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Feliks se sorprendió  ante la respuesta de Ivan, nunca creyó que él tendría una historia tan interesante para contar, así que se reclinó en la barra de la cocina, con la pregunta en la punta de la lengua y al ver que Ivan volvía a perderse en la fotografía, por fin se atrevió a hablar.

-¿Dónde está Yao ahora?

-Lo que quedó de el está muy lejos de aquí

Feliks inmediatamente se arrepintió de preguntar, pero para su sorpresa fue Ivan quien continuó.

-Yao es, lo siento, era por mucho la persona más viva y apasionada que jamás conocí, por lo menos en la cocina y todavía recuerdo la primera vez que lo vi, entre el estruendo de los cocineros ,con el fuego haciendo brillar sus ojos cafés

Inmediatamente el rubio comprendió la situación y no pudo evitar soltar un ruidito de exclamación, sin importarle eso, Ivan prosiguió.

-Ambos éramos apenas unos muchachos ingenuos y no estábamos conformes con nuestro destino, pero el tiempo pasó y nos volvimos muy cercanos, el siempre estaba de un lado a otro, y la distancia se hacía cada vez más grande, hasta que sin que yo me diera cuenta él estaba trabajando en su propio restaurante y yo administrando una gran cadena de edificios. Al final el volvió a casa, a China para ser exactos y me prometió que regresaría a buscarme. De pronto un día, todo el color se esfumó y simplemente me negué a aceptarlo hasta que poco tiempo después, su primo me dio la noticia de que se había incendiado su restaurante y él murió ahí mismo.  Consumido por su propia ambición.

Hubo un momento de tenso silencio entre ambos antes de que Feliks se atreviera a hablar de nuevo.

-¿Todo es gris para usted?

-Absolutamente todo 


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