{7}.Afecto

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Entró al centro médico desesperado con la muchacha a cuestas. Ambos estaban terriblemente sudados y enrojecidos. Los médicos lo miraron por un segundo horrorizados. Darius miró hacia los lados y echó a correr en dirección a la zona privada del centro.

— ¡Eh!— Le gritaron algunos mientras intentaban detenerlo — ¡No puedes entrar ahí!

El guerrero siguió corriendo por los pasillos hasta que apareció su médico. El comandante tenía un médico personal, pues cada poco por una cosa u por otra terminaba en el centro, el hombre no tenía reparo alguno en tratar las heridas de Darius pues éste pagaba bien y era lo único que importaba.

— ¿Qué estás haciendo?— le preguntó su médico.

Estaba extrañado de que el guerrero se encontrase en tal deplorable condición, había venido muchas veces con huesos rotos, con heridas abiertas y sangrantes y apenas se quejaba, sin embargo en ese momento, el hombre parecía desencajado. Su expresión expresaba un terror que no era propio de él.

— ¡Ayúdala!— Le ordenó de un grito

El doctor le guio por el pasillo hasta una habitación, le indicó con un gesto que posara a la muchacha en la cama. Darius la colocó con suma delicadeza, le apartó el pelo de la cara con cuidado y miró al médico con una expresión confusa pero irritada a la vez.

— ¡Vamos!— Le espetó una vez se apartó de ella.

El médico miró las pupilas de la chica. Reaccionaban a estímulos, eso era bueno. Le midió la fiebre. No tenía fiebre, solo estaba algo acalorada pero nada más.

— ¿Qué le ha pasado?— preguntó.

— Asesinos, su corte en el brazo, la han envenenado— El guerrero hablaba muy entrecortado, en parte por el cansancio y por otra parte por los nervios que tenía.

Su doctor siguió examinándola, miró el pelo, y le olió la piel, después examinó sus uñas. La incorporó y examinó su respiración. Darius se estaba impacientando, sentía mucha impotencia por no poder hacer nada, y el ritual que le estaba ofreciendo su médico no le sacaba de su irritación.

— No es un veneno mortal, estoy prácticamente seguro— Afirmó, se quedó un poco más mirándola y se dirigió al guerrero— Tiene pinta de ser un veneno que cause somnolencia, algo de parálisis y nada más. Parece ser un derivado compuesto de flor de loto negro, no obstante voy a sacarle sangre para hacerle unas pruebas rápidas ahora en el laboratorio.

Darius respiró aliviado y se dejó caer en un sillón que había al lado de la cama de la muchacha. Volvió a coger una bocanada de aire mientras se pasaba la mano por la frente. Se sentía liviano. Miró a Lux. Sí, iba a vivir. Había pasado por un infierno, pero ella iba a vivir. El corazón le iba a estallar de felicidad.

El médico cogió una jeringuilla, le estiró y le palpó el brazo para encontrar la vena de la cual sacaría sangre.

— ¿Es tu novia?— Curioseó.

— No— Le contestó rudo.

— ¿No?, pues es muy bonita— Le sonrió de manera amable.

— Cállate y trabaja— Le respondió malhumorado.

No le había gustado nada que el hombre le regalase tal cumplido a la muchacha. No sabía por qué, pero la situación no lo requería, además ella no estaba consciente para escucharlo, y él sabía ya de sobra que ella era guapa.

Cuando acabó de sacar sangre se llevó la muestra al laboratorio. Pasó un tiempo y regresó con los resultados. Durante el tiempo de espera Darius tocó una de las manos de Lux, estaba fría. No quería que a la muchacha le pasase nada más, así que la levantó un poco y abrió la cama para meterla dentro, acto seguido la tapó con las sábanas. Colocó su sillón más próximo a su cama y esperó.

Lux Aeterna{#1} Darius x Lux |Ángeles y maldiciones|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora