Marcus Reed

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"Ni se te ocurra gritar"

-M-mi... -empiezo, pero él miedo y la presión en la garganta no me dejan hablar.

-Cierra la boca, guapa. -sigue diciendo la voz. -¿Quién te ha pedido que me sigas?

-N-na...

Este hombre está empezando a caerme mal, y no lo digo porque me haya puesto un cuchillo en el cuello, literalmente hablando, ¿cómo espera que le conteste si sigue apretándome la garganta?

-¿Para quién trabajas? -afloja un poco su agarre y yo empiezo a toser.

-Para tu madre. -digo con la voz ronca cuando recupero el aire.

¿Por qué he dicho eso? Pasar tanto tiempo con Brooklyn no me está sentando nada bien.

-Eres una... -escucho un golpe seco, y después ese hombre me suelta.

-¿Estás bien? -Mikey está detrás de mí, con una piedra enorme en las manos. La deja caer al suelo, muy cerca del cuerpo de ese tío.

Asiento.

-¿Crees que está muerto? - le pregunto a Mikey, que se agacha y le coge la mano.

-Tiene pulso. -anuncia. -¿Qué hacemos?

-Esperar a que se despierte.

....................................

-¿Dónde...? - murmura el hombre al que Mikey ha dejado inconsciente hace un rato.

-Escúchame bien, capullo. -digo poniendo mi pie sobre su estómago para que no pueda levantarse. -Aquí somos nosotros los que hacemos las preguntas.

Él me sonríe. Contengo las nauseas, tiene la boca llena de tierra.

-¿Quién eres? -le pregunto, pero no obtengo respuesta, solamente se limita a escupir.

-¡Te ha preguntado tu puto nombre! -grita Mikey, golpeándole la cabeza contra el suelo. Lo miro sorprendida, nunca lo había visto enfadado.

-Habéis intentado matarme. -dice llevándose la mano a la cabeza.

-Tú eres el que me ha amenazado con un cuchillo. -me defiendo, fulminándolo con la mirada.

-¿Te refieres a esto? -suelta una carcajada y levanta la otra mano. O, más bien, lo qué en su día fue una mano, porque ahora es solo una prótesis... metálica.

-¿Qué haces aquí? -la mirada de Mikey debe dejarle claro que no es momento para tonterías, porque traga saliva y parece asustado. Aún así no contesta. -O me lo dices o te reviento la...

-¡Marcus Reed! -grita, levantando las manos para aplacar la ira de Mikey. -M-me llamo Marcus Reed, s-soy periodista...

-¿Es él? -pregunto, y Mikey asiente. -¿Qué sabes sobre las desapariciones de esos niños?

-Y-yo...

-Venga, tío. -dice Mikey, resoplando. -Te llamamos nosotros.

-Tenemos los vídeos. -por fin parece reaccionar. Abre mucho los ojos e intenta incorporarse.

-¡Tenéis que dármelos! -exclama muy nervioso. -Antes de que vengan.

-¿Quiénes?

-¡Ellos! -se levanta con tanta fuerza, que me tira al suelo. -¡Los que me hicieron esto! -señala su mano ortopédica. -Después irán a por vosotros... no tenemos tiempo, ¡nos estamos quedando sin tiempo!

-No hemos traído los vídeos. -miento, apretando el pen drive contra la palma de mi mano derecha. -No te conocíamos, teníamos que asegurarnos de que eras de fiar.

-¿Y ahora ya estáis seguros? -pregunta acercándose a mí.

¿De qué estás como una regadera? Sí, completamente.

-Claro. -digo, en cambio, forzando una sonrisa. -La próxima vez te los daremos.

-Mañana. A las once. -me tiende un trozo de papel, manchado de lo que espero que sea barro. -Llamadme a ese número si pasa algo.

..........................

-Dime que no has perdido nuestra única prueba. -niego con la cabeza y le enseño el pen drive a Mikey. -Entonces, ¿por qué le has mentido?

-Porque intentó estrangularme con su mano biónica. -respondo, mirándolo exasperada. -Ese tío está loco, no me da buena espina.

-El hecho de que tenga una mano metálica no lo convierte en un loco. -pongo los ojos en blanco. Si no estuviéramos en un desván que en teoría no existe y no fueran las tres de la mañana, lo mataría.

-¿Tú has visto como se comportaba? -no me puedo creer que lo defienda.

-Era un poco raro, pero... -¿Raro? ¿Solo un poco?

-Cojeaba de la pierna derecha. -Mikey me mira sin comprender. -Igual que el hombre del túnel. Tiene que ser él, estoy segura.

-Emma... -dice, intentando cogerme la mano.

-¿Qué coño te pasa, Mikey? -me levanto y me pongo en frente suya. -Hace unas horas estabas... no sé, ¿cabreado? Joder, si hasta golpeaste a ese tío con una piedra, ¿y ahora qué?

-Pensé que iba a hacerte daño.  -tiene la vista fija en el suelo y los puños apretados. -Ahora sabemos que es inofensivo.

-¿Por qué? -pregunto pasándome las manos por la cara. -¿Porque te ha dicho que es periodista? No sabemos nada sobre él.

-Va a ayudarnos, ¿vale? -Mikey también se ha puesto de pie. -Él quiere lo mismo que nosotros: la verdad... Lo he estado investigando, y tiene ensayos, planos, información sobre lo que pasó en este internado... Lo único que necesita es una prueba.

-No confío en él. -mascullo, malhumorada.

-¿Confías en mí? -pregunta, acariciándome la mejilla.

Suspiro, más de lo que debería.

-Solo espero que puedas perdonarme. -tiro el pen drive al suelo y lo piso con todas mis fuerzas. El frágil objeto se hace añicos contra la suela de mi bota.

-¿Qué has hecho? -Mikey está arrodillado, intentando recoger todos los pedazos.

-Salvarte la vida.



No confíes en mí (Fanfic Road Trip)Where stories live. Discover now