1

6.4K 468 170
                                    

Unos finos copos de nieves empezaban a caer y esparcirse por todo el lugar, habían llegado hace poco a una isla de invierno que para todos los tripulante les parecía hermoso y relajado, para todos menos para uno. Roronoa Zoro, el espadachín demoniaco y segundo al mando de los Mugiwaras, había renunciado totalmente y definitivamente al mundo, el por qué seguía siendo doloroso incluso después de tanto tiempo.

Había sido ya hace 7 meses. Un día cualquiera que un pirata podía tener. La Marina los había rodeado y los había llevado al límite ya que ese día no habían estado preparados ni en su mejor forma, pero aun así le dieron una gran pelea a cada soldado que se les acercaba, cada uno luchaba con su especialidad y estaba bien así, estaban a punto de poder salir libres de esa situación, pero nadie contó con los refuerzos y las nuevas maquinas que tenían como armas. Todo fue tan rápido que nadie lo pudo notar hasta que ya todo había pasado.

Distraído en sus batallas, el espadachín no supo cómo reaccionar cuando alcanzó a ver como un cuerpo se interponía en el camino de un rayo de luz, aquel rayos jamás le alcanzó gracias a aquel cuerpo que sirvió de escudo, cuando al fin reconoció aquel que había hecho tal acto tan temerario y heroico, no supo cómo reaccionar, algo entre miedo, tristeza, y rabia lo inundaron rápidamente dejándolo en shock sin saber cómo moverse. Aquel que lo había salvado no había sido nadie más que Sanji, su amigo, su nakama, su pareja. No, Zoro no había podido hacer nada para curarlo, el rayo había sido letal, no se pudo hacer nada.

Gracias a la rabia y tristeza del espadachín lograron escapar de la Marina y navegar lo suficiente para estar seguros al menos por un tiempo. El diagnóstico del pequeño doctor había sido claro pero no menos dolorosos, todos con lágrimas en los ojos se alejaron para cada uno tratar de sobrellevar su propio dolor. Y así Zoro pasó la semana siguiente aun a lado del cuerpo de quien alguna vez fue su otra mitad, esa semana no había comido ni dormido, le dolía, todo lo que hiciera le dolía porque le recordaba a aquellos días en que su amado estaba vivo y lo amaba.

Ya pasadas 3 semanas de lo sucedido Zoro se encerró en su habitación creando una barrera donde nadie podía entrar, a pesar de las insistencias de sus demás compañeros en que comida algo o que al menos hablara con ellos, él no cedió porque no podía, simplemente le era imposible. No podía hacer nada mas que lamentarse y ahogarse en ese profundo pozo de soledad que él solo había cavado. Ahora que Sanji no estaba, él se había propuesto seguir delante ya que se imaginaba lo molesto que su pareja estaría si lo viera así de patético despertando cada noche con una diferente pesadilla y que se la pasara llorando y temblando en una esquina... pero Sanji ya no estaba para verlo, para echarle pelea, para molestarlo..para amarlo.

Así fue como decidió dejar todo, porque ese mundo solo lo lastimaba, lo decepcionaba. Aún cuando quiso olvidar todo por una noche, su gran aguante al alcohol fue su freno para no llegar a emborracharse y se lamento por no poder siquiera borrar de su mente sus tan agobiantes pensamientos y lamentos. Y a pesar de tener una pésima orientación eso no le ayudo a perderse de sus problemas y sufrimientos.

En aquella isla, con la nieve fría a su espalda Zoro esperaba impaciente su muerte, ya se había rendido, no quería sufrir más, pero aunque quisiera seguir adelante su cuerpo no lo aguantaría, todos aquellos días con falta de comida y sueño le estaban empezando a afectar. Tirado en medio de la nada con cada copo tocando su rostro cerró los ojos, simplemente aguardando estar de nuevo a lado de su Sanji. Al instante se quedó dormido, extrañamente en ese momento no le importó que iba a morir, tal ves era mejor así. Cuando despertó sintió sus labios húmedos por un jugo que le supo a lo más deliciosos de su pobre vida, vallas deliciosas, se relamió inmediatamente para seguir apreciando aquel néctar, dándose cuenta que había pequeños trozos de fruto que comió con desesperación, abriendo su ojo únicamente para ver un rostro peludo y triangular que le observaba atento. Un zorro.

Era muy extraño, tenía ojos azules y se atrevía a decir que eran iguales a los de su amado Sanji. Sus ojos estaban curiosos pero felices y un esponjado pelaje en color rubio con puntas naranjas, botines negros como la punta de su gruesa cola. Llevaba más de la fruta en su hocico fino de nariz negra que le tendió en cuanto lo vio despierto. Zoro frunció su ceño pero el hambre era demasiada como para ponerse a pensar qué hacía un zorro llevándole comida. Tener algo en el estomago le dió fuerzas suficientes para sentarse sobre la nieve que seguía cayendo del cielo, recibiendo ahora un lametón juguetón del zorro que gimió cual cachorro que ha encontrado a su madre, moviendo su cola de un lado a otro. Y sonreía. No era una alucinación. Le había llevado vallas, arándanos y otras frutas que extrañamente se encontraban entre tanto habitad frío. Por una razón que no comprendió del todo lo llamó Sanji, tal vez por sus ojos que tanto extrañaba volver a ver, o por su sonrisa y la emoción que le dedicaba cada vez que comió una fruta más, no lo sabía, eh incluso le pareció estúpido pensar eso de un animal.

Pero el zorro dio brincos de alegría cuando le puso ese nombre, tallansdose contra él al instante y tomando en su fuerte hocico la manga de su vestimenta para arrastrarlo fuera de la nieve y llevándolo al puerto donde al instante vio la cara de alivio de cada uno de sus nakamas que hasta ese momento habían estado desesperados buscándolo por todos lados. Zoro se permitió sonreír, como no lo hacía en esos meses de su propia tortura psicológica. Con una gran delicadeza se agachó a la altura de su nuevo amigo zorro y lo acarició como si fuera el ser más hermoso en el mundo, como alguna vez tocó a su novio. Lo tomó en sus brazos y sonrió aún más cuando el animalito se dejó hacer completamente relajado y feliz porque el zorrito sonreía y eso le hacía sonreír también.

Al subir al barco lo primero que hizo fue romper su acuerdo de silencio para decirle a todos que quería quedarse con su nuevo amigo Sanji. Sus nakamas le dieron una mirada de lastima y tristezas cuando escucharon el nombre, pero nadie se atrevió a negarle quedarselo, Zoro parecía un niño cuando lleva a casa una nueva mascota esperando que su madre lo acepte, y eso bastó para ablandar el corazón de todos.




















••♥••♡••

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Fecha de publicación:28-07-2017

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Fecha de publicación:
28-07-2017









. M I . Z O R R O . S A N J I .

... Z O R O X S A N J I ...

- A N N S O W I 8 0 -

Mi zorro, Sanji [zosan♥]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora