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Se sientan lo más separados posible estando en clase, no se saludan cuando pasa uno a lado del otro, se ignoran, el único lugar en el que casi por obligación tenían que pasar por eso era su habitación, porque por desgracia tenían que compartir dormitorio.

Ninguno sabe cómo fue que empezaron a odiarse de esa manera, solo saben que lo hacen con todo su ser.

Key se queja de lo desordenado que es Minho, se queja cuando llega a SU habitación y se lleva una horrible imagen del menor cogiendo con alguna chica.
Incluso recuerda la vez en la que llegó con uno de sus compañeros y se encontraron con la horrible imagen de Minho sentado frente al computador viendo porno, semi desnudo y masturbándose como un total pervertido, y eso era algo que nunca se podría sacar de la cabeza.

Mientras tanto, Minho se queja de lo fastidioso y estricto que es Key, se queja cuando deja la luz prendida hasta altas horas de la noche solo por estar estudiando para un examen para el cual faltaban dos semanas. Odiaba que le gritaran y eso parecía ser el hobbie del mayor, porque nunca paraba de hacerlo, sacándolo siempre de quicio.

Tan diferente a la primera vez que se presentaron.

*
Key estaba terminando de acomodar su ropa en los cajones cuando de pronto la puerta se abre y ve a un chico alto, moreno y de ojos grandes entrar a la habitación.

Sonrieron al verse.

—Hola, me llamo Minho. —Dijo el alto, ofreciendo su mano al chico, en ese entonces rubio, frente a el.

—Mucho gusto, soy Kibum, pero me dicen Key. —Musitó suavemente y estrechando su mano, sorprendiendose de aquella amabilidad.

Ambos rieron, pensando en lo bien que se llevarían. Minho incluso llegó a creer serían buenos amigos.

Sin embargo, ninguno sabía lo que les esperaba.

Luego de un largo rato de haber estado estudiado para su primer examen de la facultad, Kibum apagó la lámpara y se echó a dormir, o lo intentó porque cinco minutos después escuchó a alguien entrar. Supuso que era Minho.
Alzó la cabeza para desearle las buenas noches, pero al ver cómo éste casi le comía la boca a una chica y le metía mano, de inmediato cerró los ojos y se hizo el dormido, esperando que no le hubieran visto.

—Está dormido, no te preocupes.

Lo escuchó susurrar y luego pudo oir perfectamente el sonido de prendas caer al suelo y el crujido de la cama de a lado al momento en que dos cuerpos cayeron sobre ella.
Sentía que se estaba muriendo de vergüenza, no podía creer que justo a él le estuviera pasando eso.
Se cubrió los oídos, pero aún así se lograban escuchar los gemidos de aquella chica.
Nunca había dormido tan mal como aquella noche y lamentablemente no fue la última vez que algo así le llegó a pasar.

Minho era conocido como el más guapo, atlético y delicioso (según las chicas) sujeto en la facultad, tenía demasiadas admiradoras (y uno que otro admirador) que lo seguían a todas partes, recibía cartas, regalos y todo eso le encantaba, sentía que todos estaban a sus pies.
Le gustaban las cosas a su manera, le gustaba su desorden y casi siempre se salía con la suya.

Luego de clases, Minho siempre tenía que estar puntual en su entrenamiento de basquetbol. Todos los días llevaba su maleta con todo lo que iba a necesitar pero ésta vez había olvidado meter sus preciados tenis adidas así que corrió a la habitación. Pero al abrir la puerta se encontró con todo absolutamente limpio y acomodado

—Dónde mierda están mis putos tenis.

Soltó molesto, y al fijarse en el armario se encontró con enormes pilas de cajas de zapatos. Maldijo por lo bajo y las regó todas por el suelo de la habitación, convirtiéndola de nuevo en un desastre.

Compañeros De Cuarto (oneshot) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora