10. Que solo el tiempo lo defina

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Marshall aún dormitaba cuando escuchó unos pequeños pasos en la lejanía, luego el sonido de una taza apoyada contra la cerámica. Saltó súbitamente de la cama y aunque a mitad de camino se golpeó con el borde de un mueble de su boca no salió otra cosa que un "¿Qué necesitas?" dirigido a su hijo menor.


El infante lo miró mientras susurraba un "Buen día" algo perezoso, sonreía y se servía leche en una taza.


Marshall, ya un poco más despabilado, preparó el desayuno y arregló a sus niños para el día que les esperaba.


Mientras peinaba a su pequeña hija, escuchó su celular sonar, lo cual provocó que prontamente el menor de la familia corriese a dárselo. Luego de haber terminado con el peinado, dijo gracias a su pequeño y observó la pantalla mientras sonreía.


Mensaje de Gumball:

"¿Anoche me llamaste?"


Les dijo a sus pequeños que se abriguen, mientras contestaba tecleando en el móvil;


"Sí lo hice, estuve esperando que tú me llamaras",  fue lo que respondió.


Segundos después, el celular vibró.


Mensaje de Gumball:

"Bueno, perdón por dormirme supongo"


"¿Te despertaste del lado equivocado de la cama acaso?"


Mensaje de Gumball:

"Claro que no, idiota."


Marshall sonrió divertido, y no tuvo tiempo de retrucar algo más que sus retoños ya estaban junto a la puerta de salida con su ropa lista. Suspiró mientras cerraba la puerta y pensaba que el día sería largo.


Mientras tanto, el pelirosa esperó alguna respuesta, sabía que Marshall nunca se quedaría callado. Al mismo tiempo que se mantuvo por varios segundos mirando la inerte pantalla, esperando alguna notificación de mensaje, sintió su estómago vacío y se levantó de su cama.

Decidió prepararse algo simple para el almuerzo, y para cuando se encontró aburrido nuevamente, se percató de que hace solo unos minutos le había llegado un mensaje:



Nuevo mensaje de Marshall:

"Sigues vivo Gumb?"


Sonrió mientras respondía con un "Sí ¿Que sucede?" y se proponía a sí mismo hornear algo, algún dulce, un pastel o galletas. Sentía el antojo de hacerlo, tenía ganas de comer algo dulce  y que produjera la satisfacción de haber sido hecha por él. Y tiempo después, sintió el celular vibrar por una llamada, se lavó las manos un momento y contestó , sabiendo de quién se trataba.

— Hola, Marshall. —habló mientras se sentaba.


— ¿Como va todo? ¿Estas bien? ¿Ocupado? —sin duda sonaba nervioso, y de fondo se oía un murmullo de personas hablando.


—  Bien, supongo, sólo estoy preparándome algo de comer. —murmuró dudoso, ante el comportamiento extraño del contrario— ¿A ti te sucede algo? —preguntó algo cohibido— Suenas nervioso.—aclaró.


El azabache suspiró y de repente todas las voces cesaron un poco— Estoy algo nervioso. —aceptó finalmente y soltó una risa— Estuve casi dos horas manejando para venir a un cumpleaños, al que ni siquiera quería asistir. —sonó algo triste y resignado.


Entre Papeles y Café (Gumshall/AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora