Capítulo 46 Parte 3/3: "Estar enamorada".

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Entramos al mismo comedor de la vez anterior, aquí las cosas no habían cambiado en lo absoluto. Las sillas de madera vieja, las mesas apolilladas, los ventiladores lentos, y la mala atención. Todo perfectamente igual. Llegamos en busca de una mesa para todos, sí, logré hacer que Dani viniera con nosotros y el bestia salvaje.

—¿Está la señora que nos atendió la última vez? —pregunté a un chico bastante alto y delgaducho apenas llegué a la barra de pedidos directos.

—¿Sabes cuanta gente viene acá? ¿En serio crees que recordaré quien fue la que te atendió? —cuestionó sin apartar la mirada de las teclas que presionaba en la caja registradora de los siglos XX.

—Pues tampoco creo que sea mucha, siendo sincera —sonreí abiertamente ante su apatía, mi comentario hizo que me mirara de soslayo y una leve comisura de su labio se elevara tan sólo un poco—. Era una ancianita, cabello blanco, bastante rellenita, anteojos, toda una abuelita, medía más o menos por aquí —indiqué poniendo mi mano a la altura de mi pecho.

—¿Alma?

—No lo sé, nunca mencionó su nombre o no lo recuerdo.

—Espera aquí.

Sin más se adentró tras la cortina a lo que supongo era la cocina, desde aquí pude ver a mis amigos y los saludé a lo lejos mientras sonreía, ellos ya estaban haciendo su pedido a otro chico igual de joven que el anterior.

Después de unos minutos Alma y el chico apático volvieron a mí.

—¿Quién puede estar buscando a esta vieja inservible?

—Vamos, camina y ve... No conozco a la tipa, pero está de mil demonios.

—Oh Peter... —respondió ella riendo.

Una vez que la tuve en frente me visualizó de pies a cabeza, frunció su ceño, haciendo memoria por reconocerme, y cuando al fin lo logró, una sonrisa realmente grande y un brillo en sus ojos decoraron su rostro, extendió sus brazos hacia mí y me unió en un caluroso y débil abrazo, me agaché un poco doblando mis rodillas para poder dejar un beso en su arrugada frente.

—Mi niña, pero sí es el angelito de cabello azul del otro día —recordó— ¿Qué te trae nuevamente por aquí? ¿Y el galancito? ¿Por qué tan sola, mi niña?

—No, no, no... Sola es lo que menos estoy por ahora. El galancito está ahí, sentado con unos amigos de nosotros, se nos ocurrió volver y ellos se nos pegaron.

—Me alegra tanto que estén aquí, jamás vuelven y que ustedes sí, me emociona tanto, angelito. ¿Ya te atendieron, preciosa?

—Sí, supongo que sí —respondí con la idea de que tal vez alguien haya pedido algo por mí—. Estoy aquí porque quería saber de usted, su hija y su nieta, ¿cómo van?

—Ay hija... —suspiró— Ven, siéntate conmigo aquí —pidió tomando mi mano y señalando una mesa para dos, siendo esta la más cercana.

—¿Por qué esa carita, Alma? —cuestioné acariciando su rostro.

—Mi hija está recibiendo su tratamiento, tenemos esperanzas.

—¡Eso es genial! Ya verá como todo sale bien, podría hablar con los amigos de papá, conoce a mucha gente y... No entiendo, si esto es así, ¿por qué te apenas?

—Mi hija recibe su tratamiento con dinero que consiguió Ly, mi nieta, pero no sé de dónde, me da mucho temor que sea dinero sucio, ella trabaja, pero nos alcanzaba a penas para los gastos básicos, no para esto. ¿Entiendes?

—Sí... Entiendo. ¿No has considerado el preguntárselo a ella misma?

—Claro que sí, lo hice dos veces, la primera decidió decirme que encontró un nuevo trabajo, pero no quiso decirme de qué o dónde... En la segunda, se enojó conmigo exigiéndome que no haya una tercera vez.

—Tranquila... Hay que mantener la calma en estos casos, sabes que puedas contar conmigo, te dejé mi número esa vez esperando sinceramente una llamada de tu parte, pero no sucedió.

—No quería molestar... —respondió alzando los hombros y llevando su rostro a uno de estos.

—Claro que no, no molestarías nunca.

—La mesa te exige —comentó Matt llegando a mi lado, sentándose en la misma silla donde me encontraba yo, orillándome a la nada—. Hola bonita —saludó a nuestra amiga acariciando su rostro.

—Hola galancito, ¿no crees que tu novia se pondría celosa con algo así? Porque ya no están en proceso nada, ¿no?

—No, ya no estamos en proceso nada, ya somos novios —respondió él mirándome—. Muy felizmente novios, además esta señorita no es para nada celosa.

—Siempre es bueno defender lo propio —replicó ella.

Reímos ante su comentario y ella aprovechó la distracción de Matt hacia nuestra mesa para guiñarme un ojo, seguido de esto se levantó y volvió detrás de la barra.

—¿Ves? Deberías celarme un poco de vez en cuando —mencionó él.

—Vaya, un novio que pide ser celado es algo nuevo en estas generaciones, no me das motivos para ponerme celosa, además, no querrás verme celosa.

Le di una mirada de advertencia a lo que él sólo robó un corto beso de mis labios y me llevó a nuestra mesa.

—¿Ya dejaste a tu amiga? —preguntó Jack burlón.

—Apuesto que esa señora es mucho más interesante en cinco minutos que tú en toda tu vida.

—¿Van a empezar? —cuestionó Matt con mal tono.

Tomé la hamburguesa que ciertamente habían pedido por mí, mientras ellos ya iban por la mitad de la suya.

—¿Están todos listos para lo que se nos viene?

—¿De qué hablas Yuko?

—¿Cómo que de qué hablo, Matt?! ¡Vamos a graduarnos! Se nos viene todo, mañana es el último día de exámenes, partido, ceremonia, baile y no nos volveremos a ver nunca jamás en nuestras nuevas y miserables vidas universitarias.

—¿Siempre es así? —me codeó fingiendo estar asustado provocando que todos en la mesa rieran un poco.

—¿En serio no les preocupa tan siquiera un poquito lo que será de nosotros después de este paso?

—No entiendo el porqué deberíamos asustarnos, es algo que pasaría sin importar qué, supongo que las cosas cambiarán un poco, quizá algunos se vayan otros se queden, unos sigan juntos y tal vez otros no, es parte de estar aquí, no, es parte de vivir.

—Ay, el vómito de unicornio se nos puso melancólico.

—Ojalá tu si te vayas y que sea bien lejos. ¿Qué tienes planeado?

—Pues no lo sé aún...

—Que mal partido para una chica Jack, sobre todo para una que quiere seguir adelante.

—Yo no le impediré a nadie seguir adelante —respondió seguro.

—Pero sí serás una dificultad.

—Eres una... —entrecerró sus ojos mirándome con odio.

Touché.

—Tranquila, que la noche no termina —amenazó mientras nos regalábamos sonrisas maliciosas.

Con amor, una estrella entre planetas.

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Infiltrada [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora