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No puedo contenerme, cada vez que lo veo me doy cuenta de cuánto lo quiero y de lo mucho que disfruto estar con él.
Es la mejor persona que he conocido, sin temor a equivocarme. Estoy enamorado, soy correspondido y no podría estar mas feliz.
Aún recuerdo la primera vez que lo vi; vaya que me pareció un chico lindo. Él caminaba por la acera frente a la heladería donde yo solía trabajar, llevaba un suéter rosado que me pareció increíblemente lindo, era del mismo tono que su cabello. Tuve que dejar de mirarlo porque uno de mis clientes se enfadó porque yo no estaba prestándole atención, y era obvio. Yo estaba observando al chico más lindo que había visto en mi vida, supongo que de verdad lo vi con una mirada intensa, pues a pesar de la lejanía, el también volteó a verme y me dedicó una sonrisa.
Demonios, esa sonrisa...
Todo ese día me había preguntado en dónde podría vivir suéter rosado, como había decidido llamarle. En qué escuela estudiaría, cuál sería su verdadero nombre...
Tuve que rendirme ante mis pensamientos, y caí en un sueño profundo, tan profundo que me retrasé veinte minutos para ir a la escuela, tuve que salir realmente apresurado, sin ni siquiera tomar el desayuno. Hacía ya unos meses que vivía solo y aunque quisiera decir que no, mi madre y su desayuno siempre listo me hacía mucha falta.
Yo no era un chico adinerado ni mucho menos, y con el dinero que ganaba en mi empleo apenas y tenía para la renta del departamento, por lo que no podía darme el lujo de tomar transporte para ir a la escuela. Tenía que irme a pie, siempre a pie.
Y jamás estuve tan agradecido por mi pobreza.
Lo vi, por segunda vez. Ni siquiera pude detenerme a pensar en lo que estaba a punto de hacer, solo me acerqué, lo tomé del hombro y él, desconcertado me miró.
Fue un momento algo incómodo, debo admitir. Para mi el más feliz pero, a el seguramente le pareció de lo más raro que un extraño le palmeará el hombro como si nada.
Después de un minuto que pareció una eternidad, me preguntó si necesitaba algo, realmente odio que mi personalidad sea tan extrovertida a veces, lo único que pude contestar fue "A ti".
Me miró extrañado, y no lo culpo. Después de pensar en lo que acababa de decir, solo sentí mis mejillas tornarse rojas.
Le dediqué una sonrisa, el hizo lo mismo y solo confirmé la conclusión a la que había llegado el día anterior.
Amor a primera vista.
Yo no creía en eso pero quién podría resistirse a esos ojos entrecerrados y esa dentadura perfecta.
Miré de reojo el reloj, y ya eran 40 minutos pasadas la hora de entrada a la escuela, pensé que ya no tenía sentido apresurarme y mentalmente me decidí a regresar a casa. No sentí que pasara tanto tiempo, suéter rosado y yo seguíamos mirándonos, en medio de la calle, sin pronunciar palabra.
Quise terminar con el silencio, y le pregunté a dónde se dirigía, me contestó que por alguna extraña razón su despertador se había estropeado, y que por eso también se había retrasado en su salida al colegio, le comenté lo que había pensado hace unos minutos, y el solo asintió.

Fue el destino...

Me sentí en paz, solo con mirarlo a los ojos. Tenía los ojos más bellos que había visto en mi vida, y se lo hice saber. Las palabras salieron de mi boca sin que yo me diera cuenta.
Se sonrojó, hice que suéter rosado se sonrojara, fue lo único que vino a mi mente.
Vaya que me estaba hundiendo yo solo en un pozo sin fondo, me estaba enamorando de un extraño. Estaba tan adentrado en mis pesares que omití completamente que el chico me había dicho algo en respuesta a lo que le dije, apenado por no haberle escuchado le pedí una disculpa y le hice una seña para que me lo repitiera, el solo río, me tomó del hombro y me dijo que me veía muy lindo con mis mejillas sonrojadas. Al parecer le parecía tierno que el tono rosado resaltara mi pálida piel.
Su voz era preciosa...
Antes de que otra cosa sucediera, le pregunté si quería ir a tomar asiento a una de las bancas qué había cerca; el asintió.
Cuando por fin nos sentamos, noté que él frotaba sus manos, hacía frío y eran a penas las primeras horas de la mañana.
Me quité mi chaqueta y la puse alrededor de sus hombros, me dedicó una sonrisa cálida y me agradeció. Aunque la temperatura era bajo cero, junto a él me sentía como si estuviera al lado de una chimenea.
Tuve que preguntarle su nombre, Park Jimin...
Vaya que era un nombre bonito ¿ah?
Le dije el mío sin expresión alguna, aunque él sonrió de lado.
Le pregunté qué sucedía y me confesó que él ya sabía mi nombre; que alguna vez me había visto en la heladería y cuando yo no estaba, le preguntó a uno de mis compañeros cuál era mi nombre.
"Me pareciste muy lindo", me dijo. Y yo no pude evitar sonreír y agradecerle, le dije que el día que lo había visto pasar, su suéter rosado me había cautivado, y le confesé entonces el apodo tierno que le había dado.
Me dijo que de hecho le gustaba cómo sonaba, que el rosado era su color favorito y ese suéter le gustaba mucho.
Le dije que así lo llamaría de ahora en adelante, y me dijo que sería entonces algo nuestro, porque él también tenía un apodo para mí.
Suéter rosado y mejillas sonrojadas...
Siempre tuve problemas en la temporada de frío, mis mejillas siempre adoptaban ese tono rojizo cuando sentían el viento, y nunca había podido evitarlo.
Pero estando junto a Jimin, no sabía a qué se debía tal fenómeno, si al frío o a la bonita sensación que me daba su presencia...

Ice Cream • YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora