Cap 40: Muerte

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Me paralizó. Todo a mi alrededor se paralizó. Perdí el tiempo, la noción de quién era, qué hice, la fecha, todo. Nada tenía sentido ahora.

En medio de mi trance, vislumbre a Ross colocar una mano en mi cintura y acercarse a coger el teléfono. No sentí su mano en mi cintura, ni escuché lo que me dijo, al parecer todos mis sentidos estaban concentrados en el dolor de mi corazón.

Se encuentra en peligro.

No afiné mi oído para escuchar lo que decía Ross a la chica del teléfono. Tal vez escuché mal.

—¿Hola? ¿Bueno?

Podía escuchar el leve murmullo de la chica detrás del teléfono. Tal vez si me concentraba entendería pero mi cabeza estaba en blanco.

—Soy su novio

Ni siquiera aquello me alegró unos segundos. Todo se había perdido.

—Estaremos allí en unos minutos. Muchas gracias

Tal vez no pase la noche.

—No. —susurré/sollocé.

Esto no estaba pasando, mi papá estaba bien, él es muy sano ¿qué ocurría?. Dejé que las lágrimas corrieran sola, me permití vacear todo, desde el secuestro a lo acontecido ahora. No me acorde de él estos últimos meses. No le hablé, no lo visité. Mi corazón se partía en mil pedazos.

Sentí como el rubio que decía ser mi novio me abrazaba la cintura y me arrinconaba entre sus piernas. Ofreciéndome el calor que había perdido. Lloré y Ross, secó mis lágrimas. Pero no me permitió hacerlo por mucho. Dijo que teníamos que ir a verlo, era aquella su petición.

—¿No crees que se salve, Ross? —pregunté, sin esperanza. Con mi estómago temblando de miedo, con mi corazón en la cuerda floja.

Con toda paciencia, tomó mi barbilla y dijo;

—Laura, si pudiera hacer algo, lo que sea, para no verte así, sabes que lo haría, cariño, no lo dudes.

Ross no lo creía.

—Tu no crees que se salve, ¡no crees que lo haga!

—Por favor, necesitamos irnos. Vistete—me ordenó, intentando ser indiferente.

*

Al llegar al hospital las luces me cegaron; el lugar blanco y la gente a un lado llorando, el olor a desinfectante, me hacía darme cuenta que era verdad y no un sueño todo lo que ocurría.

Entré buscando a papá como una loca. Pregunté por él en recepción; me dijeron que estaba esperándome en la habitación 118. Corrí hacia ella y me perdí, olvidándome del  rubio que estaba a mi lado.

—Papá—dije al verlo.

Él abrió sus ojos y me saludó con su mano. Besó mi frente y no hubo quien me detuviera. Lloré tomando su mano y disculpándome por todo lo difícil que fueron estos años en que no estuve con él y él conmigo. Lo saqué todo y lo amé, lo amé, sabiendo que el tiempo era oro y lo perdía con cada segundo. Se iba a ir y al menos debía hacerlo bien.

Él no podía hablar. Pero anotó en su libreta ciertas cosas para mi. Se quedó en silencio esperando a que yo las leyera.

«Fuiste especial desde que me enteré que tu madre estaba embarazada. A pesar de que no fue planificado y que tal vez tu madre no te amaba como yo. Pero solo te voy a decir algo y es que te amé aún sabiendo que perdería a Ellen. Y que no te perdería a ti.»

«Cuando te llevé a Italia no fue con un mal propósito sino para que sintieras otro aire, para que encontraras un nuevo ambiente, que descubrieras nuevas cosas, culturas, estilos de vida diferente. Sé que fallé demasiadas veces porque no sabía como llegar a ti y a tu hermana. Bueno, en especial a ti, que observabas, le expresabas tu opinión a tu mente, comprendías y luego callabas. Era difícil, hija, pero fuiste todo.

Sólo Sexo |Fanfic 1°| [Raura]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora