Holly se despertó sobresaltada al escuchar voces en la enfermería. Cogió una bata para ponerse encima del camisón largo que la cubría y salió de su cuarto para encontrar a Draco, con Scorpius en brazos, frente a ella.
«¿Otra vez? Tendremos que pensar en ingresarlo», pensó.
—Draco, ¿no deberías estar con Astoria? —preguntó extrañada.
—Holly... —dijo su amigo con voz entrecortada.
Fue entonces cuando descubrió la sangre que los cubría. Y a Jake, Dick y Odette tras el mago. La niña estaba muy pálida, inconsciente en los brazos del alumno; que miró a Holly y negó con la cabeza.
«No, no, no. Aún le queda un poco más, al menos que pueda terminar este curso», rezó.
La maga corrió a coger a Odette, inerte, y la acunó unos segundos antes de dejarla con cuidado en una de las camas. Buscó en vano un pulso que ya no latía y, rendida, cubrió el cuerpo de la alumna con una sábana y se volvió hacia Draco.
—¿Qué ha pasado? —preguntó mientras intentaba sin éxito contener las lágrimas—. ¿El resto estáis bien?
—Scorpius y yo estamos heridos; los demás, no —contestó el mago—. Cúralo a él primero, por favor, después podemos hablar de lo que ha pasado.
Holly cogió al pequeño Malfoy y lo llevó detrás de un bastidor para que no viese el cadáver de su amiga. Examinó la herida y le pareció demasiado similar a la de Thea. Como Scorpius ya había recibido los primeros auxilios, le llevó poco tiempo curarlo. Al terminar, el niño seguía inconsciente, pero estaba fuera de peligro.
«¿Cómo le vamos a decir lo de Odette? No sé qué ha pasado, pero Dick y él son demasiado pequeños como para ver la muerte tan de cerca. Y Draco está en shock. Tengo que hacer que reaccione cuanto antes.»
Su amigo fue el siguiente paciente. El mago tenía la mirada ausente y perdida, y la herida del costado era bastante más fea que la de su hijo. Lo ayudó a sentarse en una camilla y se dispuso a sanarlo.
—Draco, tienes que contarme todo —pidió—, porque después tendrás que darle explicaciones a McGonagall y habrá que pensar bien qué dices.
El jefe de la casa Slytherin pareció volver en sí. Abrió la boca un par de veces, pero en ambas fue incapaz de decir nada. Tras superar sus reticencias, consiguió empezar a hablar.
—Jake tuvo uno de sus sueños, vino a recogerme a San Mungo porque los niños estaban en peligro. Fuimos juntos a la Cámara de los secretos.
—¡Joder, ¿qué?! —lo interrumpió—. ¿Esa Cámara de los secretos? ¿La de Harry Potter? Pero si la habían sellado...
—Pues no muy bien, porque Dick, Odette y Scorpius consiguieron entrar. —La voz del mago se apagó y bajó la cabeza.
La medimaga se secó las lágrimas y se obligó a mantenerse firme a pesar del latigazo de dolor que sintió al escuchar el nombre de la niña.
—Vamos —lo animó—, tengo que saber qué ha pasado para poder ayudarte.
Draco se deshizo en un sollozo mudo, pero continuó el relato.
—La noche que anunciaron el cese de las casas, cuando Scorpius se desmayó por primera vez, fue porque Salazar Slytherin lo había poseído. Los niños robaron unos libros de la Sección Prohibida e intentaron un ritual para exorcizar que salió mal porque la mitad de los tomos de esta escuela están obsoletos —respondió con frustración—. Slytherin pidió mi cuerpo a cambio de liberar a Scorpius, yo dije que sí, pero Odette se adelantó y el espíritu entró en ella. Después conjuró contra sí misma para cruzar el velo con él y no pude hacer nada por salvarla.
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El profesor de Defensa contra las Artes Oscuras.
أدب الهواةTras unos años ejerciendo como medimago en San Mungo, Draco Malfoy ingresa en Hogwarts como profesor de Defensa contra las Artes Oscuras, el mismo curso en el que su hijo Scorpius empieza en la escuela.