019.

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Poner un pie en Corea del Sur me había dado una emoción vacía, no sólo porque había vuelto después de haber prometido no volver, también porque ahora mis ojos veían las cosas de una manera diferente. No de la mejor.

Hoseok palmeó mi espalda dos veces cuando salimos de migración y nos dirigimos a recoger las maletas pero yo no le di ninguna expresión lo cual él ignoró. Sabía que él estaba feliz, aliviado de haberme podido traer devuelta, y aunque aún el resentimiento seguía ahí cada vez que lo miraba, quería convencerme a mí mismo de que era para lo mejor.

- Oh, muero de ganas de ver a Namjoon -murmuró el peli-negro a la vez que levantaba su maleta con un gruñido para ponerla en el suelo. Subió la mirada a sonreírme e inmediato la desvíe hacia mi maleta, que yacía a mi lado, para empezar a dirigirme a la salida.

Él me alcanzó enseguida aún sonriendo, pero la acción de estirar las mejillas para imitarlo no me parecía lo más agradable. No tenía ganas de hacerlo.

- Cambia esa cara, Tae -alargó con un pequeño puchero, pero yo no hacía más que mirarlo de reojo-. Seguro encontrarás a alguien mejor que ella aquí.

Paré en seco y su expresión cambio a una más seria, como si quisiera excusarse con la mirada. Bufé, volviendo a caminar.

- ¿Qué sabes tú? -le dije.

Volvió a alcanzarme una vez más y aunque no había dicho nada en respuesta, lo podía sentir con su mirada clavada en mí hasta que logramos pasar las puertas automáticas encontrándonos frente al mar de gente.

Y cuando localizamos a los nuestros, lo pude escuchar susurrar bajo su aliento.
- Esa chica lo ha hecho basura.

Esta vez no me detuve para analizar sus palabras, sólo reí entre dientes y tomé la maleta aún más fuerte para dirigirme con fervor hacia las tres personas que nos esperaban a ambos con caras serias.

No me acerqué a ninguno, ni mantuve mucho tiempo la mirada sobre mamá, o Seokjin, o Namjoon, quien después de haber abrazado alegremente a Hoseok, se quedó observándome.

Di una pequeña reverencia en forma de saludo, para sin más, volver a tomar mi maleta y enseguida avanzar hasta el estacionamiento sabiendo que ellos me seguirían después. Sin embargo, cuando alguien tomó mi brazo y me atrajo a sí, me quedé tenso, sin el poder de sentir nada, ni siquiera en el abrazo de mi madre.

Ella pasó su mano por mis cabellos y la escuché suspirar.
- Por favor, no vuelvas a irte de casa -me dijo, en un susurró cansado y nostálgico antes de separarse de mí.

Aún no había expresión en mi rostro, pero obviamente, ella no le había prestado atención a esto acariciando mi mejilla para luego engancharse en el brazo de mi hermano mayor, el cual, sólo me dio una media sonrisa.

No respondí a ninguna de sus preguntas cuando llegamos al auto y aunque veía cómo fruncían el ceño con frustración no hacía más nada que ignorarlos y fijar mi vista en la gran ciudad de Seúl: sí, era mucho comparado con Nueva York, pero no era la ciudad lo que me hacía querer irme, eran ellos.

- Puedes seguir trabajando en ese café con ese muchacho... ¿cómo se llamaba?

- Jungkook -le respondí, adentrándome en mi habitación y dejando la maleta encima de mi cama.

- Sí, Yongyu -me dijo y rodé los ojos sin girarme a verla, aún con mis ojos paseando por el espacio de aquellas paredes pintadas en azul claro.

Todo estaba como lo había dejado hace dos meses: la colcha de la cama aún tendida perfectamente, los posters de animes y pokemones esparcidos por encima de la cabecera de madera y un ambiente adolescente que me empezó a molestar mientras más seguía de pie allí: me había ido de aquel lugar con la intención de separarme de esto, y ahora me encontraba de pie justo donde empecé. Ningún progreso.

No escuché lo que mamá dijo cuando cerró la puerta detrás de ella marchándose, sólo gruñí antes de caminar hacia la cama para quitarme la camiseta que traía y echarla al piso, para acto seguido dejarme caer sobre el frío pero suave algodón.

Suspiré. Un sólo nombre se plasmó en mi mente cuando me quedé mirando el techo y cerré los ojos enseguida tratando de alejarlo de mi cabeza por ahora, porque sabía que de mí vida no podría.

Al menos no por ahora. Tenía que aprender.

Me sentí temblar y abrí los labios dejando salir un pesado jadeo. Mis ojos seguían cerrados disfrutando del familiar perfume que llenaba la habitación. Sentí las cosquillas en mi entrepierna siendo tomada por sus cálidas yemas que jugaban con la tela de mi pantalón. La piel de su frente se pegó a la de mi abdomen cuando dejó un pequeño y mojado beso encima de mi ombligo y casi sin pensarlo enterré mis dedos en su suave cabello.

Sólo para abrir los ojos de golpe y encontrarme con su miel mirada. Ella estaba ahí, sonriéndome como la primera vez que la vi, viéndome tan intensamente como era habitual.

Me incorporé de inmediato y alcancé su rostro entre mis manos. Su piel, suave, encajaba con la mía perfectamente. Ella volteó un poco la cabeza para dejar un pequeño beso en el dorso de mi mano, sin dejar de mirarme.

- ¿Creíste que te dejaría ir así por así? -me preguntó con diversión y no pude evitar devolverle una media sonrisa. Sus ojos brillaron con ternura.

Alcanzó mi nuca para atraerme hacia su rostro, juntó nuestras frentes y suspiró jugando un poco con mi nariz antes de besarme, lenta y cálidamente. Jadeé con alivio al poder sentir su húmeda boca mezclarse con la mía, dándome cuenta que sí extrañaba esa sensación sin igual.

Me abrazó a sí a la misma vez que subía sobre mí sin despegar sus labios de los míos ni un momento. Acaricié su espalda junto a la suave tela del vestido florecido que traía y pronto sentí ganas de llorar.

- No deberías estar aquí -susurré contra sus labios, dándonos una pausa, pero me sentí extraño cuando sonrió.

- No lo estoy -respondió y enseguida fruncí el ceño mientras empezaba a sentir cómo desvanecía dentro de mis brazos. Se acercó a mí oído y aspiré el olor. Se sentía real, muy real-. Tienes que dejarme ir, Taehyung. Tienes que hacerlo.

- No -le susurré. Ella se levantó y negó con la cabeza-. No puedo -le espeté mientras mi voz temblaba con desesperación.

Mis ojos empezaron a arder y los de ella se cristalizaron.
- Sí puedes.

- ¡Taehyung!

Mi cuerpo cayó hacia delante sentándose de golpe en la cama mientras mi respiración agitada hacía ruido en la habitación. Mis labios temblaban aún en trance y ni siquiera miré a Seokjin cuando éste se acercó a mí.

No hacía falta verlo para saber que me estaba mirando como si estuviera loco y cuando habló lo comprobé.

- ¿Qué rayos te pasa? -me preguntó y sólo ahí lo miré, tragando para luego negar con la cabeza. Él me miró aún poco inseguro pero sólo apretó los labios para girarse-. La cena está lista.

Cuando cerró la puerta detrás de sí di un manotazo en la cama mientras gruñía; no podía ser que mi propio cerebro me hubiese jugado una broma tan pesada... tan real. Me llevé las manos a la cabeza y me sacudí el pelo para luego tomar la camiseta y ponérmela.

Me levanté de la cama y empecé a caminar fuera de la habitación.

Era una locura. No tenía sentido. Ella no estaba ahí y tenía que acostumbrarme a ello.

Aún y no lo quisiera.













chan chararanchan








CHANCHAN

- ema.

MOANS | KIM TAE HYUNG.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora