Capítulo 1

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Agarro el lápiz con mis dedos y comienzo a escribir el sueño de esta vez, en el mismo cuaderno de siempre, granate de terciopelo con detalles dorados:

«Sueño 235: El sueño persiste. Nada ha cambiado. La pequeña de cabellos dorados llorando en un altar por la pérdida de su hermosa madre. El cuerpo frío... como una roca helada.
Esta vez he logrado fijarme en que el altar parece del Siglo XVIII. No lo tengo claro ni lo sé con certeza, pero parece oculto en una cueva. De nuevo, los encapuchados rodean a la pequeña llorona, mirándola con sus ojos juiciosos. De nuevo; Yo no puedo...impedir nada».

Suspiro. Siento que si no escribo los sueños, voy a acabar perdiendo la cordura (si aún me queda alguna pizca de esta).
Ya llevo casi dos años escribiendo estos absurdos sueños que no sirven de nada. Ya no sé si pensar que es cosa de mi imaginación, mi subconsciente jugándome una mala pasada, o simplemente la pequeña necesita ayuda de verdad. No ha cambiado nada del sueño desde que empecé a escribirlo.
Según he leído o escuchado por ahí, pueden ser visiones de mis antepasados. Yo no creo nada de eso. Es una falacia que, tristemente, los humanos usamos para no derrumbarnos. Para aferrarnos a algo, porque necesitamos creer en algo. Pienso exactamente lo mismo con la religión.
Un pilar para muchos, Desahogo para tontos.

Tic-tac, tic-tac...

Los minutos pasan como estrellas fugaces en el cielo nocturno.
Debo escribir esto antes de que sea demasiado tarde.

Siempre le he tenido un gran respeto a la noche, pero...esa noche no podía dormir, tenía miedo de cerrar los ojos y sucumbir al sueño, ya que estaba segura de que la pequeña rubia estaba esperándome. Esperando a que simplemente me durmiera.
No. No quiero volver a soñar con ella.
Cada mañana me levantaba temblando y llorando. Sólo quiero que esta pesadilla finalice. Por mucho que no durmiera esa noche ella estaría a la siguiente, y a la siguiente...Sabía perfectamente que ella iba a seguir esperándome, ahogándome con sus llantos.
¿Por qué huir entonces? Yo sólo quería una vida normal, sin complicaciones, ¿es un deseo tan egoísta?

Esa misma noche, fue la que me cansé de todo y comencé a reunir información para saber quién era la pequeña...

Salía de casa, eran como las 2 de la madrugada y se notaba en la escarcha de los coches, el céfiro noctuno.
Con las manos temblorosas y adormiladas del frío, coloqué la llave en la ranura del coche y arranqué.
No sabía cuánto tiempo estaría fuera de casa. Me dirigía al único lugar que podía ir a esas horas; la casa de un viejo conocido.

(...)

2:33 A.M .

-¿Sí ?-. La voz de un hombre jóven sonaba al otro lado del telefonillo de la entrada, encogí mis hombros por el frío.
-Soy yo-Lancé un suspiro y mi aliento dejó verse, como un fantasma.-Abre, me estoy cagando de frío.

Subía las escaleras con la escasa luz del rellano del pasillo mientras ésta parpadeaba. Al subir la puerta estaba abierta de par en par y el joven alto, delgado y rubio de ojos grises me esperaba en esta.

-¿A qué cojones vienes a éstas horas, Audrey?-me miraba intrigado, notaba como me examinaba.
-El sueño de esa niña no me deja dormir, de nuevo-. Pasé y me quité la chaqueta por el calor del interior-. ¿Estabas bebiendo Bourbon otra vez?-solté una carcajada-Y dijiste que lo dejarías.
-Sabes que lo necesito para concentrarme-. Miró hacia un lado, avergonzado ya que había acertado de lleno, con su ceño fruncido.

«Michael, en ese sentido era como un alma perdida vagando entre miles de almas alegres, pero siempre tenía luz propia. Brillaba por sí mismo. Esto mismo fue lo que me llevó a ayudarlo ese día a salir del bar antes de meterse en una pelea y que lo reventaran entre cuatro tíos armario.
Más tarde, descubrí que era un gran entrevistador».

-Sabes que tengo trabajo.-me despertó de mis pensamientos, al mirarlo, sostenía un cigarro entre sus largos dedos.-¿Qué necesitas a estas horas?
-Creo que ya sabes lo que quiero hacer. -Lo miraba sonriendo.
-¡Oh no, no, no!-negaba con la cabeza, nervioso- ¡Te dije que no te quería ver metida en nada de eso!
-Venga por favor...Mike. -Supliqué.-Te necesito más que nunca, y lo sabes bien.

Me miró durante unos largos segundos y luego suspiró, llevándose las manos a la cara:
-Está bien, pero sólo esta vez.-sentenció- ¿Qué buscas?
-Necesito que me busques información sobre un antiguo santuario, relacionado con sacrificios.
-¿Qué cojones sueñas tú?-me observaba frunciendo el ceño. En su rostro se notaban días acumulados de sueño.
-No sé, dímelo tú-bromeé, riendo para animar el ambiente.- Quiero saber si puedo arreglar algo y dejar de soñar con esa maldita niña.
-Cállate y dame unos minutos.-cogió su ordenador y tecleando rápidamente empezó a buscar información.

03:11 A.M.

-¡Bien! ¡He dado con algo!-alzaba la voz, con sus aires altivos de siempre, como si hubiera encontrado el mismo dorado o visto el contenido de la Caja de Pandora.
-Sorpréndeme, hermoso.



Editado por: Diavolus (una escritora no muy cuerda, pero se le quiere igualmente).

*Apartado*:
Bueno, este es el primer capítulo serio que intento escribir de una historia que se me ocurrió de la noche a la mañana. Aunque es bastante corto para primer capítulo tan sólo voy comenzando y quizá lo alargue, así que es una especie de esbozo. Espero que lo disfruteis c:
(Siempre podéis opinar, siendo quejas buenas o malas son bien recibidas).

The book of Dreams of Audrey. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora