s i e m p r e

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Es cierto cuando dicen que uno sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Eso mismo me pasó. Vernon y yo crecimos juntos. Nuestros padres siempre fueron muy buenos amigos desde jóvenes y esa relación fue transmitida también a sus hijos.
Entre broma y broma sus padres y los míos siempre nos fastidiaban con que los dos nos íbamos a casar.

Cuando era niño, aquella broma me parecía inocente porque el matrimonio era un tema del que no entendía mucho. Lo mismo sucedía con él. Sin embargo, los dos crecimos pero las bromas eran sin cesar. Ya de adolescentes nos avergonzábamos un poco y hasta incluso nos molestábamos. Pero en realidad siempre estuvimos juntos.

En nuestra relación amical la palabra siempre es innata, y es que desde un principio Vernon y yo parecíamos destinados a estar juntos. Desde nuestro nacimiento, solo con días de diferencia, cuando nos salió el primer diente, cuando empezamos a hablar, a dar los primero pasos, incluso el primer día de clases en el nido y luego en el colegio. Todo siempre casi al mismo tiempo. Hasta incluso él primer beso...

Recuerdo aquella tarde en que jugábamos a las escondidas. Para variar nos escondimos juntos y en aquel juego, alejados de la miradas sospechosas, nos besamos. Fue un beso puro e inocente. En ese entonces teníamos 12 años y la curiosidad era latente. Nunca nadie se enteró de eso. Fue nuestro secreto mejor guardado.
Sin embargo, nunca fuimos novios. Creó que en el fondo no queríamos aceptar que algún sentimiento distinto al de la amistad guardábamos él uno hacía el otro.

Durante los años fuimos creciendo y él tiempo fue cambiando nuestros cuerpos pero no nuestros sentimientos. Teníamos un círculo de amigos en común y sabíamos que pasaba a nuestro alrededor. Él empezó a salir con una que otra chica y yo con amigos, pero ninguno terminaba de estar con alguien. Nos contábamos de todo, asimismo nos aconsejábamos y nos cuidábamos mutuamente. No sentía celos de lo que me contaba sobre sus citas y creo que él tampoco cuando se lo contaba.

Hasta que un día sucedió. Vernon tocó el timbre de mi casa, mamá lo hizo pasar y fue corriendo directo a mi dormitorio, entró sin tocar como siempre lo hacía y como casi siempre se lo recriminaba. Es que eramos como hermanos. Alguna vez incluso entró y me vió casi desnudo, pueda que sea normal, ya que somos hombres, pero para mi resultó ser algo muy vergonzoso. Recuerdo que él, lejos de avergonzarse se partió de la risa.

Entró y me abrazó fuerte.

— La acabo de conocer, es un ángel, la cosa más preciosa que he visto en mi vida.

Me dijo sin entender a que se refería. Luego, con más detalles contó que había conocido a Renata, una chica de la Universidad, que le robó el corazón desde el primer "hola" que le dirigió.
Era la primer vez que lo veía así de emocionado por una chica. Me alegré por él... en ese instante. Pero cuando abandonó mi habitación sentí como de repente mi corazón se estrujaba, una sensación nueva de dolor que no había sentido antes. No comprendía porque me sentía de aquella manera.

[✨]

Pasaron pocos días para que Vernon conquistará a Renata. Sabía que era cuestión de tiempo para que la conquistara, Vernon tenía esa capacidad de alegrar hasta la propia muerte. Lo que siempre me gustó de él, son esas ganas de vivir y buscarle el lado positivo a toda cosa, y sobre todo a las malas situaciones.

Vernon es la alegría de mis días grises. Tiene ese don. Fui testigo de como Ver non conquistó a Renata. Me alegré por él pero hubo algo que empaño mi alegría. Naturalmente, Vernon poco a poco se fue alejando de mí. El tiempo que compartíamos se fue acortando porque él se lo dedicaba a ella. Era su novia, pero sinceramente me llenaba de cólera. No se porqué.
Hasta que una noche lo supe. Me sentía mal y no estaba él a mi lado para darme aliento. Pensé en llamarlo, sin embargo no lo hice para no incomodarlo, pero creó que en realidad fue para no recibir un rechazo.

Forever ; Verkwan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora