Capítulo 1

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Observo mi reflejo ante el espejo que se encuentra en la esquina de mi habitación, aliso mi vestido con mis manos temblorosas y una lágrima se escapa involuntariamente.
Unas manos se posicionan en mis hombros y me hacen saltar del susto, los ojos grises de mi madre me reciben llorosos ante el espejo.
—vamos cariño, tu padre nos está esperando—me miro un segundo más en el espejo no pudiendo evitar compararme con ella, lleva un vestido negro muy ajustado con un cinturón de perlas grises y unos tacones negros bastante altos, siempre le gusta llamar la atención,hasta en los funerales. Supongo que será por el hecho de que sólo tiene 33 años, me tuvo muy joven, apenas tenía 16 años, mi padre tenía 18 y nunca la abandonó. Me acomodo el cuello de mi camisa que llevo debajo de mi vestido negro, según Megan, este vestido me hace parecer Miércoles Addams.No puedo evitar sonreír al recordarla, no sé que haré estas vacaciones sin ella. Al bajar las escaleras mis padres me observan con la mirada caída.
—Vas muy guapa, cielo,¿Seguro que no quieres que te deje mis tacones negros?—Observa mis zapatos de charol y yo niego con la cabeza mirando al suelo.—entonces ya estamos listas— me coge de la mano y subo al coche.
Al llegar al cementerio se me ponen los pelos de punta y se me aguan los ojos, mi padre parece notarlo, pues me agarra la mano con fuerza.
—Eres fuerte Arianna, puedes con esto—me susurra y acto seguido besa mi frente.
La señora Thompson me recibe con los brazos abiertos y los ojos llenos de lágrimas, me uno al instante en el que  veo el ataúd. Megan lleva ese vestido blanco de manga corta que tanto le gustaba, me acuerdo del momento en el que se lo compró.
Entramos a una tienda buscando vestidos para una cita que Megan tenía con Nick West, un auténtico idiota. Ella estaba bastante nerviosa y había decidido que nada de su armario era lo suficientemente bonito para Nick, en cuanto entró a Clary's se enamoró de ese vestido, le gustó tanto que se lo compró en dos colores, blanco y negro.
Jack Thompson se acerca a nosotras interrumpiendo el abrazo y me da una palmada en la espalda para más tarde irse a hablar con mis padres, se puede decir que tienen una relación cercana, puesto que nosotras éramos mejores amigas. Jamás me acostumbraré a hablar de ella en pasado. Se me hace extraño no ver a Colin, el hermano de Megan por ningún lado, entonces le pregunto a Melinda.

—Vendrá ahora mismo, se había empeñado en traerle geranios a Megan, ya sabes lo que le gustaban esas malditas flores, siempre las tenía por todos los lados de la casa—ríe angustiada mientras otra lágrima hace su recorrido hasta caer al suelo.
La señora Thompson se despide de mi y va a recibir a mis padres ,quienes le dan el pésame, me quedo estática mirando el cuerpo. Decido acercarme a ella, saco una de las flores que había en el jarrón y se la pongo detrás de la oreja. Todas las miradas parecen estar puestas en mi, noto un calor reconfortante en la mano y me giro para observar a Arthur con un ramo de geranios, el cual se lo pone entre sus manos, no puedo evitar fijarme en el anillo que Megan lleva puesto, es el que le regalé por su cumpleaños hace tres años, suelto un sollozo y decido que será mejor sentarme.
Medio instituto está aquí plantado, Megan siempre ha sido muy social, a diferencia de mi, que siempre he sido introvertida. Todos tienen la cabeza agachada y algunos lloran, no puedo evitar fijarme en Heather McConaughey, nuestra mayor archienemiga. Parece darse cuenta de mi mirada y me asiente con la cabeza, no hace falta ninguna palabra para saber que me está dando el pésame.
Si Megan supiera que Heather McConaughey está llorando por su muerte, probablemente estaría riéndose de ella por un largo tiempo, pero por desgracia, nunca lo sabrá.
El funeral acaba con llantos por todas partes,la mayoría provenientes de la familia Thompson y míos, mi madre intenta calmarme con su mano a cada rato que me oye respirar con dificultad.
Al final nos quedamos de los últimos acomodando las flores en la tumba de Megan.

—Arianna—me llama Melinda y me acerco  a ella— hay algunas cosas de Megan que le gustaría que tuvieras, pásate por casa cuando quieras, me gustaría hablar contigo sobre ella, podríamos tomarnos un té.
—Suena genial—le asiento con la cabeza y le doy el pésame por última vez antes de irme.
El cielo está gris y nublado, como si los Dioses supieran de su muerte y estuvieran mostrando su dolor.

Me tiro una semana encerrada en mi cuarto, ignorando las llamadas de mis otras amigas y de las súplicas de mi padre para que salga a cenar. No tengo hambre, y eso es raro en mi, el típico humor sarcástico que siempre me rodea, ha sido reemplazado por la melancolía. Una llamada de un número que no tengo agregado me sobresalta y frunzo el ceño preguntándome quién será. Deslizo mi dedo y oigo una voz que conozco perfectamente.
—¿Arianna?
—Sí, soy yo, ¿Señora Thompson? ¿Se ha cambiado de número?
—Sí cielo, se me cayó el teléfono al váter —Oigo una risa nerviosa —me preguntaba si te gustaría venir a tomar el té esta tarde, ya sabes, lo que hablamos en su funeral —le cambia completamente el tono de la voz.
—Sí, claro, ¿A qué hora?
—Cuando quieras cariño, desde que se fue, ya no tengo ninguna compañía femenina con la que hablar. Salvo Agnes , pero creo que ya le he provocado suficiente dolor de cabeza.— suelta un suspiro melancólico— Jack está en un juicio muy importante en Los Ángeles y Colin...—hace una pausa— Colin no ha podido volver a pisar la casa, dice que la hecha mucho de menos. Espero que no te incomode, sabes que Megan tenía muchas amigas, pero cercanas sólo te tenía a ti.
—Claro, la entiendo, en media hora estoy allí
—Gracias Arianna— y cuelga.

Después de contarle a mi madre lo ocurrido, ésta, sorprendida me deja ir, preparo una mochila con algo de ropa y mi cepillo de dientes y me dirijo andando a casa de los Thompson, que está a solo 6 manzanas.

Unas enormes puertas de hierro me reciben, siempre se encuentran abiertas, Jeffrey, el jardinero se encuentra podando unos setos, en cuanto me ve, sonríe y se acerca a abrazarme, emana un olor a colonia y césped recién cortado. Tiene unos cuarenta años, es sureño y de tez oscura y ojos marrones, su sonrisa resplandeciente me tranquiliza a pesar de que estoy en casa de Megan.
Tras unos minutos de conversación acerca de como plantar tomates, me despido de él y con nerviosismo atravieso el camino de piedras y la fuente que llevan hasta el porche de la increíble mansión.
Toco el timbre y mi cuerpo no puede evitar sudar.
Agnes, la ama de llaves me abre la puerta y me recibe con una triste sonrisa, para más tarde darme dos besos y acompañarme a la salita en la que unas tazas de té relucen sobre una bandeja de plata.
—La señora bajará en unos minutos.
Asiento y le doy las gracias sin poder evitar observar su pelo canoso recogido en un moño. Agnes es viuda y vive con la familia Thompson desde la muerte de su marido, mi padre mencionó que la policía la interrogó tras la muerte. Estaba bastante unida a Megan, recuerdo que ella me dijo que cuando sus padres se peleaban, Agnes la cogía de la mano, la llevaba a su habitación y veían películas antiguas con efectos especiales malísimos, sólo para reírse de ellas.
La señora Thompson aparece muy desaliñada, lo que me sorprende porque siempre viste muy elegante y arreglada. Lleva un moño mal hecho y se ve que ha perdido peso.

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⏰ Última actualización: Jul 10, 2017 ⏰

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