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En el camino que iba desde la cocina hasta mi dormitorio fueron quedando olvidadas las ropas que nos cubrían.

Estábamos sentados en el centro de la amplia cama, mi espalda contra su pecho, mientras su boca cubría con atormentadores besos el sendero entre mi oído y mi cuello. Sus manos acariciaban mis pechos, y entre sus dedos estaban mis pezones, que reaccionaban endureciéndose turgentes, ante su toque. Con extremada delicadeza, comenzó a deslizar una de sus manos por mi vientre hasta llegar a mi húmeda intimidad, y al sentir el roce de sus yemas sobre mi rosado clítoris, una profunda oleada de lujuriosas sensaciones recorrieron toda mi piel, haciendo que mi espalda se arquease como respuesta, y de manera inconsciente, mi piernas se cerraron levemente, como tímida reacción ante tan dulce incursión.

- No, no... - susurró en mi oído, mientras que con sus manos abría con suavidad mis piernas nuevamente – he pasado muchos meses pensando en ti... y antes de tomarte quiero verte en todo tu esplendor... y quiero que tú misma te veas liberarte en mis manos, eres tan deliciosa, tan exquisita cuando el placer llega a ti...-

- Till... por favor...- lo llamé, suplicando, con voz ahogada por el deseo

- Shhh.... Sólo abandónate a mí, mein schöne prinzessin... eres mi regalo después de tantos meses de esperarte... sie sind mir... eres toda para mi... - y diciendo esto, comencé a sentir como sus dedos se abrían paso con tormentosa intrusión a través de los trazos de mi intimidad, mis gemidos se incrementaban ante cada caricia, y poco a poco una marea de sensaciones me invadieron...

Till me sostuvo con firmeza contra su pecho, seguía acariciando mi pezón, mientras que jugueteaba con su lengua sobre mi cuello y mi oído, al tiempo que susurraba una mezcla de frases que iban del alemán al español, y a medida que seguía acariciando mi húmedo centro, su pulgar trazaba círculos sobre mi clítoris.

Las intensas oleadas de placer comenzaron a resultar incontrolables, y casi por instinto mis caderas comenzaron a mecerse ávidas de deseo ante sus caricias, aquello lo hizo gruñir en mi oído, e incrementó el ritmo y la profundidad de tu asedio.

- Dámelo Java... tu placer tiene mi nombre... sólo libérate en mi... - susurró, y con un profundo gemido lo llamé en la cima de mi éxtasis, mientras sentía cómo sus dedos me penetraban con más profundidad aún...

Y cuando las primeras oleadas de satisfacción comenzaron a remitirse, con delicadeza sacó sus dedos de mi palpitante interior, y los llevó hasta su boca, lamiéndolos.

- Exquisita... extrañaba tu sabor... - dijo, y entonces los apoyó en mis labios, para que yo hiciese lo mismo.

- Hazlo... - agregó con voz ronca, y sin dejar de observarlo comencé a lamer también de sus dedos.

- Buena chica... - musitó, y tomando mi rostro me besó de manera profunda e intensa. Unos instantes después me giré, enfrentándolo, y sentí como recorría con su áspera lengua mis pechos, mientras me acercaba a él. Tomó entonces mis caderas, y me subió a horcajadas de su cuerpo, su miembro estaba firme, y con sutil toque comencé a acariciarle, mientras veía como Till gemía, apretando los ojos, tratando de contenerse.

- Mein schöne prinzessin, quiero liberarme en ti... - dijo, y cerrando el espacio que separaba mi cuerpo del suyo, comenzó a adentrarse en mi, poco a poco. Él me sostenía con firmeza contra su miembro, y acompañaba con sus manos mis movimientos, marcando con gentileza el ritmo.

Mi cuerpo lo recibía jubiloso, sediento de su piel después de tantas noches en las cuales había anhelado con desesperación su voz, su calor, su intempestuosa pasión. Con cada embate sentía como el deseo se expandía en mi interior nuevamente, y ya podía presentir como mi codicioso clítoris clamaba nuevamente por liberarse con intensidad...

Pasaron unos instantes en los cuales la desesperada escalada de sensaciones nos envolvió, y mientras me estrechaba contra su pecho, con un último y profundo movimiento de nuestros cuerpos, ambos alcanzamos al unísono la cima del placer, una tras otra las ondas de deleite se expandían desde mi pelvis hasta tomar todo mi ser, al tiempo que sentía la tibieza de su miembro mientras palpitaba en mi interior, su dulce y cálida semilla me completaba, saciándome por completo, dejando en el olvido pretéritas noches de soledad.

Tomé entonces entre mis manos su rostro, elevándolo hasta que nuestras miradas se encontraron, sus ojos de cielo me miraban extasiados, mientras aun me sujetaba con firmeza contra su pecho.

- Tu cuerpo y tu ternura son todo lo que necesito para llegar hasta cada amanecer... por favor... no permitas que vuelva a alejarme de ti... - murmuré, casi como una plegaria pagana, ante sus labios.

Sonrió ante mis palabras, y antes de perderse nuevamente en el incomparable deleite de nuestro beso, susurró una promesa:

- Eres mía... y así será hasta el final de los días...-

Otoño en New York  -SAGA R+ LIBRO 2- [COMPLETA]Where stories live. Discover now