Capitulo 29

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Bruno está a mi derecha en el interior del Volkswagen Passat, pero en lugar de ir cayendo por el precipicio, estamos en la autopista Arco Norte con dirección hacia el estado de Querétaro; lleva una camisa a cuadros muy elegante que hace juego con su pantalón y zapatos.
Yo llevo un Outfit de lo más sencillo: pantalón corte vaquero, playera Aeropostale y los Converse que uso con regularidad.
Llevo al rededor de una hora conduciendo sin encontrar más que kilómetros y kilómetros de árboles en ambos costados de la autopista; ni siquiera se ve otra cosa al frente.
Resulta inquietante el silencio entre Bruno y yo, ya que normalmente, cuando estamos juntos, ninguno de los dos cierra la boca, siempre nos gastamos bromas de cualquier tipo o simplemente decimos lo primero que pensamos; pero ahora es diferente, todo ha cambiado entre él y yo.
Cuando menos lo espero, entramos a un túnel e inmediatamente enciendo las luces del auto. Voy un poco rápido, según esta cosa, mi velocidad es de 100 kilómetros por hora, pero en realidad siento que casi no avanzamos. Quizás fue por los árboles que dejamos atrás hace unos instantes.
De repente nos encontramos con una hilera de autos, lo que me hace bajar la velocidad de golpe y que Bruno salga disparado hacia el tablero. Sólo escucho como su cabeza golpea con el plástico, pero se limita a sobarse.
Hay muchas personas bajando de los autos y se dirigen al otro lado del túnel, donde se alcanza a vislumbrar un pequeño destello.
Me dispongo a caminar en la misma dirección en la que van todas estas personas, sólo por curiosidad; una mano me jala por el hombro y me tira en el pavimento, es Bruno. Él comienza a darme bofetadas muy fuertes repitiendo "regresa, regresa, necesitas despertar, aún no perteneces aquí".
De nuevo todo es oscuridad.

Cuando despierto me encuentro sobre una superficie lo que le sigue de fría; ¿Alguna plataforma de hielo? Jamás he visto una, pero quizás sería la primera vez. Pero la descarto al no sentir humedad.
Miro a mi alrededor y veo un cuarto forrado casi en su totalidad de azulejos blanco, a excepción del techo, que tiene el plafón falso con lámparas dentro de ella. Me levanto de manera que quedo sentado con las piernas estiradas; es cuando veo que estoy totalmente desnudo. Esta posición también me da una mejor visión de la habitación: es una sala de autopsias.
Se me congela la sangre y me quedo perplejo ante la tétrica situación a la que me estoy enfrentando.
¿Qué ocurrió?
No recuerdo absolutamente nada.
¿Cómo fue que llegué a este lugar? ¿Quién me trajo a este lugar?
Una mujer vestida de blanco, sosteniendo una charola de equipo quirúrgico entra por la puerta que está frente a mí ( que no había notado antes), al verla me llevo mis manos a mi zona íntima para evitar que me vea, pero lo hace acompañado de un enorme grito de horror.
Hasta yo gritaría de esa manera si entrara a una sala de autopsias y viera a un muerto despertando del sueño eterno.
La mujer deja caer la bandeja, regando los instrumentos por todo el suelo.
-¿Cuánto tiempo llevo aquí? - es lo primero que logro decir, e instantáneamente siente una enorme punzada en el pecho, tan grande que me falta el aire y me tiró nuevamente sobre la mesa.
-Usted fue declarado muerto hace unas horas, no puedo creer que esté vivo - dice la mujer - No haga ningún esfuerzo, llamaré al médico forense.

Sale de la habitación corriendo.
El dolor me sigue comprimiendo el pecho y ahora también el estómago, y me es difícil respirar con facilidad.
La mujer entra acompañada de dos médicos forenses, que supongo también saben sobre medicina general.
Uno de ellos lleva consigo una especie de estetoscopio, lo que confirma que es médico general; me coloca el frío objeto sobre el pecho.
- Relájate - me dice - trata de respirar, necesitamos ver si hay algún daño interno.

Inhalo todo el aire que me es posible, y ahora siento mil cuchillas clavándose en mi pecho. No aguanto más y suelto un grito con el poco aire que tengo dentro de mis pulmones.

-Hay una gran posibilidad de que tengamos un pulmón colapsado - da el veredicto el médico que me practica la exploración - su ritmo cardíaco está muy por encima de lo normal, traigan una camilla, necesitamos trasladarlo a un hospital o morirá de nuevo y esta vez en serio.

La mujer sale corriendo nuevamente por la puerta y se escucha el eco de sus pasos acelerados que se alejan más y más por el pasillo. Mientras tanto yo sigo adolorido, con la poca respiración agitada. Es entonces cuando me doy cuenta que la mayor parte de mi cuerpo está llena de hematomas y heridas con rastro de sangre. ¿Qué me ocurrió?

Los doctores comienzan a hablar desenfrenadamente sobre las posibilidades de perderme de nuevo, pero inmediatamente cambian de tema y se dedican a revisarme todo el cuerpo. Cuando uno de ellos hace presión sobre mis costillas derechas, el dolor se intensifica mil millones de veces más.

- Tenemos una costilla rota, ahora es mucho más grande la posibilidad de un colapso pulmonar.

La mujer entra por tercera vez a la habitación empujando una camilla, los médicos me cargan y me suben sobre esta, toman una sábana que está detrás de ellos y me cubren de pies a cuello con ella.

Trato de mentalizarme que tengo pocas probabilidades de sobrevivir a esto, ya que un pulmón colapsado no se trata de un juego, esto es de vida o muerte.
Veo que las luces de lo que supongo es el pasillo pasan y pasan frente a mis ojos; mi respiración es entrecortada, me lastima por dentro lo que sea que tenga. Es entonces cuando mi diafragma deja de responder, aún cuando lo obligo a funcionar, no responde; intento con todas mis fuerzas respirar pero me es imposible hacerlo. Comienzo a escuchar un zumbido en ambos oídos, mi pulso se alenta cada vez más, y lo peor de todo es que mi vista comienza a hacerse borrosa.
Trato de gritar pero no logro emitir ningún sonido. Me muevo drásticamente para hacerle saber a la persona que me  lleva que me estoy muriendo, se da cuenta y comienza a correr desesperadamente por todo el pasillo. Siento en lo más profundo de mi cuerpo que después de tanto luchar contra la voluntad de la naturaleza, mi corazón se rinde y se detiene, pero yo sigo consciente y sigo luchando por respirar, pero sólo alcanzo a abrir la boca antes de que pierda la movilidad en los brazos, una luz blanca ilumina mi vista y luego se vuelve todo oscuro.
Otra vez...

Hoja de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora