El gemelo maldito

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Soltó un grito agudo que intentó ahogar con la mano, cayó de culo contra en suelo y se golpeó la espalda con el borde de la cama.

Entonces, con el dolor aguijoneándole la espalda y el frío calándole los huesos, soltó una carcajada histérica y sonora. Solo alguien tan estúpido como él podría haber pensado que ese era Bang YongNam.

Buscó una manta en el armario y se cubrió con ella los hombros para luego ponerse las zapatillas y salir en silencio.

No saludó a YongGuk ni se molestó en mirarlo a la cara, simplemente le rodeó los hombros con la manta y se sentó en una de las ramas bajas del olmo.

—¿Qué haces aquí? —preguntó el mayor con la voz ronca y llorosa. Cuando JunHong levantó la mirada, vio los surcos de las lágrimas en sus delgadas mejillas.

—Bueno, entraste a mi patio y estás en mi columpio, tal vez debería ser yo quien haga esa pregunta. —Se aseguró de remarcar los posesivos y se encogió de hombros.

—YongNam decía que aquí encontraba paz... no sé por qué.

Ambos suspiraron a la par y JunHong vio a YongGuk acomodarse la manta y volver a temblar. Las lágrimas seguían corriendo por sus mejillas, pero no sollozaba ni respiraba agitadamente, parecía llorar como los personajes de los dramas.

—Acá fue donde le robó el primer beso a JunSeo hyung.

Lo recordaba perfectamente, había sido solo un niño espiando a su hermano mayor que no le permitía acompañarlo en sus aventuras en el exterior. Fue una noche de verano, su madre había salido a una cena con sus colegas –como acostumbraba a hacer– y JunSeo había quedado a cargo de su cuidado. Creyendo que JunHong estaría durmiendo, salió al patio a encontrarse con YongNam.

En ese entonces, JunHong no comprendía qué era lo que pasaba entre su hermano y Bang YongNam, menos cuando vio a JunSeo correr como alma que lleva el diablo hacia la casa y cerrar la puerta con un golpe estruendoso. JunHong había corrido hasta la cocina, dispuesto a matar a quien le hiciera daño a su hermano, pero en lugar de encontrar a JunSeo llorando en la cocina, lo encontró cubriéndose el rostro mientras soltaba agudos grititos emocionados.

¿Cuánto tiempo había pasado desde eso?

—JunSeo hyung fue tan feliz.

—Tu hermano —dijo el mayor con la voz ronca y las cadenas crujieron cuando YongGuk las forzó para girar el columpio y encararlo—, tu hermano realmente hizo feliz a YongNam.

JunHong quiso decir lo mismo sobre YongNam, que él fue la causa de la felicidad de JunSeo, porque en realidad así fue, pero también lo hizo inmensamente miserable, por lo que decidió cambiar el tema.

—¿Quieres pasar?

Repentinamente recordó la llamada de su amigo, HimChan y YongGuk habían discutido. No le importaba mucho saber por qué, tampoco las razones de que YongGuk comenzara a tomar las costumbres de su hermano muerto, pero tampoco le agradaba la idea de dejarlo a congelarse haciendo chirriar las cadenas del columpio.

YongGuk se acurrucó con la manta y le lanzó una mirada acuosa, negando con la cabeza.

JunHong suspiró y le quitó la manta de un tirón violento.

—La verdad es que no era una pregunta: pasa.

A regañadientes, el mayor lo siguió hasta la cocina, donde le preparó un té y lo obligó a sentarse junto a la mesa. Sin las brisas de aire del exterior, el aroma a alcohol y hierba que emanaba el cuerpo del mayor era casi vomitivo.

—¿Por qué no fuiste a tu casa?

YongGuk tomó un sorbo de té e hizo una mueca desagradable luego de quemarse la lengua y darse cuenta de que no le había puesto azúcar.

Requiem [BangLo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora