Diferente

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La esponja amarilla estaba haciendo algún tipo de estupidez con quien parecía ser, su mejor amigo rosado. Me reí ante la cara de Calamardo desde la ventana de su casa. Pero las risas pronto acabaron, ruidos se escuchaban en la planta de arriba. Miré extraño el salón, buscando el reloj que mi madre siempre tenía colgado en la pared.

Lena a esta  hora no debería estar despierta

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Lena a esta  hora no debería estar despierta. Decidí subir por las escaleras para ver que sucedía.

Uno. Dos. Tres.

Contaba para mí mismo.

Llegué a la habitación de Lena y toqué a la puerta.

Uno. Dos.

Dos toques con los nudillos de la mano izquierda.

-¿Qué quieres? -Se escuchó gritar a Lena desde dentro.

-¿Qué estás haciendo? -Pregunté aún sin abrir la puerta.

-Vete. -Gritó bufando. Fue entonces cuando entré en el habitáculo rosado. -Te he dicho vete.

-¿Qué haces? -Pregunté frunciendo el ceño viendo como se ponía unos tacones y caminaba de un lado a otro de la habitación. Estaba loca.

-Me voy. -Sentenció sin siquiera mirarme.

-¿Cómo que te vas?

-Pues com que me voy, estúpido. -Contestó bordemente Lena mientras planchaba con las manos bien la falda de tubo que llevaba, era negra, y su top granate.

-¿A dónde? -Pregunté mirando la distancia que me separaba de ella, debía acercarme a ella, pero ¿Cómo?

Tenía que. Tenía que. Contar. Pasos. Ella. Yo. Distancia. Mal. Plan. Fallido. Para. Shh.

Uno. Dos.

No podía.

Me estaba mirando.

-¿Qué haces? -Preguntó mi hermana con el ceño fruncido.

-¿Qué? -Y aproveché que en ese momento que estaba mirando sus tacones para avanzar rápido.

Tres. Cuatro. Cinco.

Si.

Cinco pasos de la puerta a donde ella se encontraba, con los pies rectos y descalzos.

Sonreí.

-¿De qué te ríes ahora? -Preguntó Lena mirándome a los ojos. Preciosos ojos.

-¿A dónde vas? -Evité la pregunta. Me puse serio al ver como iba vestida y lo guapa que se encontraba.

-De fiesta.

-No.

-Sí. -Contratacó ella enfadada. -Josh tú no mandas.

-No están papá y mamá. -Informé aunque ella ya lo sabía. -Mando yo.

-Tres veces. -Dijo irónicamente. -Soy mayor que tú ¿Recuerdas hermanito? -Lo hacía a propósito. Sabía que odiaba que me llamase así, igual que ella odiaba que yo lo hiciera.

-Pero yo estoy en mejores condiciones psicológicas. -Sonreí, me encantaba recordárselo.

-Estúpido. -Escupió. -Sabes que no estoy loca.

-A las 23.00 aquí.

-Sí, tres veces. -Volvió a ironizar.

-Y cuatro también. -Sonreí.

-A la una.

-A las doce y media.

-A la una y media.

-Está bien. -Me rendí. -A la una en casa. -Ella sonrió satisfecha y me besó la mejilla  izquierda.

-Eres el mejor.-Rodé los ojos ante ese pequeño halago y la miré.

-Pero voy contigo. -Acabé de decir mi trato. Lena me miró como si estuviera loco.

-Obviamente que eso no va a pasar.

-Lena. -La llamé. -Últimamente estás... diferente. -Comencé a decir. -¿Sigues hablando con ese?

Ella siempre me hacía caso a todo lo que yo decía o proponía, y en cambio desde que volvió del asilo, está mucho más rebelde y distante. Pero eso no lo puedo decir, se estropearía todo.

Poco a poco volvería a ser mía.

-¿Ese? -Preguntó la castaña sin entender a quién me refería. Aunque ella bien lo sabía.

-Ese.

-Sí, ¿Qué pasa? -Mi mandíbula se apretó sin ni siquiera dar la orden. -Va a la fiesta.

-Me tengo que ir.

-¿Qué? -Dijo mi hermana cambiando su mirada del suelo hacia mis ojos. -¿Tú vas a salir?

-Nos vemos.

Y me fui, casi sin contar los pasos.

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Cortito pero me reservo para el próximo capítulo jeje

Muchas gracias de nuevo a todos los lectores y en especial a los que más me apoyan con mensajes y comentarios, me animáis a escribir.

--Wxnder xX

Senseless #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora