El Precio de Nuestra Felicidad

44 2 2
                                    

Ereri Oneshot.

___________________________________________________

Odio el jodido día de las madres, que toda esa bola de putas me miren como si fuera el amo del universo, queriendo cogerme... Odio a las alfas, odio a mi propia estirpe y sobretodo odio el tener que asistir al día de la madre.

Me he pasado toda la jodida noche haciendo el traje de fleur para su baile, no niego que me gusta armarlo y que disfruto viéndola saltar de alegría, pero esto es jodidamente frustrante.

-¡Levi! - oigo gritar mi nombre desde la puerta y me levanto para ir a recibir al que se hace llamar mi marido.

-¿qué quieres?- pregunto más con cansancio que con amor.

-¿acaso esa es manera de recibir al que te ama?- pregunta y se acerca a mí ya con los zapatos removidos solo para cargarme y darme un beso en los labios.

-¿acaso esta es hora de que el que me ama llegue?-

-vamos, solo salí un poco más tarde del trabajo-

-se suponía que debiste de haber llegado hace ocho horas Jaeger, hace putas ocho horas-

-lo lamento, había demasiado que hacer, de todas formas no es para tanto-

-¿no es para tanto?, ¿sabes qué día es hoy?, ¿o lo que va a pasar?- pregunte ya con rabia de sobra, el muy pendejo no recuerda nunca nada.

-Mmm...No, te mentiría si te dijera que se dé que me hablas-

-Eren... Hoy comienza mi celo- dicho esto el mocoso me puso en el suelo y volvió a abrazarme.

-¿es así?, no lo recordaba, supongo que soy un mal alfa, debería de tener pendientes este tipo de cosas, lo lamento, ¿compraste tu medicación?-

-lo hice, no soy tan imbécil, pero hoy es el festival de Schnee y si no me ve ahí puede que se sienta mal-

-¿con que eso es lo que te preocupa?, está bien... ¡Fleur!- le grito a nuestra pequeña y por la puerta de la cocina asomo una cabecita de cabellos oscuros, un par de ojos de diferente color individual decidieron espiar y por fin la niña salió de la cocina, el día de hoy la mocosa había decidido vestirse sola y me había cerrado la puerta en la cara así que no había visto su combinación, me sorprendió que la enana tuviera tan buen gusto, lucía un vestido rojo con Canesú blanco en el pecho, se había colocado un juego de calcetas blancas que llegaban a la mitad de la pantorrilla y las cuales terminaban con holanes del mismo tipo de tela que el Canesú, para rematar traía puestos los zapatos rojos de charol que el día de ayer habíamos salido a comprar y adornaba su cabello con un par de pasadores blancos mal colocados, le sonreí a la pequeña y le pedí que se acercara, ella rodó los ojos pero de todas maneras corrió hacia mí, me abrazo con fuerza y luego abrazo a su progenitor.

-hola pequeña princesa, escuche que mama ha pasado toda la noche armando tus flores, ¿acaso no lo ayudaste?-

La pequeña alzo los ojos y observo con mirada altanera a su padre.

-le pedí si me dejaba ayudarlo pero como siempre me dijo mocosa y que era demasiado complicado para que una niña alfa lograra entenderlo- la mocosa rodó los ojos y se paró al lado del idiota de eren que cruzo los brazos cuando se puso de pie, ambos tenían las mismas manías y ambos eran adorables cuando se molestaban.

- ¿acaso un alfa no puede jugar con flores de plástico?- me preguntaron ambos al unísono.

-no, por obviedad, no quedaría tan bien hecho por un alfa como esto- de detrás de mi saque la guirnalda de flores curiosa y detalladamente hecha, la coloque en la cabeza de mi pequeña y deje caer el velo que unía las flores hacia atrás de la cabeza , entonces levante un poco la corona y quite los pasadores que comenzaban a serme bastante fastidiosos y entrelacé su cabello con las guías de adornos preciosos que estaban hechas de diamantes falsos y piedras brillantes, unidas con un hilo plateado y las fije a su cabello con un par de bandas elásticas adornadas con flores del mismo tipo que la guirnalda, la niña se quedó muy quieta cuando estuve colocándosela y cuando baje el velo en su nuca me preguntó si estaba listo, le conteste que si y comenzó a caminar hacia el espejo que adornaba el pasillo, eren me abrazo por la espalda y juntos observamos la felicidad de nuestra hija al descubrirse a si misma con tanto resplandor, comenzó a dar vueltas y saltos de alegría, me abrazo, abrazo a su padre y siguió bailando en su lugar.

El Precio de Nuestra FelicidadWhere stories live. Discover now