Yo te amé, de domingo a domingo, de siglo a siglo y de vida en vida.
Yo te amé, dedicándote canciones y poemas.
Yo te amé, impregnando mi fascinación por ti en cada párrafo, verso y escrito.
Yo te amé, cómo nunca había amado, y dolió como nunca había dolido.
Yo te amé, derramando mi tinta en mi sangre para escribirte mis poemas.
Yo te amé, pero tú nunca me amaste.
Y esperé a que lo hicieras, acariciando el olvido y la soledad.
Y esperé, contando mis días en este infierno.
Y esperé, escribiendo con mis lágrimas mil párrafos de dolor.
Y perdoné, me perdoné a mi misma por tratarme así.
Y renací, cómo un fénix entre mis cenizas.
Y te olvidé, cómo debí haberlo hecho desde un principio.