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Haruka

Iba caminando por los pasillos de Sweet Aristocraty High. Ya los conocía de memoria. Desde que entré a secundaria que mis padres me enviaron a vivir aquí.

Soy una hechicera mitad demonio. Mi madre es una poderosa hechicera y mi padre un poderoso demonio. No somos de la realeza, pero tenemos una situación económica de la cual no nos podemos quejar.

Como de costumbre bebí del tibio café que contenía el vaso en mi mano. 

Un dato: Algunos demonios se ven en la necesidad de beber sangre, algo así como los vampiros, pero esto se da en raros casos. Mi padre es uno de esos demonios, pero no es algo indispensable para nosotros, podemos sustituirle con café. Y ciertamente, esta bebida es demasiado adictiva, y sienta bien en días fríos como este.

Decidí ir a los jardines, más específicamente por los muros. Noté que habían dos personas sentadas en este, una chica pelirroja y un chico castaño con flequillo. El chico se veía decaído y la chica preocupada.

Sin darles importancia seguí mi camino. Escuchando sin intención parte de la conversación...

-...tallando madera–dijo el chico mirando sus manos que tenían algunos cortes.

La chica tomó sus manos y las analizó preocupada.

–Al menos dejame usar magia negra para curarlas.

Eso es mala idea, pequeña demonio. Eres algo inestable en este momento. Pensé.

–Será mejor que no lo hagas. Si gustas le hago un hechizo curativo–les dije. Ambos dieron un respingo. El chico me miró asustado, la chica me miró resentida.

–No gracias. No necesito tu ayuda–dijo molesta la pelirroja. Tomó su mochila, se puso de pie y se la colgó en el hombro. Sin más saltó del muro y se alejó.

–¡B-Beel!–Le gritó el chico. Bajó del muro dispuesto a seguirlo cuando noté que era de la otra academia.

-Oye–lo detuve. Mi voz sonó fría sin quererlo.–Ten, es una pomada hecha por una ninfa, te ayudará con las heridas–le dije colocando un frasco de cristal en sus manos.–Mejor corre, los guardias pasaran por aquí en unos minutos–le guiñe un ojo en señal de complicidad.

Él asintió y fue tras la chica.

–Mejor iré a ver a mi shinigami...–murmuré para mi misma.

Caminé por unos minutos hasta ver su cuerpo bajo la sombra de un árbol.

-¡Iván!–grité llegando junto a él. La libreta que cubría su rostro cayó al suelo cuando él se incorporó de golpe.

-¡Un día de estos me matarás del susto Haruka!–me gritó el castaño desde el suelo.

-Lo siento–le dije soltando una pequeña risa.–¿De nuevo no dormiste?–le pregunté viendo las pequeñas ojeras bajo sus verdes ojos.

–Si... Me quedé hasta las tres de la mañana...–dejó la frase en el aire.

–¿Jugando?–le pregunté con un tono de regaño.

Él asintió.

–Espero que no haya sido Minecraft...

–¡Prometiste no hablar de eso!¡El época oscura del minecraft está en el pasado!

–Ya pero no te enojes, Iván. ¿Vamos por un café?–le pregunté sonriendo.

–Sabes que no me gustan las cosas amargas...

–Le pones un poco de leche –le dije como si fuera obvio.

The RoyaltyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora