-¡Cada vez es más enorme!.- Exclamó Nigel señalando el vientre de Camila quien terminaba de hacer los últimos panqueques para el desayuno.
-Eso es porque hay un bebé allí dentro.- Dijo Nick como si fuese lo más obvio del mundo justo antes de beber un poco de su leche.
-Bueno ya está. No tienen que discutir por el vientre de mamá.- Dije tomando una servilleta para limpiar el bigote blanco que tenía el ojiverde a causa del líquido ingerido.
-¿Quién quiere panqueques?.- Preguntó mi esposa dejando un plato en medio de la isla con una cantidad considerable de éstos.
-¡Yo!
-Dinah ha llamado esta mañana.- Informé mientras me encargaba de poner jarabe en los panqueques de ambos niños sin exagerar.
-¿Cómo están?
-Pues cambiando pañales.- Me reí provocando la risa de todos los demás en la mesa.
Hace una semana ellas habían dado la bienvenida a Lisa y Lily, las nuevas integrantes del clan Jauregui. Y es que hasta hace un mes atrás nadie sospechaba de que fuesen gemelas. Dinah casi se desmaya cuando recibió la noticia y yo no hice más que partirme de la risa ante su asustada expresión.
-¿Lily y Lisa jugarán fútbol con todos nosotros?.- Preguntó Nick con la boca rebosante de comida.
-Me temo que falta algo de tiempo para eso campeón.- Revolví su cabello dando un sorbo a mi café.
-¿Cuánto?
-Al menos cuatro años.- Murmuró Camila viéndolo con ternura en cuanto el pelinegro frunció el ceño algo confuso compartiendo una mirada con su gemelo.
-Eso es.....Mucho tiempo.- Dedujo Nigel frotando su barbilla de manera graciosa y arrugando su nariz al mismo tiempo.
Camila estaba a sólo un mes de dar a luz y yo estaba más que ansiosa por saber de quién se trataba, ya que ambas nos habíamos negado a saber el sexo del bebé hasta el momento del parto. Para hacer de la ocasión una de las más emocionantes y expectantes de nuestras vidas. No me había separado ni de ella ni de los niños desde aquel día en que logré despertar y no pensaba hacerlo jamás. El abuelo Joe estaba ayudando a los gemelos para controlar sus dones y aprender a sobrellevarlos, y yo los ayudaba a continuar con las prácticas en contra de la ira.
-¿Cuál de ustedes tiene mejor olfato?.- Preguntó Joe desde su silla a mis dos hijos quienes estaban de pie frente a él.
-¡Yo lo tengo!
-¡No es cierto!.- Se quejó Nigel.
-Bien, pues creo que tendremos que averiguarlo.- Murmuró el hombre de cabello cano y los miró atentamente- He hecho que Liam escondiese algo dentro de la casa. El primero que lo encuentre será el ganador.
Como era de esperarse comenzaron a correr hacia el interior de la casa intentando llegar primero que el otro a su objetivo.
-Son las galletas de mamá ¿No es así?.- Arqueé una ceja y él rió.
-Son las mejores.- Se encogió de hombros.
-No me gusta que los hagas competir.
-A veces es bueno un poco de competencia para concretar el trabajo en equipo.- Dijo dándome una sonrisa triunfante pero de inmediato desapareció para ser reemplazada por una mueca.