Insaciable

Capítulo 8

Mel POV'S

El miércoles después de llegar al apartamento de otro duro entrenamiento con Sergei, decido tomarme una larga ducha de agua caliente. El frío otoñal y el tiempo desapacible se están empezando a instalar en la ciudad. He tenido que sacar ya bufandas y chaquetas más forradas porque el camino por la mañana hacia la universidad se hace helado, pero con el sol puesto, la vuelta de mis entrenamientos sobrepasa el umbral de la gelidez. A este punto del año ya mataría por tener unas pocas horas de calefacción, pero la pensión que los federales me concedieron llega hasta un límite que aunque me permite vivir en una posición cómoda y sin pasar hambre, no termina de conseguirte ciertos lujos.

El estar sujeta a una ubicación concreta y sin posibilidades de caminar un poco lejos está acabando por hacerme sentir encadenada por eslabones invisibles a un pasado que nunca va a dejar que me libere del todo. Es especialmente angustioso saber que eres prisionera de ti misma, del engaño que te autoinflinges para desterrar una realidad que te produce tanto daño. Ellos creían, hasta yo lo creí en un principio, que me estaban protegiendo, refugiándome en una nueva identidad, ciudad y con ello una nueva vida. Pero su custodia se ha convertido en la peor sombra de mis pesadillas. Paso mis días metida en una burbuja ficticia. Ellos quieren que olvide, que resurja... Solo que no se dan cuenta que no puedo hacerlo con ellos, tengo que hacerlo sola.

El timbre de la puerta suena cuando estoy en el baño poniéndome la ropa de pijama. Me precipito dentro del pequeño pantalón de malla negra que uso para estar por casa, y con los pies descalzos hago contacto con la baja temperatura del suelo, lo que me hace salir corriendo entre saltos hacia la entrada.

En cuanto abro, me reprendo a mí misma. Como si quiera podría haberlo olvidado.

La vista sonriente de su figura chaqueada solo la hace ver más espeluznante de lo que humanamente alguien de su carácter puede parecer. Vestida completamente de negro, su pelo liso y rubio resplandece aún más. No necesita invitación, por lo que me haga a un lado de la puerta, permitiéndola pasar a mi diminuto comedor y acomodarse.

-¿Cómo te encuentras?-Pregunta mientras le tiendo un cappuccino bien cargado, como ella acostumbra a tomarlo. Tras años de sufrir sus visitas mensuales, acabas memorizando hasta el color de sus tacones nuevos.

Fuerzo a las palabras a salir de mí.- Genial, entusiasmada por este último año de universidad.

Angelica Tully me estudia, como solo ella sabe hacer. Es una mujer especialmente segurade sí misma, clara e infalible en cada uno de los casos que el F.B.I la ha asigando por años. Ha librado batallas judiciales predeciblemente imposibles de ganar, y las ha vuelto a su favor de una manera intachable. Es una de lasagentes más capacitadas y experimentadas de todo el cuerpo federal, según una vez me dijeron sus compañeros mientras la esperaba en el edificio de Virginia al comienzo de la investigación, gran parte de su equipo la envidia con todo suser.

                  

No quería admitirlo cuando la conocí, todavía yo era una niña y básicamente todos los policías, sobre todo los que parecían menos policías y más detectives como Tully me infundían tanto miedo como para quedarme encerrada sin apetito en mi habitación por días. Pero desde ese momento supe que era buena en su trabajo, su apariencia de edad no superaba la de más de cuarenta años, sin embargo, conocía exactamente lo que hacer en cada situación, juicio, interrogatorio o confesión. Mi enrevesado caso era algo que ni los más capacitados abogados querían atreverse a investigar. Decenas de ellos lo habían rechazado por meses.

Angelica simplemente llegó una tarde de lluvia intensa a mi casa y no me dejó perder más esperanza. Hasta mis padres se mostraron boquiabiertos con su determinación a defenderme. Se alzó con los papeles de la investigación ante el juez sin miramientos, sin contemplar si quiera la derrota en el juicio, cuando todo lo que se podía esperar por falta de pruebas era su absolución.