Había pasado apenas una escasa media hora desde que habíamos llegado al hospital pero yo estaba de los nervios. Se me estaba haciendo eterna la espera. Necesitaba decirle que la quería, explicarle lo que había pasado... Necesitaba que estuviéramos bien.
Si hay algo por lo que nunca quisiera que se acabara todo esto, era precisamente eso. Lo celos. Esos dichosos celos que lo estropean todo. ¿Acaso hay algo peor?
Hacía ya rato que estaba dando vueltas como una posesa por la sala de espera. Tres pasos, me giro. Tres pasos, me giro. Y así unas tropecientasmil veces.
-Alex, relájate.- Me decía José. Pero yo no podía. No podía relajarme cuando tenía tanto que perder. Y lo que más miedo me daba era entrar en la habitación y quedarme muda, sin saber que decir. Por que entonces si que la iba a fastidiar, y mucho. Sentía miedo, nervios, tristeza, angustia, rabia, pena, odio hacia todos los que una vez nos hicieron algo malo. No se, muchas cosas y a la vez nada. Por que realmente estaba hundida, de esto que ni sientes ni padeces, que respiras y no sabes por qué. Es algo difícil de explicar. Bueno, en si yo soy algo difícil de explicar, y de entender. Por que claro, ya me diréis, si no me entiendo ni yo ¿cómo me vais a entender vosotros? Imposible.
Se abrió la puerta. Mi corazón latía a mil por hora. Escuché un -Ya podéis pasar- del médico que hizo que mis nervios se triplicaran. No podía dar ni un solo paso. Estaba petrificada. Se me había olvidado todo lo que iba a decirle. Eso que tanto había ensayado durante la espera. José me cogió por los hombros y me susurró al oído -Entra tu primero y ánimo, que tu puedes- Y la verdad es que me sirvió. Me dio fuerzas. Lo acompañé de un -Gracias- y una sonrisa lo más real que el momento me permitió.
Entré con la cabeza agachada, en silencio. No se si me estaba mirando, o si pensaba hacerlo. Entré, me giré para cerrar la puerta y le dediqué, otra vez, unas palabras susurradas a mi madre, que ahora mismo era la única que podía ayudarme. -Mamá, por lo que más quieras...-
Me acerqué a paso lento, levantando poco a poco la mirada. Vi sus ojos clavados en mi, ahora si.
-Ho...Hola- pude pronunciar con la voz desquebrajada
-Hola.
-Yo...
-No digas nada.
-Pe... pero...
-No, Alex, no digas nada y escúchame.- Se la veía segura. No la noté enfadada. Pero no sabía que era lo que me iba a decir y yo temblaba de nervios.- Te voy a hacer una pregunta y quiero que me digas la verdad. ¿Vale?- Asentí con la cabeza. Obviamente no estaba dispuesta a mentirle, sino a contárselo todo, como me fuera posible, claro, por que con estos nervios vete tu a saber... Hizo una breve pausa y siguió.- ¿Ha pasado algo con Manuel que no me hayas contado?- La pregunta era fácil, muy fácil. Pero para que no se enfadara tenía que contestarla toda de un tirón. Demasiados retos. Demasiado difícil.
-Si.- dije segura. Su cara cambió, no se esperaba esa respuesta. Pero yo fui sincera, que al fin y al cabo era lo que me pedía ¿no?- Pero dame tiempo a que te lo explique ¿vale?- Me hizo un gesto para que empezara, y así lo hice, como pude.- Verás... Esta mañana, Manuel me llamó por que tenía que hablar conmigo... La versión resumida, es que me contó que Carla y María están compinchadas para sacar lo nuestro a la luz... Hoy quedé con el para pensar qué hacer, por que me va a ayudar a quitarme a Carla de encima... Si no te conté nada es por que temía que pensaras lo que no debías, solo quería esperar a hablar con el para contártelo todo... Pero las cosas no salieron como yo pensaba. Se que hice mal y te pido perdón, pero solo quiero que sepas, que entre Manuel y yo no hay absolutamente nada. Ahora bien, si no me crees pues...
-Te creo.
-¿Si?
-Si.- El silencio nos inundó durante un rato hasta que por fin habló, ya que yo no era capaz de decir nada más.- Esto... Alex
-¿Si?
-¿A que esperas para venir aquí?
-Pero... ¿no estás enfadada?
-No hagas que me levante, idiota.- Todo aquello me sorprendía. ¡No se había enfadado! Estaba feliz, muy feliz. Es más, mi felicidad aumentaba minuto a minuto solo por tenerla a mi lado. Es que era genial. Me acerqué y me senté en aquella camilla, que por cierto un poco más pequeña y tenía que ponerme encima suya...
La besé, y entre beso y beso le transmití todo aquello que sentía. Una vez más comprobé que a su lado no hay miedo, no existe. ¿Que se supone que voy a hacer si la pierdo? No se, pero tampoco lo quiero comprobar...
Después de un rato abrazadas y bastante apretujadas en esa pequeña cama, me acordé que José estaba fuera. Pobre... Con la alegría se me había olvidado.
Fui a llamarlo fuera y los dejé solos para que hablaran. Hoy por fin, quitando lo que había pasado antes, teníamos lo que quedaba de día totalmente libre.
Un rato después de que José saliera de la habitación el doctor vino a avisarnos de que en más o menos media hora le daban el alta. Ya le habían hecho todas las pruebas previstas así que por fin podíamos volver a casa.
Avisamos a los padres de Malú y quedaron en pasarse mañana temprano por su casa a verla.
Por fin llegamos a casa. Malú estaba agotada. Tan pronto llegamos calló rendida en la cama.
Yo me acosté a su lado. La abracé y acomodé mi cabeza en su hombro. No era capaz de dormir. No dejaba de darle vueltas a todo. Pero en realidad, aquella noche y cada día me consolaba saber que ella estaba a mi lado.
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THE BIGGEST CHALLENGE OF LIFE IS TO LIVE
RomanceHistoria totalmente ficticia entre Alex, cantautora pendiente de descubrimiento y Malú, famosa cantante española.