ガズザ.

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Jimin yacía en el sofá celeste de aquella sala tan cálida como él corazón de su castaño. Y el problema era ese, que se encontraba ahí para poder pensar y razonar una buena manera de como Jeongguk le hablase, llevaban días de tortura de esa forma, habían recurrido hasta a la abstinencia en el sexo, y para el pequeño ojinegro eso era una tortura. Jimin trataba de buscar un motivo coherente de porque ese chico lo ignoraba olímpicamente casi a diario, y en ese quedaba, en tratar. Ya que cuando intentaba pensar se ideaba toda una historia dramática de como su Kookie lo podía estar engañando, así que esfumaba esos pensamientos y se llevaba las manos a la cabeza con frustración.

Los chicos, a excepción de Jin se encontraban en la sala de estudio practicando los nuevos pasos. Jin y Jimin había sido los únicos en no ir hacia las practica por culpa de la molesta gripe del mayor, y como buen amigo, Jimin se quedo en la casa para cuidarlo y mimarlo, para que se sintiese mejor. Ya que quien soportaría  a Nam echo un desastre por culpa del mayor y de no tenerlo cerca a causa de esta agobiante gripe. Además de Jin siempre los había cuidado y ya tocaba de que alguien lo cuidase a él. Así que nuestro querido chico de mejillas regordetas acepto el cuidarlo y preparar un delicioso almuerzo para todos.

Ya que Jimin no quería admitir que el almuerzo era para Jeongguk.

Encargado en la cocina y realizando el platillo favorito de su castaño. En este caso cerdo agridulce. Jimin decidió agregarle muchas especias solo para que a Jungkook le fascinase al comer y tal vez pudiesen hablar de porque la frialdad del menor, y era necesario el hablar y comunicarse el porque de todo, porque Jimin estaba entrando en un miserable pánico ahogado en su interior, porque ya estaba cansado de las palabras frías y descortés de parte del menor. 

Pensándolo bien, Jungkook era como el cerdo agridulce, tan dulce con sus emociones y tan agrio con sus palabras.

Anhelaba el poder tener de nuevo a Jeon es sus brazos. Poder salir a comer y hablar de cosas banales que los hacían perderse entre ellos. Jugar cartas y ver como Gukkie se enojaba con todas las trampas del más bajo. Dormir juntos y sentir los latidos desacelerados de ambos. Ir de compras y que el más lato lo mimase con todo. El que Jungkook lo tocase de nuevo con sus inmensas manos. Que le hablara con palabras tan cálidas como el mismo castaño. Tener a Jungkook entre sus piernas y jugar un rato. Poder volver a tocar su musculosa espalda. Sentir sus dulces besos de algodón de azúcar cuando se iba a dormir.

Porque la abstinencia en el sexo lo estaba carcomiendo vivo. El no podía estar para nada tranquilo, cuando veía a su castaño favorito con aquellos pantalones ajustado de cuero. O esas camisas que dejaban ver sus fornidos brazos. Sentir aquellas manos en sus muslos, poder besar sus cuello y dejar marcas de territorio.

Porque Jimin estaba seguro de algo y era que Jeongguk era suyo.

— Jimin. ¿Ya esta lista la comida? ¡Los chicos acaban de llegar! — Grito Jin desde la sala.

— ¡Si! ¡Diles a los niños esos que me ayuden a llevar los platos! — Dijo con un tono de burlar.

El ojinegro totalmente concentrado en sus platillos, los acomodo cuidadosamente mientras esperaba que el resto viniese a recogerlos. Y es que el quería que todo resultase de maravilla, o eso esperaba, ya que nuestro querido castaño no era tan fácil de moldear con su tosca personalidad; pero Jimin conocía su punto débil, y era la comida. O mejor dicho el cerdo.

El resto entro a la cocina mientras platicaban y reían de quien sabe que. Agarraron sus respectivos platos y los platillos de entrada para la gran mesa familiar. Jimin se encargo de llevar la bebida y algunos vasos. 

Fijo su mirada en la espalda del castaño al ver cuando tomo su plato y sus utensilios para poder ingerir el alimento. Jimin sintió como su estomago se hacia un nudo al ver aquella espalda sudada de tanto ejercicio del menor. Se mordió el labio pensando cuando aruñaba esa dulce y exquisita espalda cuando Jeongguk estaba entre sus débiles muslos y podía oir los sonidos guturales que salían de los labios finos del ultimo. 

inspiración | kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora