—¿Por qué estás tan contenta?—preguntó Justin viendo como su chica terminaba de peinarse en el baño con una sonrisa.
—Porque ya mismo viene el mocoso—sonrió Brooke y Justin rio negando. Nunca se acostumbraría a como su chica y su hijo se llamaban. Él la llamaba niñata o Brookita mientras que su chica lo llamaba mocoso o Jamesisito. Era gracioso como ambos se burlaban y se retaban cuando este venía a pasar el fin de semana con ellos, pero amaba ver como en la noche su campeón se colaba en la cama y dormía abrazado de ella. Eso realmente lo conmovía. Amaba verlos juntos. –Le prometí que jugaríamos FIFA 18 si se mantenía tranquilo, sabes que esta emocionado por el juego de mañana—dijo saliendo del baño y Justin sonrió al verla.
—Te ves preciosa—sonrió él haciéndola reír. Siempre le decía lo hermosa que se veía incluso ahora lo estaba con su pijama de unicornios y sus pantuflas también. Aunque lo que la hacía más adorable era ver su panza de casi nueve meses sobresaliendo. ¡Diablos! El tiempo había pasado volando. Apenas ayer ambos se estaban haciendo la idea de que tendrían un bebé y ahora este estaba más cerca que nunca. En cualquier momento estaría en sus brazos. Y mentiría si dijera que no estaba emocionado, lo estaba y mucho. Pensar que en cualquier momento en sus brazos podría tener a su bebé, a un bebé de la chica que amaba lo emocionaba. No veía la hora en tener al bebé en sus brazos porque a pesar de si este no resultaba ser de él, no le importaría porque lo amaría y lo cuidaría como si fuera de él. Porque él siempre seria su padre.
—Si chico, lo que digas de seguro se lo dices a todas—bromeó ella acostándose en la cama haciéndolo reír. Si alguien le preguntaba si la Brooke de antes y la Brooke de ahora eran las mismas él diría sin duda que no. No lo eran, no se parecían en nada. La Brooke arrogante, alocada, pervertida, cínica y vulgar ya no estaba, ya no existía. Ahora había una Brooke sincera, amorosa, madura y humilde. Nadie podía creer en lo que la Brooke de antes se había convertido. De hecho, hoy día cuando la veían en la universidad se quedaban incrédulos al verla. Nadie creía que la famosa zorra Brooke la cual se acostaba con un montón de chicos y la Brooke de ahora eran la misma persona. Pero no eran iguales. La Brooke de ahora no se comparaba con la de antes para nada. Ni siquiera usaba la ropa de antes. Ella había cambiado por completo. Tanto físicamente como mentalmente. Ya no usaba ropa que enseñara, tampoco su famoso labial rojo, no le hablaba a los chicos que solía follar y mucho menos se comportaba como una zorra vulgar. Eso había acabado porque tenía a su Justin. Era todo lo que necesitaba. En la universidad lo único que hacía era ir a clases y luego ir por su chico. No se detenía a hablar con chicos, tampoco a coquetear con Cameron y mucho menos hablar de más con el profesor de anatomía. Ya eso lo había dejado atrás. Ahora lo único que le importaba era su bebé y su chico. Era por ellos dos que se había puesto las pilas para pasar las clases con una calificación alta, también había vuelto a ir al psiquiatra para trabajar su extraña enfermedad y a aprender todo lo que conllevaba ser mamá. Estaba tomando muy enserio su papel de ser buena mamá. Se cuidaba muy bien. Comía saludablemente, hacia ejercicios para mantenerse en forma, leía libros sobre la maternidad e iba a clases de partos. Según Justin no era necesario, pero ella quería hacer las cosas bien. Quería que todo saliera bien con su bebé. Y sobre Justin, ella se había convertido en la novia perfecta que él merecía. Atenta, amorosa y cuidadosa. Siempre pendiente de él, preocupándose si todo iba bien en el trabajo y haciéndole las cosas más fáciles. Había aprendido a cocinar solo por él y siempre mantenía todo en orden para hacerle las cosas más simples. Sabía que entre la universidad y el trabajo su chico llegaba muy cansado. Además con todos los cambios de la mudanza ya que habían decidido vivir mejor en el apartamento de ella porque era más grande, su chico quedaba agotado.
—No a todas—se defendió Justin y esta alzó una ceja. –Solo a dos personas—dijo haciéndola sonreír. –Tú y la princesa de papá—sonrió besando el vientre haciendo que se sintieran pataditas. Aun le costaba asimilar que tendría una bebé. ¡Una niña! Una linda princesa. Jamás se imaginó alguna vez con más hijos, solo con su campeón y ahora dentro de poco tendría una linda princesa. Algo que le emocionaba, que le emocionaba todos. Tanto a ella como a su campeón y él estaban emocionados porque era una niña. Brooke no estaba segura si podría soportar a otro niño revoltoso como el pequeño James y él moría por tener una princesa a la cual mimar, malcriar y celar tanto como hace con su campeón. Ambos estaban emocionados, todos lo estaban incluyendo su madre a pesar de que nunca lo admitiría. Nunca admitiría que estaba emocionada por tener una nieta porque seguía en desacuerdo con su relación con Brooke. Y más al saber que existía la posibilidad de que no fuera su nieta. Justin no quería pensar en eso. Esa bebé siempre seria su hija no importaba si no lo era de sangre. Se había enamorado de ese pequeño ser que cada día crecía dentro de su chica y así se quedaría. Esa bebé era y siempre será su princesa y moría por cargarla y verla corretear alrededor. Soñaba con ese momento en donde podría cargar su princesa.
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The Crime of Love {Justin Bieber Short Story}
Romance¿Ella? Una adicta al sexo. Sexy, egocéntrica y orgullosa. ¿El? Un chico serio. Padre soltero, responsable y reservado. ¿Podrán estos dos polos apuestos encontrar el amor?