La curiosidad mató al gato

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La curiosidad mató al gato

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La curiosidad mató al gato.
O al menos eso se creía ...

¿Quién habría de imaginar que la humanidad era muchísimo más curiosa que un simple gato? Aunque claro, el pobre gato no tenía nada que ver con nuestros problemas de superioridad.

Primero fueron las colas.

Las aparentemente "seguras" mutaciones comenzaron a hacerse hace más o menos 10 años. La gente enloqueció al saber que los humanos podíamos desarrollar colas de cualquier clase.

Las mujeres comenzaron a lucir largas colas esponjosas de colores claros o, por el contrario, lo más oscuros posibles; los niños preferían colas como las de los tigres o leones y, curiosamente, no veías hombres adultos con cola, seguramente con la clásica, aunque cliché idea de que rompía con su hombría y créanme en some cases se veía bien.

Luego les siguieron las orejas y las garras.

Los hombres esta vez no se resistieron a la idea de mostrar superioridad entre sí gracias a la fuerza de sus garras.
Yo por mi parte nunca quise ningún tipo de mutación en mi cuerpo. Aunque siendo sincero, prefiero a los perros y por lo tanto unas orejas puntiagudas sobresaliendo de mi cabello, cortesía de una noche de borrachera.

Nunca olvidare aquella noche.

A pesar de que no se notan porque suelo dejar el cabello suficientemente largo para que no se vean.

Las cosas seguían relativamente normales, con personas con colas, garras y orejas.
Hasta que empezaron a hacerse cirugías para ser como los reptiles, los peces y las aves. Al parecer poder volar y respirar bajo el agua era el sueño de muchos.

La humanidad se extendió desde lo más profundo del mar hasta cruzar las nubes del cielo.

Era el avance más grande hecho alguna vez.

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