[Diabolik Lovers's One-Shots]

Subaru Sakamaki.

Siempre.

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Paso a paso __________ intentaba no ser escuchada, se adentraba en los oscuros pasillos de la mansión Sakamaki con una vela en mano y rogaba en sus adentros que Reiji no la pillara e hiciera que volviera a su habitación.

Con cuidado acariciaba la pared para no chocar con nada, contaba las puertas que pasaba, la sexta era la de él. 

No tenía que verlo, sabía que ya había llegado.

Tuvo una especie de corazonada que la hizo venir en medio de la noche, sabía que ella debía estar en este lugar.

Abrió la puerta con suavidad para que al hacerlo ningún sonido se escapara de sus bisagras.

Y entonces lo vio.

Abrazando sus rodillas y viendo el horizonte a través de la gran puerta francesa de su habitación.

Caminó hacia él, quien se exaltó al sentir un extraño tacto en su hombro.

— Vine para salvarte, Subaru.

__________ se arrodilló frente a él, cogiendo sus mejillas con ambas manos, limpiando con delicadeza las lágrimas que ahora empezaron a bañar sus dedos.

Su rostro era tan vulnerable, sus cejas temblaban ante lo desconocido y ante los recuerdos que su mente le mostraba, torturándolo cada cierto tiempo.

Él nunca te contó que era lo que veía en aquellas pesadillas, aunque siempre asumías que le atormentaba su madre hasta después de perecer. Subaru necesitaba a alguien que lo quiera de verdad, que lo ame y escuche, en realidad él era demasiado sensible y tímido. Solo quería lo que los niños normales tuvieron alguna vez, intentaba olvidar y esconderse, quería protegerse ante lo indefenso que había quedado en su niñez, y sobre todo, quería proteger a lo que más amaba.

__________ se acercó a él, sentándose en sus piernas para poder abrazarlo con fuerza, hizo que hundiera la cara en su pecho y lo reconfortó. Pasó con suavidad sus pequeñas manos por la ancha espalda del albino y aspiró el aroma de sus cabellos.

Pronto sintió lo húmedo de su camiseta, pero siguió dándole mimos y susurrando cosas a su oído con cariño.

Subaru hipaba y sollozaba bajo ella, apretó con fuerza su cintura para tenerla junto a él, para poder sentirla, para saber que ella tampoco le sería arrebatada.