Entró al centro médico desesperado con la muchacha a cuestas. Ambos estaban terriblemente sudados y enrojecidos. Los médicos lo miraron por un segundo horrorizados. Darius miró hacia los lados y echó a correr en dirección a la zona privada del centro.
— ¡Eh!— Le gritaron algunos mientras intentaban detenerlo — ¡No puedes entrar ahí!
El guerrero siguió corriendo por los pasillos hasta que apareció su médico. El comandante tenía un médico personal, pues cada poco por una cosa u por otra terminaba en el centro, el hombre no tenía reparo alguno en tratar las heridas de Darius pues éste pagaba bien y era lo único que importaba.
— ¿Qué estás haciendo?— le preguntó su médico.
Estaba extrañado de que el guerrero se encontrase en tal deplorable condición, había venido muchas veces con huesos rotos, con heridas abiertas y sangrantes y apenas se quejaba, sin embargo en ese momento, el hombre parecía desencajado. Su expresión expresaba un terror que no era propio de él.
— ¡Ayúdala!— Le ordenó de un grito
El doctor le guio por el pasillo hasta una habitación, le indicó con un gesto que posara a la muchacha en la cama. Darius la colocó con suma delicadeza, le apartó el pelo de la cara con cuidado y miró al médico con una expresión confusa pero irritada a la vez.
— ¡Vamos!— Le espetó una vez se apartó de ella.
El médico miró las pupilas de la chica. Reaccionaban a estímulos, eso era bueno. Le midió la fiebre. No tenía fiebre, solo estaba algo acalorada pero nada más.
— ¿Qué le ha pasado?— preguntó.
— Asesinos, su corte en el brazo, la han envenenado— El guerrero hablaba muy entrecortado, en parte por el cansancio y por otra parte por los nervios que tenía.
Su doctor siguió examinándola, miró el pelo, y le olió la piel, después examinó sus uñas. La incorporó y examinó su respiración. Darius se estaba impacientando, sentía mucha impotencia por no poder hacer nada, y el ritual que le estaba ofreciendo su médico no le sacaba de su irritación.
— No es un veneno mortal, estoy prácticamente seguro— Afirmó, se quedó un poco más mirándola y se dirigió al guerrero— Tiene pinta de ser un veneno que cause somnolencia, algo de parálisis y nada más. Parece ser un derivado compuesto de flor de loto negro, no obstante voy a sacarle sangre para hacerle unas pruebas rápidas ahora en el laboratorio.
Darius respiró aliviado y se dejó caer en un sillón que había al lado de la cama de la muchacha. Volvió a coger una bocanada de aire mientras se pasaba la mano por la frente. Se sentía liviano. Miró a Lux. Sí, iba a vivir. Había pasado por un infierno, pero ella iba a vivir. El corazón le iba a estallar de felicidad.
El médico cogió una jeringuilla, le estiró y le palpó el brazo para encontrar la vena de la cual sacaría sangre.
— ¿Es tu novia?— Curioseó.
— No— Le contestó rudo.
— ¿No?, pues es muy bonita— Le sonrió de manera amable.
— Cállate y trabaja— Le respondió malhumorado.
No le había gustado nada que el hombre le regalase tal cumplido a la muchacha. No sabía por qué, pero la situación no lo requería, además ella no estaba consciente para escucharlo, y él sabía ya de sobra que ella era guapa.
Cuando acabó de sacar sangre se llevó la muestra al laboratorio. Pasó un tiempo y regresó con los resultados. Durante el tiempo de espera Darius tocó una de las manos de Lux, estaba fría. No quería que a la muchacha le pasase nada más, así que la levantó un poco y abrió la cama para meterla dentro, acto seguido la tapó con las sábanas. Colocó su sillón más próximo a su cama y esperó.
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Lux Aeterna{#1} Darius x Lux |Ángeles y maldiciones|
FantasíaDarius, la mano de Noxus es un intrépido guerrero forjado en mil batallas. Un giro en la manera de liderar de Swain hace que las batallas cesen. Pero no es el retiro de este guerrero. Ahora Swain le requiere que sea diplomático. Un fastidioso cargo...