Los últimos días de un Guarimbero
A los caídos, a los detenidos, a los torturados
y a los que siguen en la lucha.
Sábado, 15 de marzo de 2014
En algún lugar del mundo
Eran exactamente las tres y media de la mañana cuando mi despertador sonó. Para esa hora, ya yo estaba despierto, contemplando el techo que estaba sobre mí, en medio de una oscuridad casi absoluta. Apagué la alarma casi al tiempo que empezó a sonar, y sólo en ese momento me di cuenta de lo cansado que estaba. La espalda me dolía intensamente, producto de los golpes que había recibido el día anterior.
Por suerte sólo lograron darme en la espalda.
Me levanté de inmediato y me dirigí directamente al pequeño baño que se encontraba justo al salir de mi habitación. Al encender la luz contemplé, una vez más, los daños en mi espalda: aún tenía las marcas rojas de la escopeta con la que me habían golpeado, pero mis heridas ya no sangraban. De no ser porque los vecinos salieron en conjunto a defenderme, probablemente me hubieran detenido, por decir lo menos que hubiera sido de mí.
Lavé mi rostro y cepillé mis dientes. Sólo en ese momento, después de tantos días de abusos y lucha, me permití soltar un par de lágrimas.
Me puse unos jeans y una franela blanca y me dirigí a la cocina, donde no me sorprendió encontrar a mi madre, lista para salir. Al verme entrar me contempló con ojos llorosos, sabiendo adónde y qué estaba a punto de hacer. En su rostro vi reflejado el dolor y angustia de muchas madres hoy en día, pero esta lucha era de todos. No podía complacerla cuando me rogaba que me quedara en casa. Ya lo había intentado muchas veces durante las últimas semanas. Tantas veces me había negado, que pronto dejó de pedírmelo. Pero desde entonces, sólo he podido ver en su rostro esa mirada de melancolía.
-Venderán leche en el supermercado a las 9. Algunos vecinos ya deben estar en la cola.
Me limité a asentir. Esta era precisamente una de las razones por las cuales no podía claudicar en mi lucha.
Ella se acercó a mí y me besó en la mejilla.
-Cuídate, por favor.
-Lo haré.-respondí mirándola fijamente a los ojos con la intención de engañarla, puesto que a estas alturas no podía garantizarle que volvería a casa.
Y ella lo sabía.
Me miró unos segundos antes de tomar su cartera e irse.
Sobre el mesón se encontraba una taza llena de café. Coloqué mis manos sobre ella, para que el humo de la bebida calentara mis frías manos. Si bien no contábamos con aire acondicionado en la casa, durante la madrugada hacía algo de frío. Tomé un trozo de pan y desayuné tan rápido como pude.
De repente, sonó mi celular. En la pantalla iluminada pude ver que se trataba de mi mejor amigo, Daniel
-Pensé que te habías quedado dormido.-dije como saludo.
Él soltó una risa.
-Creí que después de esos golpes te acobardarías.-dijo burlonamente.
Ahora era yo quien reía.
-Esta vez tenemos que prepararnos mejor. Escuché que en otras ciudades están allanando casas.-dije seriamente.
ESTÁS LEYENDO
Los últimos días de un Guarimbero
Non-FictionLos últimos días de un Guarimbero es una historia que describe, desde la perspectiva de un personaje ficticio, la realidad que hoy en día viven miles de estudiantes venezolanos. Una realidad que, si bien es asociada a Venezuela, podría ser la realid...