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Mis hermanos salen y se divierten, juegan con la libertad que les fue otorgada, mientras yo estoy en mi cuarto sin reconocer sus rostros. Verán es gracioso como tan siquiera sé que hay gente fuera de esta habitación. Que hay un casa que guarda este cuarto, donde permanezco encerrado por la Señorita Pereza, la cual no me deja salir por mi libertad.


Mis hermanos ríen mientras yo lloro, pero está bien, no me conocen tampoco y tal vez piensen que disfruto este cuarto. Que puedo jugar todo lo que quiero y descansar cuando quiera. Comer a la hora que quiera y sin hacer ejercicio, disfrutar de la televisión e internet. Que soy como un rey solitario, pero no. No hago eso, ni mucho menos disfruto de estar solo.


No. Lo detesto, pero cuando me animo a salir, ya es de noche, la cosa es, no sé qué día. No se los días, meses, ni años. Pierdo la noción del tiempo cuando me entretengo con mis propias lágrimas. ¿Pero cómo sabes que es de noche? Fácil, el reloj lo indica. Un reloj que no si se va al tiempo, pero aún así confío en el, es la esperanza que tengo para saber que aún sigo vivo en estas cuatro paredes.


Porque lloro hasta que mis ojos se cansan y se cierran por su cuenta. Cuando mi cuerpo es tan débil que lo único que puedo hacer es dormir en una cama maltratada y esperar por lo mejor.

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⏰ Última actualización: Jul 10, 2017 ⏰

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