CAPITULO I

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Eran alrededor de las tres de la mañana cuando me desperté a causa del azote de la puerta principal, al acercarme a la puerta de mi cuarto pude percatarme que era mi padre quien había llegado a casa, la verdad no me sorprendía que llegara a estas horas, ya que a causa de su trabajo él siempre llegaba alrededor de la misma hora, pero al parecer hoy era distinto a cualquier otro día por el hecho de que él estaba molesto.

Mi padre entró a su alcoba y prendió la luz de imprevisto sin tener un poco de cuidado, puesto que ya mi madre estaba dormida, o eso nos hacía creer ella al siempre apagar la luz a las diez de la noche sin excepción, ellos empezaron a conversar, pero debido a la distancia que dividía a las habitaciones no pude escuchar de lo que hablaban, pero por lo que alcance a distinguir es que ambos estaban discutiendo, pero el motivo no lo podía escuchar, después de unos cuantos minutos ya no se oía absolutamente nada, y fue hay cuando decidí irme a dormir, pero me quede con una fuerte inquietud de por qué peleaban.

Al día siguiente, al despertar, pude percibir una sensación tan extraña, algo que nunca había sentido, era como un vacío, como si las cosas no estuvieran bien, como si faltase algo o alguien, y sentí un miedo inexplicable que recorría todo mi cuerpo, me levanté de la cama y me dirigí al baño a refrescarme la cara al levantar la cara y ver el reflejo del espejo, pensé que diablos está pasando.

Al momento de salir de mi alcoba, pude notar en la alfombra del pasillo unas cuantas gotas de sangre que venían del cuarto de mis padres, fue cuando me dije algo aquí está pasando, tuve demasiado miedo de lo que hubiese pasado, me arme de valor y entré sin pensarlo al cuarto de mis padres y al entrar y ver que estaba completamente vacía, el armario ya no tenía ninguna de sus prendas, ni una sola de sus pertenencias estaba, solo quedaba una cama completamente vacía y un sentimiento de inquietud, lo primero que cruzó por mi mente al ver tal situación es que me habían abandonado dejándome a cargo de mis hermanos menores. -los cuales son las dos gemelas ARIA Y AMAR de apenas siete años de edad y a mi hermano Zeus de apenas un año de edad y yo con tan solo veintitrés años, sé que ya soy la mayor, pero no sabía cómo lidiar con los niños en ese momento-.

Salí corriendo hacia mi alcoba, me encerré sin importarme todo lo que pasaba a mi alrededor, los peores pensamientos vinieron a mi mente, me cuestionaba el porqué se habían dispuesto a marcharse mis padres, yo no sé cómo lidiar con tres infantes, ya que realmente nunca me había preocupado por la crianza de ellos, no me sabía sus horarios, ni mucho menos que cosas podían comer o no, el lloriqueo de mi hermano menor me saco de mis pensamientos, él se despertó y al no ver a mi madre como le era habitual comenzó a llorar, no le preste atención hasta que las gemelas tocaron a mi puerta, estuvieron insistiendo a la puerta por varios minutos en lo que pensaba una escusa para darle respuesta a sus preguntas, a las mismas que ni siquiera yo podía saber, abrí la puerta con una sonrisa en el rostro, fue la más dolorosa sonrisa que había puesto en mi rostro en toda mi vida, las dos al mirarme me abrasaron, sentí ese abrazo de ambas como si ellas supieran que algo malo estaba pasando en la casa, ellas solo me preguntaban ¿dónde esta mami?, -intente contener las lágrimas para no derrumbarme enfrente de ellas-, yo solo les pude decir tranquilas ella volverá pronto.

Solo pasaron unos cuantos segundos de aquel abrazo, ya que Zeus persistía con su llanto, deje un momento a Aria y Amar en el pasillo mientras me dirigía a la cuna de mi hermano, lo tome en brazos y empecé a cantarle la canción de cuna que mi madre me cantaba de pequeña.

Tili tili bom

Cierra tus ojos ahora

Alguien está caminando fuera de la casa

Y toca a la puerta,

Tili tili bom

Zeus se calmó después de un rato, salí al pasillo y les dije a las gemelas que debían desayunar para ir a la escuela ellas dijeron que sí, bajaron a la cocina y yo detrás de ellas con mi hermano en brazos, les prepare un par de huevos, les di jugo de naranja de la nevera, al terminar de darles el desayuno subimos para alistarlas para la escuela, tome sus mochilas y coloque a Zeus en su carriola, camino a la escuela de las gemelas recordé que no llevaban almuerzo me detuve a darles dos dólares a cada una para su almuerzo.

Al llegar a casa deje a mi hermano en su andadera, yo me senté en una mesa del comedor y me quede pensando que iba a pasar con toda esta situación.

De repente sonó mi móvil...

Sonó una vez...

Sonó dos veces...

Cuando iba a sonar por tercera vez lo tome y conteste...

- Bueno... (le contesté con la voz más temerosa)

- Hola hija...-Era la voz de mi padre, pero ese no era su número.-

- Papá, dime que está sucediendo, ¿dónde esta mamá? (lo dije algo asustada), mis hermanos y yo los queremos de vuelta.

- hija por favor tienes que ser fuerte no por ti sino por tus hermanos que aún son pequeños...

- por favor dame una explicación de que es lo que está pasando, por favor papá, no sé qué voy a hacer yo sola.

- hija llegará el momento en el que lo entenderás, Por favor cuida de tus hermanos. Te amo hija.

Cuando quise preguntar algo más, mi padre ya avía colgado la llamada.

Un fuerte vacío se comenzó a formar dentro de mí, tenía esa sensación de vomitar, pero solo se quedaba por unos segundos, cuando reaccione de la llamada, intente llamar al número, pero la llamada nunca salió, una gran impotencia surgió, conforme se iba esparciendo la sensación en mi cuerpo sentí como las lágrimas empezaban a recorrer mis mejillas.

Por más que quería darle repuesta a mi gran pregunta, ¿por qué se marcharon?, no encontraba ni una maldita idea del porqué, pero no podía derrotarme, por más dudas que tuviera, o ganas de escapar de esta situación no podía, ya que mis hermanos me necesitaban, más de lo que yo me necesitaba a mí misma.

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⏰ Última actualización: Aug 14, 2023 ⏰

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