until the end

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—No. Me. Olvides —espetó con gran dificultad cada sílaba.

Fueron sus últimas palabras.

Observaba atónito la escena rodeada por sus brazos siendo incapaz de consumir tanta información de golpe. Al ser inútil retenerlo en su mente, volvía aun más doloroso el momento de asimilarlo a la realidad. Ambos ocelos abiertos en desmesura nublaban su visión al ser colmados por lágrimas, derramándolas sin la intención de detenerse, predominando un semblante perplejo por tan inaudito impacto.

Los sentimientos que merodeaban en su mente resultaban inconclusos, le era complicado escoger la sensación adecuada para el momento que vivía. La guerra interna presente en aquel lugar de su cabeza, provocaba ecos lastimeros por todo el espacio, sintiéndose el ser más pequeño del mundo, indefenso.

Sintió como sus cuerdas vocales se fragmentaban una a una al liberar un estruendoso grito desgarrador, lastimando en severo la zona de su garganta. Selló sus párpados con fuerza, escurriendo su lagrimal, regando litros de llanto.

La figura sin vida entre sus brazos, era la causante de tan doloroso momento. Sobre sus cuerpo y prendas, las manchas de sangre eran ausentes, declarando la ausencia de implementos afilados. Una de las manos del fallecido portaba entre sus regordetes dedos un envase con una etiqueta rodeando toda la curvatura de este. Al verle, lo tomó y acercó, vislumbrando un empaque de neurolépticos. No había sido una muerte dolorosa, sin embargo, lo que el fallecido olvidó medir, era el dolor tan inmenso que provocaría a su alrededor.

Dejando el envase de lado, tomó entre ambas manos aquel rostro sin expresión, con la mirada fija en la nada. Las lágrimas que desprendía de sus húmedos ocelos, caían directo al cadáver. El llanto desenfrenado y el sentimiento tan doloroso obligó a acercar aquel cuerpo al suyo, estrujando al fallecido contra su pecho, como si su vida dependiera de ello, permitiéndose llorar sin control. Divisó que aun poseía su característico olor a lavanda, aroma que personalmente escogió para él.

Entre sus manos portaba a su amado y difunto esposo, Park Jimin. Aquel que le había jurado amor eterno, que había prometido no dejarle solo ni por un segundo, que había prometido mantenerse junto a él incluso en momentos de angustia. Y ahora que más necesitaba de su apoyo, lo tenía congelado entre sus brazos, incapaz de consolarle.

El castaño atesoraba a Jimin entre sus brazos, deseando jamás soltarle, pero repentinamente, el cuerpo del fallecido comenzó a desvanecerse hasta desaparecer. Una vez que el chico notó la ausencia de su amado, cayó en cuenta que se abrazaba a sí mismo. Abrió sus párpados con estupor, recorriendo la mirada por cada rincón de la habitación buscando señales del cuerpo.

Parpadeó varias veces, tallando sus ojos con sus manos, mojándolas a su paso. Torpe, intentó ponerse en pie, flaqueando sus piernas al intento, utilizando la cama como apoyo para levantarse. Se llevó las manos a la cabeza, alborotando sus finas hebras de cabello exasperado, intentando asimilar la alucinante situación en que se hallaba. La idea de que los treinta comenzaban a afectarle, no pasó desapercibida.

Con la repentina muerte del azabache, comenzó a tener alocadas alucinaciones donde aparecía, para minutos después esfumarse, frustrando en demasía al castaño. Ya han sido distintas muertes, haciendo cuestionar a su memoria sobre cual era la verdadera. Comenzaba a sentirse como un completo demente por el estado tan vulnerable en el que se hallaba, sumándole la falta tan descomunal que le hacía su marido, rogando por la necesidad de tenerle de vuelta a su lado. Sus deseos en cada noche eran que al amanecer, aquellos brazos le rodearan por la espalda, informando que le protegían y que regresaba para jamás apartarse de nuevo.

El silencio le envolvió por completo, cayendo en la soledad que se encontraba. La luz que iluminaba la habitación, comenzó a apagarse de forma repentina, quedando con la tenue luz de la tormenta que se avecinaba. El extenso ventanal ubicado a un lado de sí, le permitió divisar aquel triste paisaje. El clima desolado le caracterizaba justo en ese momento.

Memory ❁ [kookmin; oneshot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora