Las vacaciones de Navidad

19 2 0
                                    


«Al fin en casa», pensó Draco mientras se desperezaba sentado ante el escritorio del despacho que tenía en su caserón. Entre el ataque en Halloween y las vacaciones de Navidad, había trabajado muchas horas, repartidas a medias entre clases e investigaciones. Había sido tan agotador como frustrante, pero estaba a un paso de poder avanzar.

«Casi he dominado los hechizos para detectar las maldiciones. Tengo muchísimas ganas de probarlos en Dorothea y ver qué resultado dan. Ojalá el resto de asuntos fuesen tan fáciles de resolver: ninguno de los libros de la biblioteca de Hogwarts aclara nada sobre Jake. Ha tenido una mejoría temporal, sin ataques, pero no estamos preparados por si vuelven. Y cada vez que tomamos una muestra de la serpiente petrificada y le aplicamos zumo de mandrágora, se transforma en esa gelatina viscosa y después se evapora. Menos mal que los alumnos lo han hecho bien en los exámenes y que Scorpius no ha tenido más desmayos.»

Ningún medimago o medibruja encontró explicación para las pérdidas de conciencia de Scorpius y lo habían achacado a los nervios del primer año en Hogwarts. No había nada físico que los justificase, lo que alivió y preocupó a la vez a toda la familia Malfoy.

«Ya buscaré soluciones al volver a Hogwarts, necesitamos unos días tranquilos en familia, los tres.»

Las risas de Astoria y Scorpius, entretenidos en el cuarto de juegos, llegaron hasta el despacho. Draco dejó que pasasen algo más de tiempo a solas y bajó a tomar un té y tarta con intención de leer las noticias. Como excepción, había pedido El profeta para conocer el resultado de las elecciones. En la mesa del comedor, Ren sirvió el refrigerio acompañado del periódico. Draco desenrolló el rotativo y vio en portada una foto de Hermione Granger, que saludaba a la cámara rodeada de antiguos miembros de la Orden del Fénix: Longbottom, Lovegood, muchos Weasley y, por supuesto, el Elegido. También había una pareja mayor que Draco no conocía, supuso que eran sus padres muggles. Dejó el periódico con una sonrisa satisfecha.

«Si le dejan, lo hará bien. Podría ser una gran Ministra de magia, es brillante aunque en ocasiones se le escapaba cómo funcionan las cloacas del Ministerio. Siempre fue la mejor de los tres, pero le puede esa fuerza típica de los Gryffindor que los hace tan impulsivos. Veremos cómo la tratan...». Por supuesto, no diría nada eso en voz alta, bastante roces tenía ya con las familias de puristas. Leyó con tranquilidad el editorial, que llamaba a la calma a los sectores más radicales, y un artículo flamígero de Elsa Travers, que acusaba a la nueva Ministra de populismo y de aprovecharse de sus méritos de guerra. Suspiró y abandonó el periódico para unirse a unirse a los juegos de su familia.

«Esta noche cenamos con mis padres, más vale disfrutar del día hasta entonces».

***

Con el anochecer, Draco, Astoria y Scorpius dejaron atrás la luminosidad de su hogar para internarse en las sombras de la Mansión Malfoy. Los padres de Draco los esperaban al lado de la chimenea principal. Los cinco magos iban vestidos de manera clásica con unas carísimas túnicas en diferentes colores. Gris para Draco, verde para Scorpius, azul para Astoria, y oscuras para Narcissa y Lucius.

—Astoria, ¡qué gran elección de túnica! Me alegra ver que has recuperado fuerzas —dijo Narcissa, que apoyó con afecto la mano en el hombro de su nuera.

—Gracias —contestó Astoria algo insegura.

Después de unos corteses saludos entraron en el comedor donde los elfos domésticos sirvieron un banquete que comenzó por canapés de foie, salmón ahumado, ostras y pan de centeno con mantequilla.

—Scorpius, estás muy callado —destacó Lucius—. ¿Qué tal la escuela? ¿Te gusta Hogwarts?

—Sí, me gustan las clases. La sala común de Hufflepuff es bonita y tiene muchos libros y juegos. Mi compañero de cuarto es genial —resumió el niño.

El profesor de Defensa contra las Artes Oscuras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora