«Y volvíamos a estar en mayo, y allí estaba ella, esperandome sentada en mi cama. Aquella cama que nos había visto dormir durante tanto tiempo, incluso el colchón guardaba ya la forma de cada curva de su precioso cuerpo. La luz del alba entraba por la ventana y hacía ondear su melena, rubia y con mechas de un azul zafiro, con grandes tirabuzones en las puntas. Ella era, es y será siempre la mujer más hermosa que he visto.
Cada vez que la veo recuerdo aquella tarde de verano en la que conocí a lo que podría llamar el amor de mi vida.
Tenía un rostro peculiar, una nariz perfectamente formada, ojos verdes, y la cara algo redonda. La melena larga, muy larga, siempre recogida en una trenza en el lado derecho de su cara, que resaltaba aún más (si era posible) su belleza. Y cerca del labio superior, ese que yo tanto amaba besar, tenía un lunar, uno de los sesenta y ocho que tiene en todo el cuerpo, y que yo mismo podría situar sin problemas. Es más, fui yo el que insistí en que le ayudaria a contarlos.
Era una chica maravillosa. ¿Perfecta? Para mí, sí.
Cuando llegué a su lado, las golondrinas revoloteaban en el jardín y ellas las observaba, mientras yo me fijé en la gran madreselva cubierta de rocío. El día que nos mudamos a aquella casa, la planta era aún pequeña. ¿Tánto tiempo llevabamos allí? No lo sé, a su lado pierdo la noción del tiempo.»
Bueno, aquí me encuentro otro mayo más, dos mayos hace de aquel día en el que escribí aquellas palabras, cuando ella aún estaba a mi lado. Vuelvo a estar sentado en su lugar, pero las marcas en mi colchón ya no están (la echo de menos); no hay golondrinas, hoy vuelve a llover, como de costumbre desde que se fue. No han vuelto aquellas golondrinas desde que se marchó (la echo de menos). La madreselva está seca, sin hojas y tristemente al borde de la muerte. Esa planta que hizimos crecer, ella y yo, que tánto amábamos. El día que me dejó decidí que no merecía la pena conservarla, cuidarla yo sólo, que dolería (la echo de menos). Al final pasó lo peor, que por estar estoy completamente solo.
¿Será que éramos demasiado jóvenes? ¿Qué no encajábamos? ¿Qué su corazón era de otro?
Supongo que ella estará ahora sentada en otra cama y habrá otro hombre mirándola, otro colchón con su forma en otra zona del mundo, otros pájaros y otra planta; otra persona contando y besando cada lunar de su cuerpo (espero que siga prefiriendo mis besos). Quizá ahora tenga el pelo diferente, otras curvas, o quizá ahora todo su ser sea diferente.
¿Fui yo? ¿Fue ella? ¿Fuímos ambos? Quién sabe. Y por saber, yo no sé nada. En fin, puede ser que sí sepa algo, que como yo amé a aquella chica zafiro que me robó el corazón nadie lo hará. Y entre ella y yo ella saldrá peor; yo podré amar a otras como la amé a ella, pero a ella nadie la amará como yo la amé. (La echo de menos)
Fin del capítulo.
¿Que os parece? La verdad esque la escribí para un trabajo, pero me gustó como quedó. Inspirada en el poema de Bécquer 'volverán las oscuras golondrinas'. Like y comentad si os gusta.
PD; no se si seguirla, si la leeis y quereis que la siga decirmelo. Si la sigo explicaré cómo se conocieron y qué pasó entre ellos.
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Chica Zafiro.
Teen Fiction|NO ES FANFIC SOBRE DEMI| «Tenía un rostro peculiar, una nariz perfecta, ojos verdes y la cara algo redonda. La melena larga, muy larga, recogida en una trenza al lado derecho de su cara que hacía (si era posible) que pareciera aún más hermosa). Era...