Capítulo 1. "¿Qué es para ti la vida?"

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Narra _____:

Hacía ya casi un año de aquel día que dio un giro para la vida de todos. Exacto, el día en el que murió Mario. Quedaban escasos días hasta su primer aniversario de fallecido, concretamente dos y la verdad que intentábamos que no nos afectase, lo estábamos llevando mejor de lo que yo por ejemplo llevé la muerte de mi padre. Cinco años cargada con ella a mis espaldas.

Las cosas habían cambiado drásticamente desde entonces. Nada era igual, ni tampoco lo éramos ninguno de nosotros. Jionny se había enamorado de su terapeuta, la hija de Will, Lexi, lo que no era de extrañar ya que se había pasado gran parte de su día a día con ella y no veía a otras chicas más que ella, Lucy y yo, hasta que llegó Vanessa, el amor de Carlos, una chica con una mente bastante liberal, de las que no les importa andar desnuda por cualquiera lado, total, venimos así al mundo, suele comentar. El caso era que no era agrado para los demás, a los chicos que no eran Carlos, les ponían incómodos y más de uno conseguía una erección... y a nosotras, bueno, nos daba exactamente igual.

Hablábamos con Anthony desde Tailandia por lo menos dos veces en semana, era obligatorio, como una cita al médico. Nos contó que habían cambiado mucho las cosas allí también. Era todo corrupción total y bueno, ¿qué esperábamos? Ésto no dejaba de ser una mafia aunque Mario hubiese muerto.

Aun así, Anthony decidió cambiarlo todo y sólo serían prostitutas las que se ofreciesen a ello. Dejó libres a las que se querían ir, pero una de ellas no pudo. No quería prostituirse, y gracias a Dios, aún no lo había hecho, incluso era virgen, pero no tenía dónde ir, sus padres la vendieron, así que cómo mucho tendría que ir a la calle. Ella es Malai Tibu.

Como tal trozo de cielo que es Anthony, la dejó vivir con él y una cosa llegó a la otra. No estaba entre sus planes, pero acabaron juntos y tuvieron un hijo, recién nacido por estas fechas, se llama Mario. Pedimos permiso para viajar a Tailandia a conocer al pequeño Mario, pero La Familia nos lo negó.

Era obvio que la mafia, en nuestro distrito, necesitaba un líder, como lo fue Gun o Mario, pero los chicos no querían serlo, no se veían con 'las suficientes cualidades', así que me tocó tragármelo a mi. Era la líder. ¿Una mujer? No lo sé. Sólo se que un día me levanté y a todo el mundo le parecían bien mis órdenes sobre el trabajo.

Justin y yo estábamos sentados en la terraza, hacía buen día y todos decidieron salir a dar un paseo, pero nosotros preferíamos estar en casa y disfrutar de nuestra compañía, cosa que no hacíamos desde hace mucho.

Él estaba sentado en una silla, mirando hacia el jardín, y yo en su regazo, rodeada por sus brazos y admirando la belleza de la primavera. Había silencio por parte de nosotros, pero no era incómodo, se esta bien e incluso nos relajaba.

Giré la cabeza levemente y observé el precioso perfil que tenía Justin, era una obra de arte, parecía que el mismo Miguel Ángel lo había hecho para mí, cosa que que no era verdad pero que me gustaba pensar. Ya que Justin no dejaba de ser un regalo para mi.

"¿Qué miras?" Preguntó con la mirada fija en el jardín.

"Te corrijo." Sonreí levemente. "Te admiro."

"No digas tonterías, boo." Dijo negando con la cabeza y echándola un poco hacia atrás para poder mirarme más cómodamente.

"Sé que siempre digo tonterías, pero ésta no es una, lo prometo." Reí.

Justin no respondió, se limitó a sonreír dulcemente y alterar su mirada en mis ojos, haciendo que creciese aquella sonrisa por cada segundo que pasaba.

"Si sonríes tanto te vas a romper un músculo de la cara." Dije en un tono romántico, pero con esa frase, ni el mejor tono podría salvarme de romper la magia.

Fuga |j.b.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora