CAPITULO 30

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Un vestido rosa palo de seda y un poco de vuelo por encima de las rodillas, me dejo el pelo suelto, al natural. Así iré a la… cita. No me maquillaré, iré como siempre. Me saco una foto y se la mando a las chicas.

“No me creo que esto esté por fin pasando, ¡ESTÁS GUAPÍSIMA!” me contestan

Me pongo unas zapatillas blancas para darme un toque más casual y miro la hora. Son las ocho menos veinte, saldré ahora e iré a su encuentro. Cuando llego a la plaza donde quedamos mi corazón va a mil, creo que es imposible estar más nerviosa. En serio, creo que me muero. Oigo que me llaman y me giro, la falda de mi vestido se mueve al aire conmigo. Es Casleb. Tranquila, Gabby, respira.

Respiro hondo y le sonrío, camino hacia él. Va con unos vaqueros negros y una camiseta negra, esta vez de media manga. Está guapísimo, es tan alto.

-¿Qué tal?- me sonríe-.

La verdad es que no voy a poder relajarme en toda la noche, y ahora me doy cuenta. Caminamos hacia el restaurante, nos sentamos y miro la carta.

-Ahora que lo pienso, me prometiste que hoy me dirías aquello que siempre andas evitando.

-Ah, eso- lo miro en silencio- sí, te lo diré.

-Pues dime- lo animo-.

-Pero ahora no, al final- veo cómo rondan los pensamientos a través de su mirada-.

-Debo admitirlo, hoy estás muy guapa- me dice serio, bajo su intensa mirada y su serio rostro, no puedo evitar sonrojarme aunque lo intente. Trago saliva-.

-Te estás ablandando.

-¿Yo? Nunca- sonríe-.

-Sí, pero no vayas a perder tu reputación de chico malo.

-¡Oye!- me llama la atención y me pellizca el brazo-.

-Ala, para- me río y lo pellizco a él, que comienza a hacerme cosquillas-.

No puedo con las cosquillas. Cuando estoy de buen humor tengo muchas.

-Anda, tú eres muy risueña y tranquilita pero como te enfades- hace el gesto de un bofetón-.

-Ese era un caso extremo, tengo carácter pero no soy una agresiva- le sonrío-.

-Eso podríamos comprobarlo- me lanza una mirada cómplice y luego se hace el loco al llegar el camarero. ¿Me ha tirado los trastos?-.

Pido pasta pero la verdad es que no tengo mucha hambre, el estómago se me cierra de los nervios, aunque ahora se puede sentir un ambiente más relajado. Cuando nuestros platos llegan él mete su tenedor en el mío.

-Sin pedir permiso ni nada ¿eh?- me río-.

-Es para que no te acostumbres a mi lado amable.

-O sea que tienes un lado amable.

-Puede ser- me sonríe-.

Pincho con mi tenedor una de sus papas fritas y lo sacudo en su cara para restregarle mi revancha. Hace un amago de quitármela pero soy veloz.

-Supongo que he ganado- bromeo-.

-Cuidado, te vas a manchar el pelo con la comida- se inclina hacia delante y coloca un mechón de mi pelo detrás de mi oreja, desvío la mirada nerviosa. Se le ve tan tranquilo y seguro-.

Casleb pide la cuenta y hago un amago para de sacar mi cartera pero me detiene.

-Para niñita, te invité yo, pago yo.

-Pero yo puedo…

-Ya lo sé, pero da igual- se encoje de hombros y me sonríe-.

A veces es tan mono.

Algún día: Corazon de MelónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora