Eres mío, ¿lo entiendes? eres mío como el aire que respiro, como mis manos que te tocan y mis labios que te besan. Me perteneces, soy tu amo, tu señor, tu propietario. Eres mío, sólo mío, y que las manos que te toquen ardan en el fuego y tú en el infierno. Eres mío, siempre mío.
Mammón.
Bendita sea la forma en la que Donghae sonreía, bendita su risa, sus labios, sus besos, su cuerpo y bendito él.
Hyukjae miraba el desnudo y ensangrentado cuerpo de Donghae tumbado a su lado, encima del charco de sangre de la señora Margot, se imaginaba a un Dios fornicando con Satanás y a una virgen pariendo al castaño que lo miraba. Porque así era Donghae, endiabladamente celestial.
El pintor se removió del ensangrentado piso del porche y buscó su ropa igualmente manchada de un rojo oscuro, casi negro. Donghae, mientras tanto, lo observaba mientras trazaba círculos imaginarios sobre su propio ombligo. Habían hecho el amor como nunca antes, como nunca Hyukjae imaginó amarse con nadie. Y había sido tan erótico, tan desquiciante. La imagen funesta de la destruida señora Ruth no hizo más que excitarlo más a él y a Donghae que había gemido como un animal junto al cadáver de su madre. Estamos enfermos, pensó Hyukjae, pero la idea de estarlo no hacía más que enamorarlo más de aquel demonio alado.-¿Por qué se está vistiendo? - Preguntó Donghae pasando sus ensangrentadas manos por todo su abdomen y llegando así hasta su miembro. El castaño, insatisfecho como siempre, había comenzado a masturbarse. Hyukjae entonces sonrió. Donghae era tan hermoso, tan atrevido, tan sensual e infame que la vida real le sentaría de maravilla. El pintor se imaginó al castaño vestido a la moda actual, con pantalones ajustados, el cabello quizás corto, chaqueta de cuero y lentes negros. Se lo imaginó bajo las sicodelicas luces de algún bar, bailando frenético una melodía electrónica, o dejando caer de su boca palomitas de maíz cuando miraran en el cine alguna buena película de acción. Hyukjae podía imaginarse a Donghae siendo feliz fuera de aquí.
-Debemos enterrar a tu condenada madre - Dijo finalmente mientras terminaba de abrochar al menos tres botones de su camisa.
Donghae entonces se rodó de lado y se miró a los ojos con la difunta mujer.-Es cierto, no me gusta verla aquí, creo que es desagradable - Sentenció el castaño.
Estando a medio vestir, ambos levantaron y cargaron a la señora Margot. La lluvia no se hizo esperar y los bañó a ambos limpiandolos de la sangre. Para cuando llegaron a lo más profundo del bosque, ambos estaban impecables y también la señora Margot. Si no fuese por las magulladura que ésta llevaba en el rostro, nadie pensaría que estaba muerta. De hecho, Hyukjae pensó que la señora Ruth, sin maquillaje y despeinada, se veía más joven y bonita, más suelta y menos extraña. Quizás era eso o el simple efecto de ya no tener alma.La lluvia se sentía tan bien cayendo sobre su rostro que Hyukjae ignoró el miedo que siempre le había tenido, incluso ignoró la tos y el oxígeno que parecía atorarse en alguna parte de su garganta. Sólo debía enterrar a la señora Margot, era el último esfuerzo. El pintor tomó entonces una pala que habían traído desde el establo y comenzó a cavar. La tierra estaba húmeda y liviana, mientras la lluvia no hacía más que facilitar su trabajo. Mientras cavaba Donghae estaba tumbado en el verde prado, peinaba a su madre mientras tarareaba. Hyukjae clavaba la pala, sacaba tierra y volvía a empezar. Para cuando hubo cavado un hueco lo bastante grande para que la señora Ruth cupiera, ambos la tomaron y la tiraron como si no fuese más que un simple muñeco de trapo.
Que fácil y sencillo era terminar con la vida de alguien, ¿por qué la gente no lo hacía más a menudo? ¿por qué había tanta mierda aún existiendo?
Cuando finalmente la señora Margot se fue del mundo y de su vista, ambos se tumbaron sobre el charco de lodo y agua sucia que era ahora la tumba de la difunta señora Ruth. Hyukjae observó a Donghae y éste observó el cielo. El pintor, que siempre había encontrado alguna extraña fascinación en los ojos del castaño, se deleitó viendo las incipientes alas del demonio aletear en lo más profundo de su pupila. La mirada del joven desbordaba deseos y ambiciones de libertad, y Hyukjae sentía que tenía la llave de la prisión justo entre sus manos.
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Castaño de porcelana
Fiksi PenggemarHyukjae es un pintor fracaso, deprimido y desempleado que acepta acudir a una entrevista de trabajo en una casona en medio de la nada. Cuando llegue allí descubrirá que nada es lo que parece y, más importante aún, conocerá al demonio de piel blanca...