Parte única.

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A todo niño le gustaría disfrutar de un emocionante parque de diversiones. Las altas atracciones y los divertidos paseos eran la clave de ese lugar, era lo que lo hacía algo llamativo y persuasivo. Especialmente para los más pequeños, quienes eran los que al tener mucha energía, podían mantenerla hasta el final del día, haciendo que su diversión se multiplique, creando diversos recuerdos que no serían fáciles de olvidar producto de la emoción.

Pero ese no era el caso de Park Jimin, un pequeño niño de 7 años, recién cumplidos.

Jimin era esa clase de niño el cual nadie podía evitar caer ante sus regordetas mejillas, sus inocentes ojos y su sonrisita que los hacía desaparecer. Él era de aquellos que quería seguir aprendiendo más y más, alguien muy curioso, pero a la vez, tímido. No socializaba de la misma forma en que sus compañeros, pero siempre valía el intento, y él prefería dar un paso hacia adelante que dos hacia atrás. Es hijo de padres adinerados, dueños de una compañía muy reconocida. Gracias a ello, Jimin podría tener lo que quisiera, pero lo material no era algo que le interesara, por lo tanto, no era un niño caprichoso.

Como regalo para su cumpleaños, sus padres acordaron que irían a un parque de diversiones, imaginándose la carita de felicidad que tendría el hijo de ambos.

Y sí, así fue en un principio, risas y diversión. Un día completamente soleado, las personas armando memorables recuerdos en familia, el niño de mejillas abultadas embobado por todos los juegos que se encontraban en el lugar, enredando sus pequeñas manitas con las de sus padres. Pero, al haber demasiada gente, el pequeño Jimin se perdió entre ellos, asustado, perdiendo de vista a sus padres.

Recorrió y recorrió buscando con sus inocentes ojos unos rostros que le fuesen conocidos, pero no logró encontrar nada. Sus piernitas flaquearon y entonces fue cuando se sintió indefenso, comenzando a llorar tal como un cachorrito frente a un día cubierto de truenos.

Jimin quiere pensar en que sus padres no lo habían abandonado por completo y que vendrían a buscarlo, pero los minutos corren y no se hayan rastros de ellos por ninguna parte, entonces Jimin cree que tal vez debería vivir toda su vida en aquel lugar, completamente sólo. Y esto le produce aún más temor, haciendo que precipite más lágrimas a través sus tristes ojitos, que ya comenzaban a arderle.

—¿Estás perdido? — Una dulce y melodiosa voz logro oír Jimin en medio de su llanto, alzó su rostro y lo que pudo ver entre su borrosa vista fue a un chico muy cerca de él.

—S-sí, p-perdí a mis padres... —sollozaba, hipando, tratando de formular correctamente sus palabras para que el contrario pudiera entenderlo, mientras que trataba de cubrirse su carita para que el chico no lo viera llorando.

—¡No llores! —quitó cuidadosamente las gorditas manos del más pequeño y las tomó. —Yo te voy a ayudar a encontrar a tus padres, ¿sí? —Jimin asintió. Ver al niño en tal estado hizo que su corazón se ablandara, queriendo protegerlo de todo a cualquier costa para que ya no tuviese que llorar. —¿Cómo te llamas?

—Jimin... —buscó los ojos del más alto, viendo cómo es que estos le entregaban un aura que lo hacían sentir más calmado.

—Está bien, Jimin, yo soy Jungkook. Pero tal vez se te dificulte decirlo, así que puedes llamarme Kookie. —le entregó una de sus radiantes sonrisas de conejo y ayudó a Jimin a que se parara del suelo para que ya no ensuciara más sus ropitas.

—Kookie —repitió—. Me gusta —y por primera vez desde que perdió a sus padres Jimin sonrió.

Jungkook encantado con la sonrisa de este, se prometió a sí mismo encontrar a los padres del pequeño para verla una vez más. Tomo la mano de Jimin y sintió ternura pese que concluía que tenían la misma edad, el chico era más pequeño que él, le daba la sensación de que debía cuidarlo siempre.

✦ Verloren ; Kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora