Cap 10- ¿Quieres casarte conmigo?

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Cap 10- ¿Quieres casarte conmigo?

Natalie:

Por la mañana siguiente desperté muy temprano y William aún dormía plácidamente.

Después de observarlo por un largo rato, de empaparme de su imagen, me puse de pie.

Necesitaba respirar aire fresco y pensar, porque aunque había tomado una decisión, mis miedos seguían apoderándose de mi.

Soy humana, esclava de mis propios temores, de mis dudas y emociones, de los monstruos y fantasmas que controlan mi mente. Quiero ser libre como el viento, quiero ser dueña de mi ser y tomar decisiones sin miedo a equivocarme otra vez.

Aunque estoy exactamente en donde quiero estar, en donde me siento completa. Hay algo que no me deja tranquila, algo que los brazos de William no pueden arrancar de mi corazón. El sentimiento de culpabilidad.

Sentimiento que controla mis sentidos. La sensación de estar engañando a Leo me hace sentir sucia. Es estúpido sentirme así, lo sé. ¡Él ya no está y nunca más volverá! ¿Pero cómo hacerle entender eso al corazón? ¿Cómo hacerle ver, qué Dios.... que Leo me dio una nueva oportunidad de ser feliz?

Leo siempre supo de mi inmenso amor por Will y sé que estaría feliz de saberme con él. Porque muy dentro de su corazón, siempre supo que era el único capaz de lograrlo.

El tiempo que viví con mi esposo fuí inmensamente feliz, no lo voy a negar. Tampoco voy a negar que mi vida le pertenecía, porque también a él lo amé con locura. Cuando estaban los dos conmigo, era muy difícil poder decidir a cual amaba más. Llegué a estar a punto de decidirme por William, pero cuando mató a mi padre todo cambió.

Creí odiarlo, pero estuve muy lejos de la realidad, porque ¿Cómo puedes odiar a alguien que llevas en la sangre? ¿Al dueño de cada uno de los latidos de tu corazón? ¿Al hombre que le dio ese rayito de luz, que mi vida tanto necesitaba en esos momentos de oscuridad?

Leo siempre lo supo, por eso no perdía oportunidad en hacerme jurar que si algo le sucedía, yo lo buscaría. Él no era tonto y conocía esa conexión tan fuerte que existía entre los dos.

Estaba tan sumergida en mis pensamientos que no me percaté de la presencia de William. Me observaba intensamente, pero su rostro era uno lleno de angustia. Estaba blanco, pálido como una hoja de papel. Le ofrecí mi mano, la cual él tomó inmediatamente en las suyas y sin esperarlo me abrazó fuertemente a su cuerpo.

Su comportamiento me confundía, me asustaba.

- ¿Sucede algo? - pregunté a la vez que quitaba la música de mis oídos.

Él me apretó más fuerte aún y escondió su nariz en mi pelo, inhalando profundamente. Traté de ver su rostro, pero él lo impidió.

- ¡No! Espera un momento por favor - suplicó. No estaba segura, pero creí oír su voz quebrarse. ¿Acasó lloraba? ¿Qué le sucedía? Él no era de los hombres que se quebraban tan fácilmente y su actitud me preocupaba. Lo dejé que se tranquilizara un poco, cuando por fin habló.

- Creí que te habías marchado, o que alguien te había arrancado de mi una vez más.

Sonreí y traté de ver su rostro, sin resultado.

- Por favor déjame ver tu cara, necesito ver tus ojos - suplique. Él hizo precisamente así, alejó su cara dándome acceso a sus hermosos estanques azúl - William, te amo. Sé que no recuerdo muy bien mi pasado, pero hay algo de lo que no tengo ni un poquito de duda y eso es mi amor por ti. Nunca te voy a dejar. Jamás, jamás me volveré a alejar de ti.

- Eso es precisamente lo que temo, que cuando recuerdes me dejes.

- Recuerdo lo más importante y eso es mi amor por ti. Recuerdo la primera vez que te vi, la primera vez que hicimos el amor. Porque para mí, desde el primer momento fue precisamente eso, hacer el amor. Es verdad que siempre habrán problemas, pero recuerda, juntos escalaremos montañas - sonrió al recordar nuestra charla, precisamente la noche que sucedió el doloroso incidente de papá - lucharemos contra molinos y dragones...

- ¿Lo recuerdas? - me interrumpió.

- Claro que lo hago - di un beso fugaz en sus labios - William, nunca he estado del todo cuerda. Siempre han existido miedos, dudas, no solo ha sido el dolor de la muerte de Leo y mucho menos lo.. de papá. Sé que ese es tu miedo y aunque me dolió más de lo que mis fuerzas podían soportar en su momento, ahora me doy cuenta que tuviste que tomar una decisión. Me doy cuenta que fue la prueba más grande de tu amor por mi.

- Cuando sepas o más bien cuando recuerdes...no pensarás igual...

- Te equivocas - lo interrumpí. Podía ver miedo, inseguridad en sus ojos, en su voz y fue cuando recordé que deje el anónimo en mi buró. Debió haberlo visto, por eso ese cambio de actitud. - ¿Viste la carta? - pregunté.

Asintió con la cabeza, a la vez que bajaba su vista al suelo. Necesitaba darle tranquilidad, asegurarle que nada me alejaría de él. Le tomé su cara con ambas manos y obligué que me volteara a ver a los ojos.

- Ni ese, ni todos los anónimos que me han mandado, lograrán alejarme de ti. - me vio confundido, ya que él no tenía idea que desde que llegué a esta casa no han cesado. Iba a hablar, pero calle sus labios con mis dedos.

- Shhh, no tienes porqué temer Will. No hay palabra alguna en esos anónimos que yo no sepa. Recuerdo perfectamente esa noche, la razón por la que tú viniste....y aunque al principio si me desconcertó - sonreí - me di cuenta que no tenía porqué temer, porque tú me amas. - él sonrió - lo puedo ver en tus ojos. No te temo, te amo y no me importa lo que la gente diga para alejarme de ti, porque no lo lograrán. En tus brazos es en el único lugar que me siento verdaderamente segura. Ahora que pude romper esa barrera y refugiarme en ellos, lo único que me alejaría de ti es la muerte.

Llevó sus manos a mi cara y me acarició tiernamente.

- Te amo Natalie y sí tengo que luchar contra la misma muerte lo haré y si pierdo, hasta allá te sigo. El día que tú dejes de respirar, lo haré yo también. - al terminar la frase me besó. Ese beso fue distinto, encerraba en él una promesa.

Tomándome en brazos me llevó a la recámara, en dónde nos amamos una vez más. Fue tan hermoso como siempre, como si fuera la primera vez. Una vez que terminamos me acurruque en sus brazos, algo que sucedía día a día conforme el tiempo pasaba.

Una tarde después de amarnos, acariciaba mi espalda con la yema de sus dedos. Sus caricias me tranquilizaban, eran un sedante para todos mis pesadillas.

- Natalie, sé que tal vez es pronto para...- titubeó nervioso y eso me desconcertó un poco. Apoyándome en mi codo volteé a verlo a los ojos. Sus ojos se encontraron con los míos y sonrió, a la vez que acariciaba mi cabello. - para lo que voy a pedirte, pero no puedo esperar más. Te amo y día a día vivo con la incertidumbre, con miedo a que te vayas, a que me dejes. Quiero pedirte que por favor no te sientas presionada a responder, si no estás lista yo sabré esperar.

Mi corazón empezó a saltar descontroladamente, quería salirse del pecho ¿Acaso iba a preguntar lo que imaginaba?

- ¿Natalie quieres casarte conmigo? ¿Quieres ser mi esposa y compartir conmigo el resto de tu vida?





Enseñame a Olvidar II: volver a nacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora