Era un día como cualquiera en la ciudad de San Francisco, un día bastante lluvioso y frío. La soledad reinaba en las calles, ni un alma estaba presente, miraba por doquier y todas esas personas estaban en los cafés calentándose. No era un frío normal, era más bien un frío de terror.
Seguía mi camino hacía la parada del bus que me llevaría a mi trabajo, esperé unos minutos y había sentido una mirada en mí, la sentía en mis espaldas, en mi cabeza estaba la lógica de que era un animal o una persona y me ponía incómodo. Tome la decisión de girar y mirar a esa tal persona o animal.
Sin avisar se lanzó sobre mi, derribandome al suelo mojado y lleno de barro, era fuerte y muy pesado, ya que mi cuerpo era mas delicado que una pluma, me jaloneaba de un lado al otro bruscamente tirandome las cosas que llevaba encima, mi mochila, celular y mi cartera.
No pude verle la cara la tenía tapada con una máscara o un cubre bocas, pero su mirada de maldad la sentía, unos ojos llenos de total oscuridad, me suponía.
Me levanto y me arrojó hacia un callejón lejos de donde yo me encontraba parado. Me incorporé para salir corriendo, mis piernas eran como rayos en esa situación, me daba alivio dejar a ese tipo atrás. Al girar la esquina, no se como y no se porque pero esa cosa, me esperaba justo delante de mí, me tomó del cuello casi dejándome sin aire y me levantó, mis pies no tocaban el piso y con fuerza me arrimó al muro, sentía como mis huesos se rompían uno por uno, como un mondadientes. Me estaba destruyendo. Así que sentí de nuevo esa mirada, yo daba gritos de dolor pero no, nadie me escuchaba ni estaban allí para auxiliarme. Me dí por vencido y sólo esperaba lo peor. Ahogué mi llanto y cerré la boca, cuando el atacante se acercó a mi oído y me susurró "te dolerá un poco" no le bastaba con romperme todo de pies a cabeza y lo hizo, había sentido una mordida en el cuello, tan dolorosa como si me arrancarán la carne y me dejarán sin cabeza. Sentí el brote de mi sangre a chorros escurriéndose por mis manos y en mí ropa, estaba empapado de sangre. Era claro que el atacante me quitó gran trozo de mi cuello. Y me dejó tirado en el suelo indefenso y roto. Yo alucinaba y se me perdían los ojos en la lluvia que caía en mí rostro. El frío se hizo suave y delicado, miraba fijamente el cielo nublado, una densa capa de neblina se acercaba a mí, esperaba la muerte en ese momento. Alcancé a ver como unas luces que asemejaban las luces delanteras de un auto se acercaban a donde estaba yo. El atacante ya no estaba, vi bajar a una chica y a un chico, los reconocí por lo que decían entre si. De pronto sentí como el dolor se había ido y recuperaba mis fuerzas tenía un hambre voraz descontrolada.
Mis ojos parecían estar bien, me toque el cuello estaba intacto, me sorprendí de lo que había pasado, pareciera una terrible pesadilla.
Pero por juzgar a las miradas que me ponían aquellos chicos, no parecía nada bueno. En mi pecho podía sentir un latido tranquilo y sereno, sin embargo aun me daba ese apetito, era un apetito terrible, me torturaba por dentro, observe bien todo mi alrededor para saber que pasaba, me ayudaron a levantarme aquellos chicos con algo de miedo que pude sentir, sus oleres me llegaron a hasta lo mas profundo de mi cuerpo, eran exquisitos. Sin pensarlo me aferré al chico y de un mordisco rápido,le arrebate parte del hombro, me salpicaba la sangre que se impregnaba en mi cara y escurriría por mi barbilla, volví a morderlo para satisfacer mi gusto de hambre y sólo a lo lejos escuchaba el gritar de la chica, aun con parte del cuello colgando de mis dientes tan fuertes el chico agonizaba pero no gritaba, los pequeños ladridos que daba eran burbujeantes con la sangre saliendo de su boca, tiré al chico a un lado ya sin parte del pecho, con un gran charco de sangre machando mis zapatos. No estaba satisfecho en realidad quería más carne, opté por ir contra la chica, pero ella ya se había ido en el auto.