Capítulo Uno.

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El despertador sonaba una y otra vez, ya había amanecido. Denis miró la ventana por el rabillo del ojo, un día bastante nublado como cualquier otro. Últimamente el clima cambiaba drásticamente lo cual le parecía deprimente, la mayoría de veces era solo lluvia sin haber una pizca de sol.

Removiendose en la cama notó como uno de sus brazos ardía. Hizo una mueca de dolor volviendo a enterrar la cara en la almohada para seguir durmiendo.

No había salido de su cama desde hace tres días. Alguna trabajadora de la casa se encargaba de dejarle comida afuera de su habitación y una pastilla para dormir. Ordenes del psiquiatra.

A sus dieciséis años padecía insomnio, uno de los muchos síntomas de su depresión.

Según su madre Ciara, era una etapa de su adolescencia así que se las arreglaba con las pastillas. Porque estaba segura de que algún día se le pasaría su capricho.

Mientras tanto le ponía llave a su puerta, por si acaso.

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—Ciara — llamó Ben. — Nuestro hijo no ha salido de su habitación, necesitamos verlo, por favor dame la llave.

—Cálmate Ben — Sonrió acercándose a él, enrollando sus brazos sobre su cuello para darle un casto beso en los labios. — Él está bien, mejor cuando llegue del trabajo me llevas a cenar y disfrutamos un rato... — Paso su mano por su formado pecho. — Tu y yo solos.

Ben asintió sin ganas.

—Hoy es mi día libre, me quedaré cuidando a Denis.

—Como quieras, solo no te quedes mucho, déjalo descansar.

Ciara saco la llave de su bolso y se la entregó. Luego de una sesión de besos, abandonó la casa para ir camino al trabajo.

Ben dudó si en subir o no, realmente quería ver a Denis pero cuando lo hacía, su corazón comenzaba a latir rápidamente. No era normal que sintiera algo así por un niño, pero no era un simple niño, era su hijo.

No sabe cuando paso pero comenzó a ver a Denis con otros ojos cuando esté cumplió diez años. Al menor le gustaba ir desnudo por toda la casa, solo acompañado de unos bóxers simples, pero que amoldaban bien su pequeño culo.

A los catorce comenzó a vestirse de negro y cuero, dejando que su cabello creciera un poco. Comenzando esa "etapa de rebeldia" contestando mal a cada cosa que Ben le decía, cometiendo el error de pegarle una vez en el rostro. Ese «te odio, ojalá no fueras mi padre» le dolió tanto.

Benjamín se había encontrado con varias situaciones en donde quería saber como estaba Denis, pero encontrándolo con chicos y chicas en su cama. 

A él no le quedo de otra más que soportar.

Subiendo las escaleras hacía la habitación de Denis para poder hablar con él, luego de tres días de que se encerrara.

Llegando a la puerta no se molestó en tocar, porque sabría que no obtendría respuesta. Colocó la llave y abrió cuidadosamente.

La habitación estaba hecha un asco, ropa tirada por todas partes, algunos platos amotonados en su pequeña mesa y un delicado cuerpo descansado en la cama.

Se acercó un poco más estando a escasos centímetros de Denis. Se sentó a un lado de la cama para sentirlo.

Paso su mano por su revoltoso cabello, acariciándolo.

—¿Cómo es que has terminado así, bebé?

Sonrió con tristeza.

Quería abrazarlo, quería besarlo, quería poseerlo y hacerle saber que no estaba solo. Calmar su tristeza.

Razones | Brustoff.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora