenidos a "11:11" espero que esta historia les encante tanto como a mí. Adiós.-Luxxi.