El primer amor no se olvida

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Me llamo Mercedez Suarez, Mechi para todo el mundo. Estaba a días de terminar la secundaria, acababa de anotarme en la facultad y planeaba las primeras vacaciones con mis amigas cuando apareció ese cosquilleo en la panza, ese latído frenético del corazón, ese primer amor.
Era un caluroso Domingo de Noviembre, nos juntabamos a almorzar con unos recientes amigos de la familia en su casa quinta.
Me subí al auto cuasi dormida, había salido la noche anterior y estaba detonada. Mi papá encaró la General paz y unos veinte minutos después, habíamos llegado.
Me bajé del auto, me estiré cerrando mis ojos y cuando los abrí, pude apreciar belleza de ese lugar, lleno de naturaleza y aire puro alrededor.
Ya podía sentir el olor a asado, combinado con los jazminez que adornaban todo la entrada.
- Mechi, traé la torta porfavor! - Gritó mi mamá desde la puerta de esa hermosa casa.
Tomé la bolsa en mis brazos y me apuré a llevarla.
- Hola - saludé a Chechu, la amiga de mamá y dueña del lugar.
- Hola hermosa- me respondió, dándome un cálido beso en la mejilla y tomando el paquete que traía en mis manos.
- Wuaaau! Que hermosa casa- Dije caminando hacia el gran portal que daba comienzo al gigante jardín, adornado de diferentes tipos de flores, árboles y en el fondo, una enorme picina que parecía juntarse con el cielo.
Saludé a Rolfi, el marido de Chechu y a los pocos metros a Mariano uno de sus hijos. Volví la vista al bello paisaje, caminé unos cuantos pasos y me senté en el borde de la picina para poder refrescarme un poco las piernas; Cuando asomó saliendo a la superficie una cabellera oscura, seguida de unos viváces ojos marrones y una blanca sonrisa.
- Hola, soy Santi. El hijo menor de Chechu, vos sos Mechi no? Me sonrió. Enseguida sentí como mis cachetes se ruborizaban.
- Ehmsis... sí, hola - Dije, devolviendo la sonrisa.
Saqué mis piernas del agua y me paré.
- Está re linda el agua, deberías meterte. Comentó; subiendo los escalones de la picina, presumiendo unos marcados abdominales y un increíble bronceado en su torso.
- Sí, mas tarde seguro me dé un chapuzón. Respondí rápidamente y dí media vuelta dirigiendome a la mesa.
Al cabo de unos minutos estabamos todos sentados almorzando. Podía sentir los ojos de Santiago posados sobre mí, de véz en cuando me atrevía a corresponderle la mirada unos pocos segundos y luego sonreir.
Pasaron las horas y el sol comenzó a caer. Ya estabamos de regreso a casa, cuando me llega una solicitud al celular, era él. Acepté al instante, sonriendo tontamente.
El Martes siguiente, entro al gimnacio, me subo a la cinta de caminar y al cabo de unos 5 minutos, escucho
- Me estas siguiendo?
Giré la cabeza y tropecé para casi caerme de la cinta, al verlo parado a Santigo a mi lado.
- Perdón? No será al revéz? Le dije sonriendo.
- Se rió, como andas mechi? No sabía que venías acá. Me dijo tomando mi mano para bajarme de la maquína.
- Sí, hace varios meses. Que raro! Nunca te crucé por estos lados.
- Hace años que vengo, solo que hace unos meses dejé por motivos personales y bueno, ahora estoy retomando para llegar al verano. Se río.
- Típico, yo estoy igual pero nose si llego. Bromié
- Si vos no llegas que queda para el resto de las mortales? Ni te hace falta venir. Dijo, clavándome una mirada y sonrisa seductora.
A lo que sonreí rubirizada, lanzando un tímido "gracias".

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⏰ Última actualización: Jul 09, 2017 ⏰

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