Déjame decirte que tengo razón, que estoy por encima de ti, que soy el mejor. Cuando te miro a los ojos, tú tienes que callar, ¿quien crees que eres para hablar?
Lucifer.
La luz escasa y tenue de la vela iluminó el ático con un manto color dorado. Hyukjae llevaba ya casi una hora esperando a su demonio alado. Donghae había cambiado tanto. Solía decirle a diario infinidad de veces lo quiero, también lo extraño. Se besaban en cada rincón a escondidas y en la oscuridad de la noche solían hacer el amor.
Aquella noche, como tantas otras, Hyukjae esperaba a Donghae, esta vez no en su cuarto ni en el bosque, sino en el ático.
El pintor había extendido sobre un antiguo diván un montón de vestidos viejos. El mueble maltrecho parecía ahora un hermoso sofá nuevo, cubierto de seda y terciopelo.
-Señor Lee... - escuchó en susurros. - Señor Lee...
-¡Aquí! - Contestó él. Vio al castaño subir casi desnudo. Llevaba el cuerpo cubierto con una sábana blanca y el cabello suelto - Donghae, ¿dónde estabas?
-Oh, señor Lee, cuanto lo lamento. -Dijo Donghae rodeando a Hyukjae- Mi madre, mi insoportable madre, me ha tenido horas en su cuarto de muñecos. Mire, señor, mire lo que me ha hecho. - El castaño con un claro disgusto, dejó caer la sábana blanca y expuso finalmente su desnudez. Ni un vello, ni la sombra de él, adornaban ahora aquel escultural cuerpo.
-¿Pero qué te has dejado hacer?
Hyukjae estaba anonadado.
-¿Le agrada?
Hyukjae no supo que responder. No había nada de malo con un cuerpo depilado, pero Hyukjae prefería a Donghae tal y como era, sin nada extraño, sin maquillaje, con el cabello suelto y despeinado.
-Nada evita que seas hermoso - Contestó, sin embargo - Pero dime, demonio alado ¿Por qué tu madre te ha hecho ésto?
Donghae se dejó caer sobre el diván mientras Hyukjae tomaba asiento delante de él. Iba a dibujarlo, en carbonilla y papel.
-Ha estado haciendo moldes - Respondió Donghae.
-¿Moldes para qué? - Preguntó Hyukjae y trazo la primer linea negra en el papel.
-Oh, hará un muñeco.
-¿Un muñeco de qué?
-De porcelana, ¿de qué más podría hacer?
Hyukjae, involuntariamente dejó caer al suelo el carbón. Un muñeco, un muñeco de Donghae. La inevitable imagen de aquel cadáver de porcelana en el mausoleo del bosque lo abofeteó. No pudo hacer más que jadear cuando el helado escalofrío le acarició la espalda con sus garras. ¡Un muñeco, válgame Dios! Pero que ideas absurdas, se reparó, es imposible, una locura ¡es un delirio! Su cabeza estaba llena de pensamientos abstractos, distorsionados, imposibles y ridículos. Pero aún así era algo enfermo. Un hijo muerto a los viente, otro a días de cumplirlos; un cadáver, dos muñecos; dos pinturas y un muerto; ¿por qué la señora Ruth haría algo como eso? Luego sus pensamientos se esparcieron cuando sintió las manos de Donghae sobre su cuerpo.
-¿En qué piensa, señor Lee? - El castaño estaba ahora arrodillado a sus pies. - ¿Piensa en que se ira pronto?
-Así es... - Mintió Hyukjae.
El castaño, con el rostro en su regazo, suspiró.
-Dijimos que no hablaríamos de eso, pero aquí estamos, ¡Oh, señor!, llévese algo más que un dibujo mío. Déjeme trazar sobre su cuello mis besos, atarle a la cintura mis brazos, dejar en sus oídos el eco de mi voz, en sus ojos mi cuerpo en todo su esplendor. - Donghae levantó el mentón y lo miró. A Hyukjae le conmovió el cariño que de esos hermosos ojos desbordó.
- Bello demonio, cuerpo de cordero, hermoso y traicionero; así eres tú, Donghae, epicentro de todos mis anhelos
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Castaño de porcelana
FanfictionHyukjae es un pintor fracaso, deprimido y desempleado que acepta acudir a una entrevista de trabajo en una casona en medio de la nada. Cuando llegue allí descubrirá que nada es lo que parece y, más importante aún, conocerá al demonio de piel blanca...