Capitulo 1

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"Los Ángeles."

Si esto fuera una película, probablemente la cámara enfocaría a una calle... el foco se centraría poco a poco en los árboles de una urbanización bonita, bien cuidada, justo a las afueras de Los Ángeles. Mi voz sonaría mientras las imágenes de esa calle se van haciendo más y más cercanas... se escucharía el típico niño riendo mientras juega al fútbol con sus amigos y finalmente, la cámara me enfocaría a mi.

Y yo empezaría a hablar con algo poético cómo "Siempre me había gustado ver a los niños jugar en la calle. Parecían tan despreocupados, sin problemas, sin odio, inocentes mientras compartían sonrisas con cada persona que pasaba por aquella calle a las siete de la tarde de un viernes. Adoraba cómo las ramas de los árboles se mecían de un lado a otro, y sobretodo, el sonido que dejaba el viento a su paso."

—¡Ariana! Por favor, he dicho veinte mil veces que no dejes tus apuntes encima de la mesa.— La voz de mi tío Mike me sacó totalmente de mis pensamientos y fruncí mi ceño con una mueca desagradable.

Me había jodido la película que me estaba montando en la cabeza.

Giré mi cabeza y me levanté de las escaleras del portal de la gran casa. —Pero, ¿por qué gritas? No estoy sorda, Mike.— Suspiré profundamente intentando no levantar la voz. Entré a la cocina al verle merodeando por allí desde la entrada. —No he dejado los apuntes encima de la m— Me detuve inmediatamente al ver precisamente aquellos papeles con información sobre mi asignatura al lado de una bolsa grande de pan de molde y la batidora con fruta algo escachada en su interior.

Cuando le miré a los ojos, estaba cruzado de brazos mientras me miraba con su ceño fruncido, cómo de costumbre. —¿Decías?— Preguntó con gotas de sarcasmo cayendo ligeramente de cada una de las letras de aquella palabra.

—Es que... las prisas.— Suspiré pasando mi mano por mi nuca. Cogí mis apuntes y los metí en la carpeta rosa que había justo al lado de la otra mesa.

—Si, ya... las prisas. Tan despistada cómo tu madre.— Bufó.

Fruncí mi ceño. —Eres su hermano, y ya sabes lo que dicen... todo se pega en la familia.— Alcé mis cejas mientras se quedaba sin saber qué contestar a ello.

—Eso de saber siempre qué decir lo has heredado de tu padre.— Apuntó mirándome por última vez mientras se daba la vuelta para coger el tarro de mayonesa y untar un trozo de pan de molde con un cuchillo.

—¿Qué tal en el trabajo, gruñón?— Le miré con sarcasmo en mi mirada.

Se encogió de hombros. Sabía perfectamente cómo le llamaba, y aunque hacía unas semanas que le empecé a llamar así y le molestaba, ya se había acostumbrado. —Pues tu tío el gruñón ha tenido una mañana ajetreada... llevar una revista es un coñazo.—

Me encogí de hombros. —Espero no acabar trabajando en mi vida en una revista, recuérdame tus estresantes días si algún día se me va la olla y me quiero meter a trabajar en tu revista, por favor.— Le advertí mientras soltaba una carcajada—

—Tranquila, lo haré.— Agitó su mano con desdén. Cogió el mando de la televisión y subió poco a poco el volumen para escuchar el programa que estaban pasando en ese momento por ese canal. Ellen DeGeneres apareció en la pantalla.

—¿Y a tí? ¿Qué tal te ha ido el día?—

Me encogí de hombros. —Apuntes, apuntes y más apuntes.— Suspiré con resignación. —Y algún que otro chico guapo.—Sonreí contenta.

—¿Estás saliendo con algún chico?— Me miró fijamente con cara de pocos amigos.

Negué con mi cabeza. —En España tienen más labia, aquí se cortan demasiado... estoy sorprendida.— Alcé mis cejas con sorpresa.

Starboy ● Justin BieberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora